Osaka: la experiencia japonesa que siembra dudas sobre la ampliación del aeropuerto de El Prat sobre el mar
El alto coste de la construcción, los problemas del caso japonés y el impacto medioambiental no frenan a los impulsores del proyecto en Cataluña
Una nueva pista para descongestionar el tráfico del aeropuerto de Barcelona. Una recta de 3.500 metros elevada sobre el mar, frente a las playas del delta del Llobregat, sustentada por una batería de pilotes y que permita el ir y venir de aviones sin perturbar la fauna marina ni las corrientes, y sin molestar a los vecinos de las poblaciones cercanas. La atrevida idea que han presentado a la Generalitat un grupo de ingenieros ha generado tanto revuelo como recelos. El proyecto está plagado de sombras por su alto cost...
Una nueva pista para descongestionar el tráfico del aeropuerto de Barcelona. Una recta de 3.500 metros elevada sobre el mar, frente a las playas del delta del Llobregat, sustentada por una batería de pilotes y que permita el ir y venir de aviones sin perturbar la fauna marina ni las corrientes, y sin molestar a los vecinos de las poblaciones cercanas. La atrevida idea que han presentado a la Generalitat un grupo de ingenieros ha generado tanto revuelo como recelos. El proyecto está plagado de sombras por su alto coste económico, estimado en 2.100 millones de euros, y por el impacto medioambiental que implica. “No es una propuesta exótica ni disparatada”, defiende el economista Andreu Mas-Colell, que fue consejero en los gobiernos de Jordi Pujol y Artur Mas, y que integra el grupo promotor de la pista marina. “No es ningún experimento”, abundó Mas-Colell, en un acto celebrado este martes en la sede del Col·legi d’Economistes de Catalunya para dar detalles del proyecto. La propuesta choca con el cuestionable resultado que han dado anteriores iniciativas parecidas, caso del Aeropuerto Internacional de Kansai, en la ciudad japonesa de Osaka, que fue calificado como una de las maravillas de la ingeniería del siglo XX por ser el primer aeródromo construido sobre una isla artificial, pero ha pasado a engrosar la lista de instalaciones amenazadas por hundimientos causados por el calentamiento global.
El aeropuerto de Barcelona-El Prat recupera al ralentí los niveles de actividad que tenía antes de la pandemia del coronavirus y el mes pasado despachó a tres millones de viajeros, por lo que ha remontado hasta un 94% de los volúmenes de tráfico de 2019. La dinámica apunta a pensar que con el tirón de la campaña de verano se pueden alcanzar los registros de pasajeros previos al estallido de la covid-19. El previsible regreso a aquellos números récord, junto con el compromiso en materia de infraestructuras que alcanzó el Govern a la hora de sellar con el PSC el pacto de presupuestos, amplifica cualquier iniciativa que tenga que ver con el agrandamiento del Josep Tarradellas. Ejemplo de ello es el eco que ha tenido el proyecto presentado a la Generalitat para construir frente al litoral del Baix Llobregat una pista de 3.500 metros.
Los promotores defienden que el impacto medioambiental es leve y descartan inconvenientes con la fuerza del mar, porque dicen que habitualmente las olas no van más allá de los cuatro metros y que el máximo valor registrado del oleaje en esa zona ha sido inferior a los siete metros. La pista estaría 10 metros sobre el nivel del mar. El ecólogo Joan Domènec, propuesto como experto marino por los impulsores de la pista, apuntó en el acto de presentación que la previsión es que “a finales de siglo la subida del nivel del mar sea de un metro”. “A menos que las cosas vengan muy mal”, matizó luego.
Aparte de construir la pista en el mar, la propuesta que ha llegado a la mesa del Govern también contempla desviar 10 millones de pasajeros anuales hacia Reus y Girona. Con ello se quiere demostrar innecesaria la construcción de una terminal satélite que prevé el plan de Aena, proyecto congelado hace un año y medio por las discrepancias entre el Gobierno y la Generalitat.
Joaquim Coello, uno de los impulsores de la idea de la pista marina, defendió este martes que “el aeropuerto está al límite” y que hace falta buscar alternativas para garantizar que “Barcelona está conectada con el mundo”. La propuesta es construir la pista sobre una base de pilotes y no sobre una isla artificial, a diferencia del caso japonés. En Osaka, aunque los constructores previeron un hundimiento de 5,7 metros una vez el edificio estuviera construido, a los cinco años la isla se había hundido unos 3 metros más de lo calculado. La inversión inicial fue estimada en 15.000 millones de dólares, aunque alcanzó los 20.000 cuando se completó la segunda terminal.
Pero uno de los problemas no previstos en su planificación fue el aumento continuo del nivel del mar y la recurrencia de lluvias erráticas que según el Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) afectará a los aeropuertos construidos en islas o en zonas vecinas al mar.
En el caso de Barcelona, Aena opta por no manifestarse públicamente sobre la propuesta de la pista en el mar, alegando que el futuro de El Prat merece un debate serio basado en criterios técnicos. El operador aeroportuario precisa que no ha intervenido en el diseño del boceto que dibuja la pista enfrente de la costa, ni tampoco en la plataforma de más de un kilómetro de largo que serviría para acercar los aviones desde la terminal hacia la recta de despegue. La compañía que preside Maurici Lucena siempre ha defendido que la mejor opción para que El Prat gane capacidad pasa por ampliar 500 metros la tercera pista, una opción que supone invadir el espacio natural de La Ricarda y que choca con la oposición frontal del Govern de la Generalitat. Fuentes próximas a Aena revelan que, atendiendo al rechazo que causa su propuesta para ocupar 500 metros de terreno, causa desconcierto un proyecto que implica una ocupación de 5.000 metros en una zona que está, igual que La Ricarda, bajo el influjo de la protección de la Red Natura 2.000.
El economista Guillem López Casasnovas pone de relieve que la idea de la pista sobre el mar busca agitar el debate para encontrar una solución a la saturación de El Prat. Los promotores defienden que la propuesta es una idea “madurada” pero que puede necesitar mejoras: “Estamos dispuestos a revisar algunas cosas”. Pese a la relativa acogida que ha tenido la propuesta, Foment del Treball, que ha tenido un papel proactivo en el debate aeroportuario, ha expresado sus reservas hacia este proyecto a través del presidente de la comisión interna que quiere acelerar la inversión, Lluís Moreno, también presidente de la Cámara de Contratistas.
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