El catalán busca hablantes: es minoritario en las redes y se usa cada vez menos en Barcelona
Los partidos proponen medidas tras una pérdida de influencia continuada de la lengua catalana. El 25% de los jóvenes lo utiliza como lengua habitual en Cataluña frente al 48,8% del castellano
Una consejería de Política Lingüística, subtítulos en catalán en todas las películas que se emitan en Cataluña, su oficialidad definitiva en la Unión Europea o convertir los méritos idiomáticos en requisitos para trabajar en la administración. Las propuestas de los partidos políticos en materia lingüística son muchas y las dudas sobre la pérdida de influencia del catalán, pocas. ...
Una consejería de Política Lingüística, subtítulos en catalán en todas las películas que se emitan en Cataluña, su oficialidad definitiva en la Unión Europea o convertir los méritos idiomáticos en requisitos para trabajar en la administración. Las propuestas de los partidos políticos en materia lingüística son muchas y las dudas sobre la pérdida de influencia del catalán, pocas. Los datos aseguran que el catalán se usa bastante menos que hace 20 años y sigue perdiendo presencia frente al castellano. Los cambios demográficos, la falta de referentes juveniles en el espacio digital y la ejecución flexible de la inmersión lingüística en el ámbito urbano son algunos de los factores que explican una caída constante desde principios de siglo tras años de encendido debate sobre la lengua durante el procés. Con todo, las recetas de fomento del catalán distan de generar unanimidad, especialmente en el ámbito educativo, donde el PP, Ciudadanos y Vox insisten en aumentar el peso del castellano.
Según la Encuesta a la Juventud de Cataluña, de 2022, el último recuento de usos lingüísticos disponibles de cualquier edad, el 25% de la población de entre 15 y 34 años tiene el catalán como lengua habitual frente al 48,8% del castellano. No parece ser algo excepcional: “La situación entre los jóvenes es similar que en el resto de franjas de edad”, contextualiza Avel·lí Flors, profesor de sociolingüística de de la Universitat de Barcelona. La tendencia de los últimos años va a la baja y ha puesto el tema en el foco electoral: la preferencia por el catalán era en 2018 en todas las franjas de edad del 36% (un 27,5% en la metrópolis barcelonesa) por el 48,6% del castellano, según la última Encuesta de usos lingüísticos de la población; mientras que en 2003 la situación era similar (46% a 47%).
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? “La migración es un factor clave”, responde Miquel Àngel Pradilla, catedrático de sociolingüística por la Universitat Rovira i Virgili (URV). Cataluña recibió alrededor de 1,3 millones de migrantes a mediados de siglo pasado y otros 1,5 en este milenio. “Llega mucha gente y el mosaico lingüístico tensiona la comunicación del catalanohablante”, analiza. Mientras que el porcentaje del uso habitual del catalán se ha reducido drásticamente, como reflejan los resultados de las encuestas, el del castellano se ha mantenido constantemente cerca del 50%.
Tanto PSC, ERC, Junts como los comunes plantean incrementar la oferta formativa del idioma para revertir la situación y garantizar, por ejemplo, el derecho a ser atendido en catalán. “Muchas personas se incorporan directamente al mercado laboral sin ninguna formación previa, lo que les limita y a la vez vulnera los derechos lingüísticos de la ciudadanía”, justifican los republicanos, que abogan por la creación de una consejería propia. El teletrabajo, la globalización y la creciente movilidad laboral tampoco ayudan a considerar necesario el catalán. “Antes la gente se trasladaba y aprendía el idioma para arraigar en un territorio”, compara Xavier Vila, secretario de Política Lingüística de la Generalitat; “ahora saltamos de país en país y podemos vivir en una burbuja sin la necesidad de aprender la lengua. Muchos propietarios extranjeros de comercios perciben que el catalán no es de su mundo”, asegura.
Pero no todo se explica por la transformación demográfica. Una generación de jóvenes catalanes ha crecido con una oferta audiovisual prácticamente inexistente en catalán. “Durante la crisis [del 2008] se redujo la oferta de producción juvenil en TV3 y la regulación de las nuevas plataformas audiovisuales prescindió del catalán”, señala Vila. Y mientras los contenidos televisivos bajaban, los hábitos de consumo cambiaron y la audiencia se trasladó a los contenidos de pago y a las redes sociales, donde se viralizan las lenguas mayoritarias. El nuevo formato 3Cat, que aglutina digitalmente la televisión y la radio pública catalana desde hace un año, pretende recuperar el terreno perdido, aunque la sensación es que sus efectos se verán a medio plazo. El Govern presentó este jueves precisamente el SuperCampus, una plataforma educativa en este espacio digital que ofrece contenidos en catalán “ante la falta generalizada de oferta en lengua catalana”.
