Seis postres viejunos que no pasan de moda

Mezclamos la leche junto con los huevos y el azúcar, batimos con varillas hasta que se disuelvan bien los grumos. Preparamos el caramelo calentando a fuego lento el azúcar junto con el agua y el limón, sin dejar de remover hasta conseguir un acabado sedoso y dorado. Caramelizamos los fondos de nuestras flaneras y rellenamos con la mezcla del flan. Cocemos en el horno a 190 grados al baño maría entre 45 y 60 minutos. Dejamos enfriar por completo y refrigeramos al menos un par de horas antes de desmoldar. Servimos con fruta fresca o en almíbar y nata montada.

Precalentamos el horno a 190 grados. Montamos las yemas de huevo y la mitad del azúcar. Montamos las claras a punto de nieve con el resto del azúcar. Tamizamos la harina sobre las yemas, añadimos una pizca de sal e integramos bien. Agregamos la mezcla a las claras, en varias veces y removiendo suavemente. Vertemos la masa en un molde de 20 centímetros y horneamos en la balda más baja 30 minutos o hasta que al insertar un palillo este salga limpio. Dejamos enfriar boca abajo sobre una rejilla. Cuando el bizcocho esté frío, lo cortamos en tres láminas. Montamos la nata muy fría junto con el azúcar. Separamos 1/3 de la nata montada, a la que añadiremos unas gotas de colorante. Alternamos capas de bizcocho con nata montada y trozos de fresas. Cubrimos con una capa de la nata con color alisándola con una espátula. Refrigeramos el pastel al menos dos horas antes de servir.

Preparamos el bizcocho igual que en la tarta de fresas utilizando un molde rectangular o varios redondos para que nos quede una capa de 1,5 centímetros. Horneamos. Preparamos la crema pastelera mezclando los ingredientes y removiendo a fuego lento hasta que espese. Dejamos enfriar. Montamos la nata con el azúcar glas. Con el bizcocho frío, cortamos 6 circunferencias de 12 cm. Ensamblamos una base de bizcocho, una capa de mermelada, otra de bizcocho y una de crema. Cubrimos con nata montada creando una forma redondeada y la última capa de bizcocho, al que le rebajaremos los bordes. Teñimos el mazapán, extendemos y cubrimos la tarta. Decoramos.

Hidratamos las hojas de gelatina en agua fría 5 minutos. Calentamos un cazo con el agua, el zumo de un limón y una cucharada de azúcar. Cuando rompa a hervir, retiramos y disolvemos 8 de las 12 láminas de gelatina hidratadas. En otro cazo, calentamos la leche y la leche condensada, una vez hierva disolvemos las otras 4 láminas. Vertemos un par de cucharadas de la primera mezcla en los moldes y enfriamos en la nevera 10 minutos. Una vez solidifique, añadimos unas cucharadas más de líquido y unos daditos de melocotón y enfriamos. Repetimos el proceso para la tercera capa, esta vez con trocitos de fresa. Terminamos de rellenar el molde con la mezcla de leche condensada y dejamos enfriar al menos una hora antes de desmoldar y decorar.

Cortamos el tercio superior de dos naranjas y las vaciamos con una cuchara. Rallamos la piel de la tercera y exprimimos el zumo. Vertemos ambas cosas en un cazo junto con el azúcar y calentamos hasta que se disuelva. En un vaso trituramos la pulpa, el zumo con la piel y el azúcar disuelto y las frambuesas. Colamos y reservamos la mezcla en el congelador. Montamos una clara de huevo y la incorporamos a la preparación antes de que esté congelada del todo (a los 30 o 40 minutos). Volvemos a congelar al menos 3 horas y servimos el sorbete dentro de las cáscaras de naranja. Para el sorbete de limón y mango, seguimos el mismo proceso sustituyendo naranja por limón y frambuesas por mango.

Vertemos un chorrito de Curaçao Azul en una copa con mucho hielo (la cantidad dependerá de lo dulce que lo queramos, un par de dedos es suficiente). A continuación, rellenamos con agua carbonatada hasta el borde del vaso. Servimos una bola de helado encima coronada con una cereza Maraschino y una pajita para remover bien antes de disfrutar.