El PSOE se prepara para enviar a un miembro de su cúpula a reunirse con Puigdemont cuando esté maduro el pacto

Santos Cerdán, secretario de organización, es el enviado más probable para una foto sensible

Pedro Sánchez durante la reunión del Consejo Europeo Informal (EUCO), celebrada este viernes en Granada.PACO PUENTES

Las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez avanzan, aunque nadie se atreve a dar por seguro su éxito a estas alturas. El equipo más cercano del líder del PSOE está hablando con todos los grupos que conformarán la nueva mayoría —Sumar, ERC, Junts, P...

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Las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez avanzan, aunque nadie se atreve a dar por seguro su éxito a estas alturas. El equipo más cercano del líder del PSOE está hablando con todos los grupos que conformarán la nueva mayoría —Sumar, ERC, Junts, PNV, Bildu, BNG, e intenta incorporar a Coalición Canaria— en una jugada compleja a muchas bandas con negociaciones paralelas en las que lo más difícil es lograr incluir en el acuerdo a la vez a ERC y Junts, en permanente disputa por el liderazgo del independentismo. El acuerdo no está cerrado, y los movimientos discretos son intensos en los últimos días para intentar avanzar en el pacto, pero lo que sí tienen claro en el Gobierno y el PSOE, según varias fuentes consultadas, es que los socialistas, cuando esté maduro, tendrán que dar un salto con un movimiento decisivo y muy delicado: una foto en Bruselas entre un miembro de su cúpula y Carles Puigdemont, el líder de Junts. Es algo que él va a exigir, según coinciden fuentes de los dos sectores, y los socialistas están dispuestos a hacerlo siempre que el pacto esté cerrado, como conclusión de la negociación, y no antes.

La fecha para ese delicado momento no está cerrada porque tampoco lo está el acuerdo. Pero fuentes de los dos sectores coinciden en que ese es el final lógico de la negociación, que requerirá de una escenificación en cuanto esté madura. Parece inviable políticamente, según las fuentes consultadas, que esa foto sea entre Puigdemont y Pedro Sánchez, líder del PSOE y a la vez presidente del Gobierno en funciones, por lo que eso implicaría: el expresidente catalán salió de España en 2017 para esquivar a la justicia y desde entonces no ha regresado porque sería inmediatamente detenido.

Sánchez solo ha asumido de momento una foto la próxima semana con Míriam Nogueras, la portavoz parlamentaria de Junts y persona de absoluta confianza de Puigdemont. Pero no está previsto en ningún momento un encuentro con el expresident, que sería muy polémico. Tampoco con Oriol Junqueras, líder de ERC, ni con Arnaldo Otegi, de Bildu. Sánchez alega que él se concentrará en ver a los grupos parlamentarios, que son los que le tienen que dar su apoyo para la investidura.

Pero es poco probable que la cosa quede simplemente en esa foto con Nogueras. Al tratarse de una negociación entre partidos, en las conversaciones sí se está trabajando con la idea de que un miembro de la cúpula socialista acuda a Bruselas a sancionar el acuerdo con esa foto con el expresidente catalán. Y el hombre que más papeletas tiene para hacer ese delicado trabajo es Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE, según fuentes de la negociación. De hecho, el número tres del PSOE está ya muy metido en las negociaciones y esta semana ha viajado a París de forma discreta en el marco de ellas, un viaje de un día adelantado por OK Diario, aunque en el PSOE insisten en que no fue a ver a Puigdemont. De hecho, lo que hay encima de la mesa para cuando el pacto esté maduro no es un encuentro secreto con el líder de Junts, sino uno público, con foto, que supondría también un claro reconocimiento político al líder de un partido que será fundamental para la mayoría que Sánchez está buscando no para la investidura, sino para toda la legislatura.

Cerdán es un político discreto, sin mucho perfil público, pero de la absoluta confianza de Sánchez. Siempre está detrás de contactos de alto nivel con Bildu, con el PNV o con UPN —es navarro, y fue el que negoció el apoyo de este partido a la reforma laboral, finalmente truncado por la traición de dos tránsfugas que ahora son diputados del PP—, y es quien se mueve para desbloquear en nombre de Sánchez situaciones delicadas. Ahora es el encargado de buscar el apoyo de Junts.

