Estrenar vida en un piso fabricado con contenedores reciclados: “Yo lo que quiero es un futuro normal”

El Ayuntamiento de Barcelona abre el segundo edificio de alojamientos temporales, con 42 espacios para familias vulnerables

Amal Chafik en la ventana de su habitación, en el edificio de alojamientos temporales construido con contenedores marítimos reciclados de la plaza de les Glòries de Barcelona.Foto: Carles Ribas

Todos celebran que comienzan una nueva vida. Porque hasta hace poco vivían en la calle. O en equipamientos colectivos. O en pisos compartidos. O en pensiones. De una forma u otra, todos perdieron un piso. Si es que alguna vez lo tuvieron, porque algunos de los usuarios del segundo edificio de alojamientos temporales que acaba de estrenar el Ayuntamiento de Barcelona, no sabían qué era tener un baño o una cocina para ellos solos. Esta modalidad de alojamiento se llama ...

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Todos celebran que comienzan una nueva vida. Porque hasta hace poco vivían en la calle. O en equipamientos colectivos. O en pisos compartidos. O en pensiones. De una forma u otra, todos perdieron un piso. Si es que alguna vez lo tuvieron, porque algunos de los usuarios del segundo edificio de alojamientos temporales que acaba de estrenar el Ayuntamiento de Barcelona, no sabían qué era tener un baño o una cocina para ellos solos. Esta modalidad de alojamiento se llama APROP (Alojamientos provisionales de proximidad), está construido sobre suelo de equipamientos y con contenedores marítimos reciclados que se visten en la fábrica y llegan listos para ser montados. De ahí que el consistorio evite llamarles pisos. También porque aunque las familias son autónomas, tienen acompañamiento social y están pensados para estancias de hasta dos años. El primero se estrenó en 2019 en el barrio Gòtic (12 unidades), el segundo hace un mes en Glòries (42 alojamientos, para los que se utilizaron 77 contenedores).

“Yo lo que quiero es un futuro normal”, se sincera Amal Chafik, de 28 años y madre de un niño de cinco años con discapacidad. Llegó de Marruecos cuando el niño era un bebé de cuatro meses y desde entonces siempre había vivido en pisos compartidos o, cuando se quedó en la calle, en pensiones pagadas por los servicios sociales. “Antes era todo sufrimiento, no poder cocinar cuando quería, compartir baño, la habitación con el niño… ahora tengo mi espacio, tranquilidad para cocinar, jugar o ir al baño siempre que quiero, he comenzado a estudiar castellano y a hacer cursos para ser limpiadora”, relata la joven, que tiene otra hija en su país. Dice que todavía no ha hecho migas con el resto de madres del edificio: “Llegamos hace un mes y después del cole hace frío y se hace de noche enseguida” apunta señalando al patio del edificio.

El segundo Aprop de Barcelona, con 42 alojamientos temporales para familias vulnerables: ha sido construido sobre un solar de equipamiento con 77 contenedores de barco reciclados y tiene siete plantas.Carles Ribas

Imposible identificar que el bloque está construido con contenedores. No hay ni rastro. Ni en este ni en todo el edificio, de fachada roja, donde hay 35 unidades pensadas para familias con hijos (la mayoría son madres monomarentales con niños pequeños, como Chafik, pero también las hay de cuatro miembros) o personas solas. Los de dos habitaciones miden 52 metros cuadrados y los de una estancia, 26. Todos tienen balcón, donde ya se asoma la cotidianeidad, con juguetes, patinetes, sillas, escobas o ropa tendida. Solo en una punta de la fachada principal, un guiño al origen del edificio: una ristra de cierres de contenedores que tienen una función más decorativa que otra cosa.

