La masificación turística lleva a Nerja a cerrar el río Chíllar: “Le hace falta un buen respiro”
El aluvión de visitantes ha destruido la biodiversidad de uno de los atractivos turísticos de la localidad malagueña. El gran riesgo de incendio en la zona ha desencadenado la medida
El río Chíllar, en Nerja, es una de las joyas del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, al este de la provincia de Málaga. Su sencilla entrada, la facilidad para recorrerlo a pie, las sorprendentes formaciones rocosas conocidas como cahorros, su paisaje y las pozas refrescantes lo han convertido en uno de los destinos preferidos por lugareños y turistas: en verano alcanza hasta 4.000 visitantes diarios. ...
El río Chíllar, en Nerja, es una de las joyas del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, al este de la provincia de Málaga. Su sencilla entrada, la facilidad para recorrerlo a pie, las sorprendentes formaciones rocosas conocidas como cahorros, su paisaje y las pozas refrescantes lo han convertido en uno de los destinos preferidos por lugareños y turistas: en verano alcanza hasta 4.000 visitantes diarios. Como consecuencia, la biodiversidad prácticamente ha desaparecido en la zona y el riesgo de incendio es cada vez mayor, agravado por la larga sequía. Ahora, el Ayuntamiento de Nerja ha dicho basta y ha cerrado el acceso de forma temporal. Una decisión aplaudida por la Junta de Andalucía y por quienes llevan años denunciando lo que ocurre en este cauce. “Esta es la única solución: le hace falta un buen respiro”, celebra Rafael Yus, responsable de Ecologistas en Acción en la comarca de la Axarquía.
Quienes conocen el río desde hace años, como ecologistas, investigadores o senderistas, relatan la evolución que ha sufrido desde que en los ochenta apenas nadie lo conociera hasta la llegada masiva de turistas en la actualidad. “Antes metías una cámara acuática en las pozas y había truchas, renacuajos de sapo partero, larvas de otras especies, mucha vida. Ahora está todo muerto, no hay nada”, relatan varios especialistas. Ya no hay garzas reales en la orilla, los artrópodos son escasísimos por las pisadas de los visitantes y algunas especies de flora han desaparecido. “Las rapaces eran habituales aquí, pero ya tampoco anidan”, subraya Yus.
La situación se ha agravado por la explotación de pozos ilegales y porque los acuíferos legales ya no solo surten al territorio nerjeño, también han desviado parte de su caudal hacia la Axarquía para intentar paliar los estragos de la sequía, que ha impuesto restricciones nocturnas en buena parte de la comarca. Policía Local y Protección Civil informarán a los senderistas durante los primeros días sobre la prohibición del acceso al río. La celebrada medida cautelar arranca este jueves, según indica el acuerdo tomado por la Junta de Gobierno local y tiene una triple justificación.
Primero, “responde a la masificación que está sufriendo el entorno”, según ha explicado el concejal de Medio Ambiente de Nerja, Javier Rodríguez. Segundo, se basa en la ausencia de vías de evacuación debido a las dificultades del terreno, por lo que cualquier rescate —ante resbalones, torceduras de tobillos o accidentes más graves— por parte de la Guardia Civil y Protección Civil se convierte en una peligrosa odisea incluso para los rescatistas. El riesgo de incendio es la tercera y más importante causa.
La posibilidad de fuegos este año es mayor que nunca debido a la sequedad de la mayoría de matorrales de la zona y el alto número de senderistas que transitan a diario por allí. Cualquier incendio conllevaría, además, un enorme peligro para las personas, que no tendrían escapatoria. El río se convertiría en ratonera. “Debido a las extremas temperaturas, la sequía que padecemos y que el cauce del río no lleva el agua que otros años, el riesgo de fuego es muy alto”, subraya Rodríguez.
Advertencia de la Fiscalía
Nerja lleva años intentando disminuir las visitas al Chíllar, pero siempre ha alegado que no era su competencia y que esta pertenecía a la Junta de Andalucía. Fuentes municipales aseguran que el organismo competente es la administración autonómica, pero alegan que el Ayuntamiento “ha reaccionado a raíz del escrito de la Fiscalía que advierte de posibles responsabilidades, incluso penales, si no se toman medidas”.
