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David Delfín, un diseñador único e irrepetible en la moda española, reivindicado en un documental

‘David Delfín. Muestra tu herida’ es una lectura de toda la carrera y la vida del creador fallecido en 2017

La prematura muerte de David Delfín y Bimba Bosé en 2017 produjo una profunda herida en la moda española. Ella dejaba en su estela una de las carreras de modelo más internacionales tras padecer un cáncer de pecho. Él, un imaginario único minado p...

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La prematura muerte de David Delfín y Bimba Bosé en 2017 produjo una profunda herida en la moda española. Ella dejaba en su estela una de las carreras de modelo más internacionales tras padecer un cáncer de pecho. Él, un imaginario único minado por tres tumores cerebrales. Musa y creador fallecieron con tan solo cuatro meses de diferencia. Bimba tenía 41 años; David, 46. Su historia compartida junto a quienes fueran sus parejas y socios, los hermanos Diego y Gorka Postigo, encuentra una emocionante lectura en el documental David Delfín. Muestra tu herida, presentado en la Seminci de Valladolid por RTVE. “El proyecto que nace del estupor de encontrarme con que, en mis charlas y clases con alumnos de moda, muchos no saben quién es David Delfín. Definió mucho de nuestro presente”, dice el periodista Rafa Muñoz, impulsor del filme junto a los directores César Vallejo y Ángela Gallardo.

En su afán por mantener viva esa memoria, adquirieron 80 horas de grabaciones inéditas captadas por Diego Postigo desde que eran “unos babies”, dice su autor. El kilómetro cero de su relación se materializó en el año 2000 en otro kilómetro cero, el de la Puerta del Sol de Madrid. Bajo la lente de Diego, por entonces estudiante de segundo de Comunicación Audiovisual, unos jovencísimos David y Bimba se fundían en un abrazo para un corto experimental, incluido hoy en el documental. “Yo tenía que hacer un ejercicio para la universidad y tenía una idea: un personaje que camina ralentizado por una ciudad donde la gente se mueve a un ritmo frenético. Se siente solo y, por fin, encuentra a esa otra persona en su misma frecuencia. Había conocido a David dos días antes y le propuse protagonizarlo. Me dijo: ‘Tengo a la otra persona’. Y apareció con Bimba, que tenía un sello discográfico con su novio de entonces, el DJ Toni Rox. El éxito como modelo le vino después [y su relación con Diego, de la que nacieron sus hijas Dora y June, también]. David vino sin dormir. Y lo hizo increíble”.

A Gorka Postigo, que sería pareja y socio de David durante una década, le gusta pensarlos fundidos en otra dimensión. “Jamás se separaron. David dijo que Bimba abriría y cerraría siempre sus desfiles, y así fue. Tuvieron una simbiosis creativa muy fuerte y una sincronización vital: cuando se fue el uno, se fue el otro. Los que vivimos esa generación del salto de siglo entendemos que contribuyó a abrir una etapa importante: entendió esa transición de lo analógico a lo digital, de lo local a lo global”. Gorka aportó sus conocimientos en fotografía; su hermana Deborah, salida del máster de EL PAÍS, se hizo cargo de la comunicación. Los cinco afrontarían un vertiginoso salto del underground a la primera plana con la polémica del primer desfile en Ifema en 2002, donde las modelos encapuchadas y con sogas al cuello tropezaban en la pasarela. Las referencias a Magritte o Buñuel fueron sustituidas en los noticiarios, aún bajo el influjo del 11-S, por connotaciones a los burkas y al maltrato a la mujer. Pasado el escándalo, el viento giró a su favor. La siguiente edición ganaron el Premio L’Oréal.

De la noche a la mañana, todo el mundo se daba de tortas para estar en los desfiles de la firma Davidelfin. Su visión atípica contribuyó a ese magnetismo. Como recuerda Gorka: “David no había estudiado moda, era un intruso. En lugar de avergonzarse u ocultarlo, hizo todo lo contrario, abordarla de una manera muy desprejuiciada, plantear otro tipo de discursos. Y eso conectó con mucha gente”. El diseñador Juan Duyos fue uno de sus buenos amigos y referentes. Delfín siempre lo llamaba para cubrir sus lagunas: desde dónde comprar unas cremalleras hasta cómo hacer un escandallo. “Lo conocía de verlo en la papelería de Malasaña La Riva, donde compraba habitualmente y él era dependiente. Después lo seguí encontrando cuando atendía en la tienda Supreme, donde vendíamos nuestra ropa. Un día apareció en el backstage de uno de mis desfiles de Cibeles para regalarme una de esas camisetas que pintaba a mano, con su caligrafía hecha con la mano izquierda y su crucecita roja cosida de fieltro. Al principio no la entendí muy bien, pero comprendí que tenía un fondo arty y una identidad interesante. Me la puse para saludar. Y a partir de ahí nos hicimos amiguísimos”.

