El documental de Netflix sobre la covid desde dentro de la Generalitat: la pandemia de la sobreactuación

El programa sobre la gestión de Alba Vergés, consejera de Salud durante la primera ola, muestra escasez de autocrítica e intereses partidistas

La exconsejera de Salud de la Generalitat de Cataluña, Alba Vergés.Quique García (EFE)

Cuando una pandemia mundial obliga a aplicar un confinamiento domiciliario, uno imagina a los gobernantes reunidos con los expertos más preparados del país para encontrar las mejores soluciones. O fantasea con la posibilidad de que los intereses políticos queden aparcados para aliviar a la población. Nada de esto...

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Cuando una pandemia mundial obliga a aplicar un confinamiento domiciliario, uno imagina a los gobernantes reunidos con los expertos más preparados del país para encontrar las mejores soluciones. O fantasea con la posibilidad de que los intereses políticos queden aparcados para aliviar a la población. Nada de esto ocurre en el documental Broken Health, incluido recientemente en el catálogo de Netflix, sobre la gestión de la pandemia de la covid en Cataluña.

El programa plantea la gestión de la covid como una crisis de comunicación. Parece la pandemia de la sobreactuación. Vergés aparece en gran parte del documental rodeada por un equipo de comunicación de perfil político. “Nosotros no escondemos ningún muerto”, le recuerda con vehemencia su director de comunicación, Marc Bataller, antes de una comparecencia pública. Nosotros es la Generalitat y los otros, se supone que Madrid.

El espectador comprende rápidamente que la pandemia se convirtió también en un campo de batalla donde las altas esferas intentaban desgastar a sus rivales políticos y colgarse “medallitas”, como reclama el que sería poco después secretario de Salud de la Generalitat, Marc Ramentol, en una reunión de estrategia de Esquerra Republicana. En la misma reunión, Ramentol plantea a los presentes si el “objetivo” debe ser “que el grupo de expertos [contra la covid] trabaje bien y a gusto, o ganar liderazgo político” en la fase de desconfinamiento. La respuesta de Lluís Corral, el entonces jefe de gabinete de Vergés, es rápida: “Hombre, el primer objetivo es ganar liderazgo político, pero a poder ser sin olvidar lo otro”. El plan, insisten los presentes en la reunión, es que la población “vea” que Vergés lidera la estrategia de desconfinamiento.

Broken Health, de 68 minutos de duración, también refleja la tensión y descoordinación entre ERC y Junts a raíz de la elección del epidemiólogo Oriol Mitjà como asesor del presidente de la Generalitat, Quim Torra, para la fase de desconfinamiento. “No sabíamos nada del fichaje de Mitjà”, lamenta Bataller. “Nosotros ya teníamos un equipo que trabajaba en ello”. El mismo director de comunicación admite que el plan de la Generalitat, sin competencias para ello, para permitir en abril la salida escalonada de los niños a la calle, era una “medida de presión” al Gobierno central. La relación entre el Departamento de Salud y el Ministerio de Sanidad no parece especialmente fluida, especialmente cuando la Generalitat propone a mediados de abril un cambio de modelo en el recuento de los fallecidos para afinar más la afectación del virus. La decisión no gusta en Madrid: “Tendrán que explicarlo bien”, responde Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad.

La distancia que generan en el espectador las acciones políticas y técnicas contrasta con la proximidad de cada uno de los trabajadores sanitarios que aparecen, cuidadosamente elegidos. Un profesional de una residencia relata la crudeza de los contagios los primeros días: “Los ancianos se caían como fichas de dominó. No teníamos respiradores para todos, y quitaba el oxígeno al que mejor saturaba para ponerlo al que saturaba peor”. Otra trabajadora del hospital del Mar explica que un día reconoció en la calle a un antiguo paciente grave por covid jugando con su hijo. “Entonces ves que todo valió la pena”, dice. Habla de la falta de equipamientos, de la escasez de personal, de las horas extras, del miedo y del cansancio inacabable a pie de cama, cuestiones que el film apenas fiscaliza más allá de incluir algunas reivindicaciones de los trabajadores a Vergés. Las respuestas de la consejera a veces parecen tímidas: “No hubiese pensado que en medio de la crisis tendría que asumir la parte de las residencias. No sé qué puedo hacer [por vosotros]”, responde a un equipo de profesionales de un centro sociosanitario.

El codirector del documental, Nick Bolger, explica a EL PAÍS que pretendió retratar a Vergés desde una mirada “íntima” y “proporcionar una visión desde el punto de vista de las mujeres para dar una perspectiva algo diferente”. Inició el proyecto cuando vio desde casa el desconsuelo de la consejera tras confinar Igualada, su ciudad, y separarse de la familia. “Me pareció interesante retratar a una mujer joven que tiene que tomar una decisión tan dura”. Bolger asegura que Vergés le recuerda a su madre, Irene Bolger, “soltera y sindicalista” que lideró una importante huelga de enfermeras en Australia. “Me inspiró”.

La mirada del director, en todo caso, reabre indirectamente el debate sobre los modelos de liderazgo político en situaciones de crisis, aunque no incluye aportaciones externas que evalúen la gestión de Vergés. Únicamente la consejera expresa su experiencia. “Me decían de todo [por emocionarme], pero todos somos personas. Puedes sentir cosas a pesar de que las decisiones sean duras”.

El director admite que prefirió centrarse en el día a día con su equipo más próximo que en las reuniones de trabajo (“no era tan fácil acceder a ellas”, justifica) y que no pretendió fiscalizar su tarea al frente de Salud sino “acercarla” al espectador. “Las críticas ya llegaron desde los medios de comunicación. Yo no quería hacer lo mismo”. Lo consiguió.

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