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El presidente, con la última remodelación que hizo del partido, provocó una simbiosis importante entre el PSOE y el Gobierno. María Jesús Montero, número dos del partido, es además ministra de Hacienda en funciones. Félix Bolaños, destacado miembro de la Ejecutiva y el principal negociador de la investidura, es además ministro de la Presidencia. Y Pilar Alegría, la portavoz del PSOE, es también ministra de Educación del Ejecutivo en funciones. Ninguno de ellos podría ir a Bruselas a ver a Puigdemont sin que inmediatamente saltara la crítica —la misma que se produjo con Yolanda Díaz— de que un miembro del Gobierno español se reúne con una persona huida de la justicia española. Cerdán no está en el Ejecutivo y es un cargo puramente de partido, con lo que no se implicaría directamente al Gobierno. Aunque eso tampoco evitará los reproches.

Díaz fue muy criticada por la oposición tras visitar a Puigdemont en el Parlamento Europeo. Desde el PSOE señalaron que había ido por libre y no lo pactó con Sánchez. Pero el presidente ha evitado en todo momento criticar a la líder de Sumar por aquella visita. Ahora los socialistas darían un paso similar al que realizó ella, pero con una diferencia: llegarían allí para sancionar un acuerdo con una imagen, y no el inicio de una negociación. En cualquier caso parecen dos vías paralelas y no incompatibles, y este asunto está generando mucha menos tensión en la coalición de la que cabría esperar, porque los dos partidos parecen de acuerdo en que hay que lograr la investidura y para eso es necesario pactar la amnistía. Cada uno sigue sus caminos y sus ritmos, aunque la negociación directa para la ley de amnistía es entre el PSOE y Junts.

En cualquier caso, la foto sin duda será criticada por la oposición porque se trata de un reconocimiento político del PSOE a Puigdemont, con el que los socialistas prácticamente no han tenido relación durante estos seis años y con el que han sido muy críticos, y hasta hace muy poco insistían en que debía dar cuentas ante la justicia española.

Amnistía sin citar

Los socialistas ya están desgranando esta semana algunos de los argumentos principales para defender la amnistía, aunque sin citarla. Sánchez apela a lo que pasó con los indultos, que en su opinión han sido un éxito, para tratar de convencer a los ciudadanos de que con la amnistía pasará lo mismo: ahora hay críticas, pero más adelante se entenderá mejor. Dentro de esa ofensiva comunicativa, cuando llegue la foto del representante de Sánchez con Puigdemont, el PSOE explicará que ellos están buscando soluciones para el conflicto catalán. Y eso implica reunirse con una persona que, aunque está huido de la justicia española, vive en Bruselas con absoluta normalidad, es eurodiputado y tiene contacto diario con sus colegas europarlamentarios de todos los países y un despacho abierto en la Cámara.

La foto, que aún no está cerrada y, por tanto, tampoco garantizada —quedaría en nada si el acuerdo se frustra— sería la prueba final del avance de unas negociaciones que hace unas semanas parecían casi imposibles y que con el pasar de los días se han ido convirtiendo en algo cada vez más factible, aunque siempre complejo.

Dirigentes socialistas e independentistas consultados dan por superada la crisis de la semana pasada, cuando ERC y Junts votaron en el Parlamento catalán que no apoyarán la investidura si no se avanza hacia un referéndum de autodeterminación. Las declaraciones de algunos líderes independentistas los días siguientes han rebajado esa posición, y los negociadores confían en encontrar un punto de encuentro que, según aclaran en el PSOE, en ningún caso incluirá un referéndum de autodeterminación que Sánchez descartó de plano este martes.

Momentos de tensión como este último muestran la complejidad de la negociación y del delicado equilibrio en el que se mueve todo, pero las fuentes consultadas insisten en que sigue siendo mucho más probable el acuerdo que la ruptura, aunque aún queda mucho por negociar.

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