Entre los usuarios que ocupan alojamientos para una persona está Andrés Puebla, de 52 años, casi 15 en la calle, comunidades terapéuticas para tratar sus problemas con la bebida, pensiones o habitaciones. Se regala mostrando su nueva vivienda. “La primera noche no dormí, me sentía extraño, luego me he acostumbrado”, asegura mostrando “la suite”. “Esto es dar un giro radical, a mí me han rescatado, aquí puedo estar tranquilo, hacer cursos, buscar trabajo… en la calle no puedes porque te desaparece todo. Y puedo cocinar, no es que sea un chef pero no hay color”, cuenta quien viene de unos años muy duros, aunque no llegó a perder el contacto con su familia: “Me perdí por mi mala cabeza, pero decidí ‘yo me lo guiso, yo me lo como’”.

Andrés Puebla, en su nueva vivienda, estrenada después de 15 años alternando periodos en la calle, pensiones o habitaciones. Carles Ribas

La gerente del área de Derechos Sociales, Laia Claverol, detalla que los APROP alojan a familias “que han perdido su vivienda o su recurso habitacional, no siempre por desahucios, y que no tienen valoración de la mesa de emergencia”, que valora la necesidad de vivienda urgente, porque no cumplen los requisitos. Por ejemplo, cosas de la burocracia: quien ha perdido una habitación, al no haber perdido un piso entero, no accede a la lista de la mesa. Los APROP, cuenta Claverol, “permiten hacer un trabajo de intensidad, de acompañamiento social, laboral y comunitario para recuperar sus capacidades y que vuelvan al mercado de la vivienda de la ciudad”. Las medias de estancia oscilan entre 18 y 24 meses, “y hay un equipo social que convive con las personas que están aquí, de lunes a viernes y el fin de semana trabajando con ellas su autonomía y reinserción”.

Los servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona, que solo pueden prescribir alojamientos de emergencia, gastan a diario 60.000 euros en pensiones para familias que han perdido la casa. De media, el consistorio aloja a 2.300 personas y 733 esperan para acceder a un piso de la mesa de emergencias. Los habitantes de los APROP, si tienen empleo, pagan un máximo del 25% de sus ingresos, en función de su capacidad y pensando también en que puedan ahorrar para que la estancia en el APROP sea un trampolín al alquiler de mercado. Algunos llevaban dos años viviendo en pensiones.

Amal Chafik, en el salón de su nuevo alojamiento, con la cocina detrás y la habitación de su hijo al fondo. En los APROP (Alojamientos de Proximidad Provisionales) no hay rastro de que han sido fabricados con contenedores marítimos reciclados.Carles Ribas

El gerente del área de Vivienda, Javier Burón, añade que los APROP son una estrategia más en el objetivo del gobierno de la alcaldesa Ada Colau de aumentar el parque público de vivienda. Como lo es comprar edificios, alcanzar acuerdos de cesión con particulares o grandes tenedores, construir vivienda… En el caso de los alojamientos temporales Burón señala que no son más baratos que otras fórmulas (el de Glòries costó 5,7 millones de euros), pero sí es más rápido disponer de ellos (23 meses toda la obra). Tanto el de Glòries como el del Gòtic, destaca, han recibido premios. Y el consistorio trabaja en seis proyectos más de construcción modular de vivienda pública: con contenedores, pero también en madera u otras técnicas modulares. Burón destaca, sobre todo, la colaboración entre los institutos municipales de Vivienda y de Servicios Sociales porque “la emergencia habitacional está ahí y se trata de maximizar medios para responder a ella”.

Sobre la vida útil de estos edificios, los responsables municipales no ponen una fecha, pero señalan, y citan Holanda, uno de los países que comenzó a construir con contenedores, que las construcciones son desmontables y montables en otro espacio, si la ciudad necesita el suelo en el que se asientan inicialmente para destinarlo a otro equipamiento. Los APROP fueron presentados por primera vez en 2018 y su despliegue lleva varios años de retraso. En el caso de los de Glòries, la demora provocó que un grupo de personas ocupara para vivir los módulos de muestra que el equipo de Colau había utilizado en una exposición para mostrar el proyecto.

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