La inspiración de aquellas camisetas primigenias era el artista Joseph Beuys, una de sus fijaciones. “David era muy obsesivo. Cuando le daba por algo, se metía de lleno. Una época le dio por el budismo e iba rapado y vestido de naranja. Hasta se tatuó los ojos de Buda en la espalda”, señala Pepón Nieto. El actor, amigo del cole en Marbella, fue su socio en su primera marca, Sans Titre. “Yo solo le ayudaba a distribuirlas y me bajaba a las tiendas del Rastro madrileño para comprar esas prendas militares de segunda mano. Luego él les daba la vuelta y les pintaba esos mensajes con tipp-ex, las bordaba…”. Su posterior carrera le sirvió a David Delfín para desplegar sus referencias, como diría él, “intensas”. Cuando Soledad Lorenzo, una de sus primeras prescriptoras, le invitó a hacer una presentación performativa en su galería, se apropió del lenguaje de Bill Viola y Louise Bourgeois. Al plantearse una escenografía, podía pensar en Christian Boltanski o la Bauhaus. Y siempre, de fondo en todo, el psico­análisis de Freud. Pero quienes lo trataron más en privado coinciden en su capacidad para vertebrar su universo a partir del sentido del humor y una visión pop de la vida.

“Era moderno de piel, ambicioso en el buen sentido, sociable y carismático. Se movía igual de bien en el sitio más underground que entre la alta sociedad madrileña. Si le sumas su capacidad para reírse de todo, el resultado es un éxito”, reflexiona Duyos. El modista fue uno de los asiduos que visitaban a Delfín en sus últimos días. “Conservó ese humor hasta el final. Poco antes de morir, le dieron el Premio Nacional de Diseño de Moda, 30.000 euros. Y se los gastó en un anillo pantera de Cartier para recibir engalanado en su sofá, en pijama pero con su anillaco”.

La vida de David Delfín, el creador, el personaje mediático y la marca, está ampliamente documentada. También su muerte, en su quinto piso sin ascensor, junto a su novio el fotógrafo Pablo Sáez. Lo que está menos contado son los orígenes de Diego David Domínguez González, nacido en una humilde familia de Ronda en 1970. En el documental vemos a sus hermanos evocar a ese niño apodado Delfín, callado y observador. Pepón Nieto iba un curso por delante. Para David, su pandilla era la de los modernos. Pronto, acabaría adelantándolos a todos. “Como no tenía dinero para comprarse un polo de Lacoste, se puso en uno un cocodrilo de plástico. Se cambiaba en el descansillo de casa para que su familia no le pillara”, rememora el actor.

El coreógrafo y director de escena Dani Pannullo se topó con ese tardoadolescente trabajando en una óptica. “Estaba de paso por Marbella y di con los modernos del pueblo. Él ya tenía luz propia. Se vino meses después a Madrid para trabajar conmigo. Quería ser actor”. Nota para fans: búsquenlo en su pequeñísimo papel como travesti en Todos a la cárcel (1993), de Berlanga. Pannullo lo catapultó como uno de los club kids del House of Devotion, la fiesta semanal del Morocco de Alaska, donde Delfín hacía playbacks y bailaba junto a otras figuras, como la actriz Lluvia Rojo, el presentador Johann Wald o el actor Pedro Pascal. Hoy, está reuniendo financiación para un ballet urbano en su homenaje, titulado Davidelfin. Mi vida anterior, que espera llevar a los Teatros del Canal de Madrid y a La Térmica de Málaga, donde se ha creado un premio bienal David Delfín para talentos en moda. La reivindicación se redondea estos días con una exposición en el Patio Herreriano de Valladolid que reúne casi 200 piezas, entre indumentaria y colaboraciones. Puede verse hasta el 11 de enero de 2026, y la idea es que llegue a Madrid y Barcelona.

La noche sirvió de caldo de cultivo para la seductora personalidad de David Delfín. Trabajando como camarero en el bar Corazón Negro, de Paola Dominguín, tuvo el flechazo con Bimba al verla una madrugada cruzar la puerta. También fue donde fraguó amistad con Félix Sabroso, director de la serie Furia, por entonces aspirante a guionista que escribía monólogos de cabaret para una desconocida Antonia San Juan. “Lo conocí en el año 92”, recuerda Sabroso. “Los primeros noventa en Madrid fueron muy fuertes. El manierismo de los ochenta dio paso a un ‘más siempre es más’: más hombreras, más cardados, más drogas, más afters. David supo tomarle el pulso a todo eso y traducirlo en una energía propia”.

Para Sabroso, la recuperación de su figura es pertinente porque encapsula algo que se está perdiendo en la moda. “La idea de la exclusividad artística se ha ido deteriorando. Por eso, la imagen de David Delfín adquiere fuerza. Posiblemente desde Sybilla o Alvarado no haya habido un diseñador en España con un universo propio tan sólido e identificable. El tiempo lo destruye todo, pero los auténticos creadores siempre encuentran un lugar en la memoria”. El de David Delfín se encuentra suspendido en un abrazo eterno con Bimba Bosé.

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