La Fiscalía de Medio Ambiente libra cada año oficios dirigidos a Nerja —y los municipios de Estepona, Ardales, Monda, Antequera, Campillos y Cortes de la Frontera— para que “se extremen las medidas de prevención de incendios forestales”, según los documentos consultados por este periódico. En otro documento mencionado por el municipio como argumento, el Consorcio Provincial de Bomberos advierte de que, en las circunstancias actuales de calor y sequía, además de la densidad vegetal con especies muy inflamables “se multiplican de manera alarmante los riesgos” tanto de incendio como de seguridad de las personas por la gran afluencia, según indica el informe al que ha tenido acceso EL PAÍS.
Sobre las competencias, tanto la administración autonómica como otras fuentes especialistas aseguran que el terreno por el que pasa el río es monte municipal y que, por tanto, el consistorio sí es competente para decidir su clausura, como ya estableció durante 2020 y 2021 a causa de la covid o hace en verano con las pistas forestales que llegan hasta el área recreativa de El Pinarillo para evitar la llegada de vehículos ante el riesgo de incendio. “Quizá sea una medida impopular y no quieran asumirla”, cuentan los especialistas.
El municipio —que lleva meses negociando con la Consejería de Sostenibilidad el cierre del río— se remite también a un documento del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que alerta del riesgo de incendios forestales por la alta presencia de personas en el cauce. Fuentes del instituto armado recuerdan que el informe data de 2018 —aunque el municipio dice que es de este invierno— y que fue remitido entonces al municipio a petición de la Fiscalía, por lo que también creen que Nerja se está quitando responsabilidades. “Cinco años han tardado en tomarlo en consideración”, subrayan.
Máximo de 300 personas al día
El próximo paso que planean las administraciones es restringir el acceso a un máximo de 300 personas diarias, como ya ocurre en lugares con problemas similares en provincias como Girona y Tarragona, en Cataluña. Es justo lo que estudia, también desde hace años, la Junta de Andalucía, como ya explicó el año pasado la directora conservadora del Parque Natural de las Sierras de Tejeda Almijara y Alhama, Mariana Ortí.
La idea que sobrevuela es ceder la gestión del paraje a una empresa que controle la entrada de senderistas, que pagarían por la entrada. Distintas fuentes abogan por que sea una iniciativa pública, porque dejarlo en manos privadas —y, por tanto, con el objetivo de hacer negocio— puede causar algo de manga ancha para ganar más dinero. Así ha ocurrido en río Verde, ya en la provincia de Granada pero en el mismo parque natural. En esa vertiente, todos los cauces menos ese están vetados al turismo -sí se puede caminar por sus riberas- para no poner en peligro a especies autóctonas. El Verde es la única excepción y se otorgan autorizaciones a empresas privadas para practicar barranquismo, lo que ha provocado ya algunos excesos.
Todos los actores implicados en la conservación del Chíllar creen que su cierre es buena noticia. “Esto permitirá que la biodiversidad pueda recuperarse un poco”, cuenta el portavoz de Ecologistas en Acción, Rafael Yus. En su opinión, eso sí, la medida debería mantenerse durante varios años para que el entorno recupere sus antiguas dinámicas. Asegura que 300 personas diarias siguen siendo demasiadas debido a la sobrecarga que sufre el río “desde hace muchos años”.
“Controlar el número de visitantes es mejor que el descontrol actual, pero hay que ir más allá y defender la biodiversidad por encima de todo”, explica el ecologista, que es consciente de que el turismo es una importante fuente económica para la zona. “Da riqueza, pero también hay que ponerle límites porque actualmente es una actividad depredadora”, concluye Yus. Otras fuentes ecologistas señalan que la situación de este río es similar a la de otros en la provincia malagueña como Guadalmina, Padrón o Cástor, “donde hay cada vez más gente en cauces pequeños y frágiles”.
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