Los grandes del ‘streaming’ eliminan de sus catálogos los temas sin apenas reproducciones
En el mar de la música actual solo sobreviven los peces gordos.
Se da un fenómeno curioso en el vasto mundo digital de la música: millones de canciones en plataformas de streaming como Spotify permanecen sin ser escuchadas. Recientemente, la empresa sueca y otras páginas similares están reconsiderando sus estrategias para lidiar con este exceso. Un ejemplo claro es el caso de varios grupos indies españoles que fueron retirados de Spotify y otras aplicaciones por su di...
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Se da un fenómeno curioso en el vasto mundo digital de la música: millones de canciones en plataformas de streaming como Spotify permanecen sin ser escuchadas. Recientemente, la empresa sueca y otras páginas similares están reconsiderando sus estrategias para lidiar con este exceso. Un ejemplo claro es el caso de varios grupos indies españoles que fueron retirados de Spotify y otras aplicaciones por su distribuidora digital, Altafonte, debido a bajas reproducciones. Los artistas encontraron refugio en otras distribuidoras que sí aceptan catálogos amplios con pocas reproducciones.
Este cambio de enfoque se ve en la nueva política de Spotify: no pagar royalties por canciones con menos de 1.000 reproducciones en un año. Un informe de Luminate en 2023 reveló que el 82,7% de las canciones en streaming recibió menos de 1.000 reproducciones y, sorprendentemente, casi el 25% no tuvo ninguna reproducción. Con el crecimiento constante del catálogo de música, se prevé que las canciones sin escuchas alcancen los 100 millones para 2028.
El costo de mantenimiento de estas plataformas ha aumentado drásticamente, de 35 millones en 2019 a más de 130 millones en 2022. A pesar de que Spotify finalmente reportó ganancias en el último trimestre de 2023, enfrentó desafíos significativos, incluyendo tres rondas de despidos y una subida en sus tarifas. Sin embargo, sigue siendo líder, con 226 millones de suscriptores y 574 millones de usuarios mensuales.
Estos cambios reflejan la presión sobre las plataformas de streaming debido a los altos costos operativos, la impaciencia de los inversores con las tecnológicas que no generan ganancias consistentes y la competencia con empresas como Apple y Amazon, que respaldan sus servicios de reproducción con otras líneas de negocio.
El sistema de pago de royalties, conocido como “prorrata”, beneficia a los artistas más populares, como Taylor Swift, pero deja a muchos otros con millones de reproducciones ganando apenas unos pocos dólares al año. Aunque el valor de Spotify se ha triplicado desde la pandemia, la proporción de ingresos destinados a los artistas no ha aumentado significativamente.
Las discográficas tradicionales, por otro lado, siguen beneficiándose de los derechos musicales acumulados a lo largo de los años, obteniendo ganancias sin necesidad de invertir en nuevos talentos. Respondiendo a este panorama, Universal Music y Warner en Francia han adoptado un nuevo modelo, inicialmente propuesto por Deezer, donde solo se pagarán royalties a las canciones con un mínimo de reproducciones mensuales y por al menos 500 usuarios distintos. Además, se eliminarán pistas consideradas como “ruido”.
El reto principal para la supervivencia del streaming es cómo manejar la música generada por inteligencia artificial y los catálogos masivos que buscan aprovecharse de los royalties sin enfocarse en la calidad. Esta situación amenaza con desplazar a miles de artistas que luchan por destacar en un mercado dominado por algoritmos.
Así pues, el streaming, que prometía revolucionar el acceso a la música, se enfrenta a un dilema crucial: cómo equilibrar la oferta de un catálogo extenso con la necesidad de garantizar ingresos justos para los artistas y mantener su viabilidad económica. Mientras, los amantes de la música harán bien en conservar sus colecciones de vinilos y CD, testigos de una era diferente en la industria musical.