Frente de batalla europeo en la Carrera de San Jerónimo
La convulsión mundial creada por Trump tiñe la agenda española. Todos los partidos tendrán que definirse sobre el gasto en seguridad
Los conservadores del mundo reunidos en Washington durante varios días, hasta la despedida de este domingo, llevaron al presidente de los Estados Unidos al apoteosis de la exaltación. La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) incluyó en su liturgia la provocación de hacer una suerte de gesticulación de brazo en alto con lo que se abrió el debate en el mundo democrático de si era el saludo romano al César, o directamente el gesto tenebroso de los partidos a...
Los conservadores del mundo reunidos en Washington durante varios días, hasta la despedida de este domingo, llevaron al presidente de los Estados Unidos al apoteosis de la exaltación. La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) incluyó en su liturgia la provocación de hacer una suerte de gesticulación de brazo en alto con lo que se abrió el debate en el mundo democrático de si era el saludo romano al César, o directamente el gesto tenebroso de los partidos autoritarios de los años 30 del pasado siglo XX. Como una suerte de divertimento, el presidente Donald Trump saludó de esa guisa, como antes lo hiciera su estrecho colaborador Elon Musk o el empresario Steve Bannon, gurú de Trump durante su primer mandato. El español Santiago Abascal, presidente de Vox, tercera fuerza política en el Congreso de los Diputados, se ciño a colocarse la mano en el corazón y agachar repetidamente la cabeza, en señal de respeto y agradecimiento, con evidente emoción ante la felicitación de Trump “por el gran trabajo” que, se supone, hace en España.
Nada que objetar por parte de Vox a que Trump pueda perjudicar a sectores estratégicos españoles con el anuncio de sus aranceles, que vaya a pactar con Vladimir Putin, presidente de Rusia, el futuro de Ucrania ni a las descalificaciones permanentes a Europa. Toda la convulsión provocada por Trump en el mundo, y, singularmente, en Europa, está a punto de llegar al debate parlamentario. Hasta ahora, en medio del desconcierto internacional, se ha ubicado en el terreno de las declaraciones y en actos de partido. No va a ser pacífico.
El jefe de Gobierno, Pedro Sánchez, viajará este lunes a Kiev, donde coincidirá con la presidenta de la Comisión Europa y el presidente del Consejo Europeo, Ursula Von del Leyen y Antonio Costa, respectivamente. Con ambos tiene una magnífica relación. Con el segundo, además, comparte familia ideológica, la socialdemócrata. Una visita de apoyo absoluto al presidente Volodimir Zelensky, al que Trump ha llamado “dictador”, y ha amenazado con despojarle del poder, y del país, si no se atiene a lo que él pacte con Putin. El lunes pasado Sánchez estuvo en París convocado junto a otra media docena de mandatarios a una reunión por el presidente francés, Emmanuel Macron. Hoy en Madrid, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se reunirá, en su primera decisión pública desde que se desató la crisis internacional por las medidas de Trump, con exministros de Exteriores y Defensa de gobiernos del PP, dirigentes de su partido, y el responsable de Internacional, Ildefonso Castro, diplomático de carrera. Esta reunión del PP llega precedida de la petición de la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso.
Todo está por hacer en materia de cooperación interna. Sí, habrá una línea común con Pedro Sánchez, la mayoritaria de la Unión Europea, pero con un torrente de críticas hacia el Gobierno que los dirigentes del PP empezaron a expandir desde hace días. La alteración del orden internacional liberal tendrá su correlato en la política doméstica. Los socialistas demandarán al PP que rompa toda relación con Vox, de presente y de futuro.
¿Está en condiciones el Gobierno de España de responder a los desafíos en seguridad nacional? Es decir, en presupuestos de Defensa. Esta va a ser la línea en la que el PP va a incidir contra Sánchez, además de dar por supuesto que el conflicto se desatará en el Gobierno de coalición porque Sumar se mostrará más que remiso a aprobar la utilización de miles de millones de euros en Defensa, y, otro tanto ocurrirá con los socios externos de izquierda, como ERC, EH Bildu y BNG. Esas objeciones son más que verosímiles pero aún no existen pronunciamientos explícitos. También habrá matices.
A la manera pragmática y sin estridencias del PNV, su portavoz parlamentario, Aitor Esteban, introducirá el asunto en la sesión de control al Gobierno de este miércoles, con esta pregunta al presidente del Gobierno: “¿Hacia qué objetivos geopolíticos orientará su gobierno ante la nueva situación internacional?”.
En su línea habitual, Feijóo no ha registrado preguntas directas, sino enunciados genéricos que permiten cualquier salida cuando se dirige a Sánchez; y así será de nuevo este miércoles: “¿Cree que su coalición de Gobierno es lo adecuado para la situación política de España?”. Los contenidos de su reunión con exministros de su partido le darán bagaje como el que traerá Sánchez de Kiev. Los socialistas también quieren escuchar de Feijóo su criterio sobre cuál es el porcentaje del PIB dedicado a Defensa que consideran conveniente: el 2% previsto para 2029 o las nuevas exigencias, mucho mayores de Trump, y del secretario general de la OTAN, Mark Rutte.
Sánchez y Feijóo coinciden en que Ucrania es la víctima. Y en poco más, por ahora. En el camino hacia las elecciones generales, sean cuando sean, en el equipaje del PP se incluye la denuncia a Sánchez ante las autoridades europeas por llevar a cabo políticas supuestamente contrarias o vulneradoras de los tratados de la Unión. ¿En qué materias? Ninguna se descarta. Actualmente se fija la atención en derechos y libertades y agricultura. Algunos de los recién nombrados comisarios de Ursula Von der Leyen ya están siendo alertados para que vigilen a España, a Sánchez.