La ola ‘antiwoke’ ya cala en España entre los chicos jóvenes

Los datos muestran que la sociedad española no es ajena a un cambio cultural que en EE UU ya marca no solo la política, sino las decisiones de gigantes empresariales

Varios memes antifeministas que han circulado por las redes sociales.

“Todo lo que pretendía era salvar el planeta mientras amasaba una fortuna”. Aunque la frase con la que The Economist presentaba en 2023 a ...

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“Todo lo que pretendía era salvar el planeta mientras amasaba una fortuna”. Aunque la frase con la que The Economist presentaba en 2023 a Larry Fink como el “rostro del capitalismo woke” tenía un toque irónico, no dejaba de ajustarse a lo que el presidente de BlackRock proyectaba de sí mismo. Era un hombre de negocios, sí. Pero también un gurú, un filántropo. “Era la imagen del capitalismo con alma”, sintetiza Joan Navarro, sociólogo especializado en lobbies. En efecto, lo era.

Desvelada la farsa de la tecnoutopía de internet, que —como desgrana Andrew Marantz en su crónica Antisocial (Capitán Swing, 2021)— había prometido una mayor democratización de la política, la economía y la libertad de expresión y acabó entronizando a Donald Trump, el capitalismo se quedó la década pasada sin un altavoz creíble con el que prometer un mundo feliz. Tras la gran recesión, las big tech y las superplataformas –Airbnb, Uber– empezaron a ser sustituidas como productoras de discurso inspirador por un nuevo tipo de corporación, las gestoras de fondos de inversión. La principal, BlackRock, que administra más de 11 billones de euros en activos.

Al frente de la compañía estaba y sigue Larry Fink (Van Nuys, California, 72 años), erigido desde Wall Street, Davos o las cumbres del clima en adalid de una moralización del capitalismo que debía hacer compatible el lucro con un mundo mejor, con el cambio climático como desafío de época. Aunque su palabra fetiche ha sido “sostenibilidad”, Fink también ha sido un apóstol de la inclusión y la diversidad, hasta el punto de defender cuotas de género en las empresas. Ahora toda esta imagen benéfica ha quedado manchada por la rebaja de sus compromisos climáticos, que se suma a movimientos similares de otras gestoras y bancos.

Pedro Sánchez y Larry Fink, reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) en 2023.La Moncloa

Síntoma de un fenómeno político y social más amplio, la rebaja se produce a las puertas del regreso a la Casa Blanca de Trump con la promesa de una revolución contra la llamada “cultura woke”, que en el campo económico tenía a BlackRock en el centro de la diana. Ahora surgen preguntas. ¿Qué otras compañías seguirán su ejemplo, ¿afectará el retroceso a la igualdad y la diversidad?, ¿llegará a Europa?,¿a España? Más concretamente: en el caso español, ¿hay una base sociológica para que llegue o esto son cosas de yanquis?

Paco Camas, investigador sobre opinión pública de Ipsos, ve la maniobra de Fink como la adaptación a un ideario conservador que tiene en la economía una de sus expresiones, pero cuyo triunfo es más profundo. “En 1970 Milton Friedman dijo aquello de ‘la única responsabilidad social de los empresarios es ganar dinero’. De aquel debate ideológico surgió la llamada ‘responsabilidad social corporativa’, que ya tenía mucho de marketing y que ahora retrocede ante un giro ideológico conservador”, expone Camas, que recuerda que Elon Musk es un fan declarado de Friedman. La revancha se consuma.

El investigador no solo ve riesgo de contagio a España, sino que apunta que ya hay indicios de que la contraofensiva ideológica está calando, aunque en menor medida que en EE UU, beneficiándose de un clima de “pesimismo”: “El discurso antiwoke tiene mucho margen, tanto en lo económico como en lo político y lo social, porque hay una pulsión de resistencia a los avances en igualdad y contra el cambio climático”. Camas evita pronosticar si habrá empresas que imiten a BlackRock —uno de los grandes accionistas del Ibex 35—, pero está convencido que habrá presión en esa dirección en todos los ámbitos. Dos factores impulsan esta ofensiva, añade. El primero, que ya cuenta con “altavoces”, sobre todo Vox. El segundo, que las encuestas muestran que “hay agua en la piscina” para ese discurso.

Y la hay. El análisis de una decena de encuestas muestra contraluces. El respaldo a los valores puestos en el punto de mira por la ola conservadora es mayoritario, pero se expanden tres zonas de sombra: en la derecha, entre los hombres y en la juventud, especialmente en la generación Z, hasta los 24 años.

Cambio climático, voto, edad y sexo

El escepticismo sobre el cambio climático en España es minoritario. Predomina el convencimiento de que el problema no solo es real, sino que ya está aquí. Un dato: solo un 17,5% ve la dana de Valencia como un fenómeno aislado. Ahora bien, hay un retroceso en indicadores clave. La percepción del cambio climático como problema retrocede.

Así lo muestran tanto el Eurobarómetro como el CIS. En enero de 2023, un 9,7% lo veía entre los tres más graves, cifra que bajó al 6,3% un año después y a un 4,8% este viernes. Y cae la preocupación por el fenómeno. En abril de 2022, un 91,1% respondía que le preocupaba “mucho” o “bastante”, frente a un 8,1% que decía que “poco” o “nada”.