Sin referentes digitales, el valor de la lengua puede caer. “El catalán ha perdido capacidad de atracción entre los jóvenes porque no lo encuentran en el espacio digital”, remarca Pradilla. ¿Y si no se consume en catalán, vale la pena hablarlo? “La ausencia de la lengua en las redes puede tener un efecto en la vinculación de la identidad y a la autoestima de la lengua. Los jóvenes se pueden cuestionar si el catalán es un idioma para hacer música, contenido, o socializar, entre otros usos; o no”, añade Avel·lí Flors.
Pradilla y Flors piden medidas y la intervención de la administración. Y señalan el modelo educativo como matriz del aprendizaje del catalán, un ámbito que ha sido un auténtico hervidero político y judicial la última década. El sistema actual plantea realizar las asignaturas en catalán, excepto las específicas de lenguas: castellano, inglés o francés. Esta discriminación positiva a favor del catalán incomodó a decenas de familias que llevaron el modelo a los tribunales con el apoyo de Ciudadanos y PP. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) validó la denuncia y obligó a algunos centros a aumentar la presencia del castellano en las asignaturas troncales. La decisión generó un rechazo mayoritario en la comunidad educativa y abrió una grieta política: los partidos independentistas acusaron a Ciudadanos y PP de plantear políticas en contra del catalán y el debate se vició durante el procés,. Aunque la inmersión pretende blindar el uso del catalán como lengua vehicular, la comunidad educativa admite que en muchos centros, especialmente en los institutos del área metropolitana de Barcelona, es habitual asistir a clases donde el docente se expresa principalmente en castellano.
Con todo, las quejas por la situación del castellano en la escuela continúan por parte de quienes denuncian que la Generalitat incumple las sentencias que ordenan aumentar su uso. “En Cataluña no hay inmersión lingüista, hay imposición lingüista”, resume Ana Lozano, presidenta de la Asamblea para una escuela bilingüe en Cataluña. “Hay una obsesión con el catalán, y esto provoca un efecto contrario. Mucha gente ha dejado de hablar catalán por este motivo”, denuncia. Xavier Vila lo niega: “No tenemos datos que confirmen que el catalán está politizado, o que lo esté más que el castellano. Los datos no ofrecen que se deje de hablar catalán durante el procés por ser o no independentista”, responde. Según cifras oficiales, el uso habitual del catalán se mantuvo en el 35% y el 36% entre 2008 y 2018, en plena ebullición independentista.
El debate provocó hace dos meses una bronca en el Parlamento Europeo tras una misión del bloque conservador en Cataluña. Este consideró que no se garantizaba el mismo tratamiento para el castellano y el catalán como lengua vehicular de la enseñanza y el Govern tildó de la acción de “manipulación”. Esta politización, entiende Pradilla, la impulsó inicialmente “el sector constitucionalista”. Cita principalmente a Ciudadanos y ,en menor medida, al PSC. “Los socialistas no se han definido del todo”, asegura el sociolingüista. El programa socialista defiende “fomentar el uso del catalán como lengua propia de Cataluña”, pero a la vez reivindica “una escuela que no separe a los alumnos por razón de lengua”.
Durante la campaña, en todo caso, los candidatos independentistas han convertido la lengua en una arma electoral. Carles Puigdemont (Junts) criticó al PSC por “abandonar la lucha por la lengua catalana porque cree que así se llevará los votos de Ciudadanos” y Pere Aragonès (ERC) afeó a Salvador Illa (PSC) que realizara parte de una conferencia multitudinaria en Barcelona en castellano. El candidato socialista, Salvador Illa, respondió defendiendo que “recuperar el catalán no quiere decir impedir hablar inglés”, en referencia a su propuesta de trilingüismo educativo. El Partido Popular, Ciudadanos y Vox también apuestan por un trilingüismo que la mayoría de expertos observa como un riesgo para la pervivencia del catalán. “Un modelo de porcentajes o el trilingüismo minorizaría el catalán. Tratar las lenguas por igual en la escuela implicaría que solo los catalanohablantes dominen esta lengua. Si queremos que la escuela reduzca las desigualdades en función del origen, tenemos que garantizar un papel preponderante del catalán”, defiende Flors.