Ahora, los preocupados bajan al 75,1% y los despreocupados suben al 22,9%. En menos de tres años, en un proceso progresivo, la distancia a favor de los preocupados se ha reducido de 83 a 52,2 puntos. El 30% cree que España “sacrifica demasiado” contra el cambio climático, según una encuesta de Ipsos de 2024. Otra vez, son minoría. Pero también son tres puntos más que el año anterior.

Pero este “agua” de la que hablaba Camas no se distribuye homogéneamente por toda la “piscina”. Influyen tres factores. El primero es el voto. Hay más votantes preocupados por el cambio climático del PSOE (90,6%) y Sumar (97%) que del PP (63,3%) y Vox (35,3%), con datos del CIS de este viernes. El segundo es el sexo. Están preocupadas el 83,1% de las mujeres y el 66,5% de los hombres. El tercero es la edad. Los dos grupos con menor porcentaje de preocupados son los más jóvenes, entre 25 y 34 (71,5%) y sobre todo entre 18 y 24 (64,3%).

Tiene su punto paradójico: casi un 34% de la generación Z, a la que más le queda en el planeta, dice que le preocupa “poco” o “nada” el cambio climático; entre los que ya han soplado 75 velas, el porcentaje baja al 18,5%. Las actitudes de resignación también son más usuales entre hombres y en las generaciones Z y millennial, con datos de Ipsos de 2024 sobre 33 países, entre ellos España.

Manifestación para exigir medidas contra el cambio climático en Madrid.Rodrigo Jiménez ( EPA / EFE )

No solo hay tres brechas, es que además crecen. Hace menos de tres años, la diferencia entre el promedio de votantes del PP y Vox y el promedio de votantes del PSOE y Unidas Podemos (UP) preocupados por la crisis climática era de 13,3 puntos. Ahora es de 44,5, con Sumar en vez de UP. En el mismo periodo la distancia entre hombres y mujeres ha pasado de 4,9 a 16,6.

La preocupación por el cambio climático desciende en todas las cohortes de edad, pero la caída más fuerte se da entre los jóvenes de 18 a 24 años, con 23,7 puntos menos. Las encuestas de 40dB. también apuntan a un retroceso de la preocupación climática en la generación Z: entre octubre de 2022 y enero de 2025 ha bajado del 80,7% al 64,9%, casi 16 puntos, mientras en el conjunto de la población caía solo 7,3. Mientras tanto, subía entre los centennials 25,5 puntos la preocupación por la inmigración: del 42% al 67,5%.

Igualdad y diversidad

Lo woke es un mejunje en el que cabe de todo. Sus detractores cargan sobre todo contra la supuesta obsesión por la igualdad y la diversidad, dos áreas en las que la opinión pública española se adapta al molde ya descrito: la tolerancia es mayoritaria, al igual que la preocupación por el cambio climático, pero hay fallas. La primera —y hasta ahora única– encuesta del CIS Percepciones sobre la igualdad, de noviembre de 2023, ofrece una panorámica. Todo el estudio muestra que los hombres y quienes votan a la derecha tienen una actitud más fría ante el feminismo y una menor percepción de la existencia de desigualdad de género. Menos fácil de intuir es el sesgo según la edad, pero también está ahí.

¿Dónde se ve? Los encuestados deben responder sobre cinco cuestiones relativas a la situación de la mujer en el mercado laboral. En los tres grupos más jóvenes (16 a 24 años, 24 a 35 y 35 a 44) es siempre donde en menor grado se percibe que existe desigualdad. Y en cuatro casos los que menos la ven son los más jóvenes (16-24).

Lógicamente, dentro de cada grupo de edad el sexo influye. Ellas son siempre más conscientes de las desigualdades de género. Frente a un 59% de chicos de entre 16 y 24 años que no creen que las mujeres se vean obligadas a demostrar más para obtener el mismo empleo, solo un 24,5% de las mujeres lo ven así. En la misma cohorte, los varones que piensan que ellas tienen más dificultades para un ascenso se quedan en un 40%, mientras entre las jóvenes suben al 67,6%.

Dibujo explicativo de una vagina en un punto joven municipal en Madrid que Vox exigió retirar.Luis de Vega

Tres trabajos de 40dB. en 2024 coinciden en detectar menor igualitarismo y tolerancia ante la diversidad en los hombres y los más jóvenes. Tanto en las generaciones más nuevas –Z y millennial– como en las mayores —X y baby boom—, más mujeres que hombres piensan que hay “demasiado machismo”. Hasta ahí, nada llamativo. Pero la diferencia es abismal en la generación Z, los también llamados centennials, de 18 a 26 años: 82,2% las mujeres frente a 35,2% los hombres.

También hay diferencias en la actitud hacia las personas LGTBIQ+. Un 43,6% de los centennials piensan que debería haber un “día del orgullo heterosexual”, el mayor porcentaje de todos los grupos, frente a un 16,5% entre las chicas, el menor de todas las cohortes. Dentro de esa generación, hay una fuerte divergencia de género. Es un patrón que se repite ante diversas preguntas.

La politóloga Cristina Monge anima a poner los datos en perspectiva: “La preocupación por el cambio climático, la igualdad de género y la tolerancia a la diversidad siguen siendo valores transversales. Incluso en Vox, instalado en el negacionismo, hay un porcentaje importante de preocupados por el cambio climático [35,3%]. En cuanto a los más jóvenes, no podemos olvidar que su actitud responde en parte a una reacción contra lo mayoritario, propia de la edad, que nos indica cuáles son los valores dominantes”.

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