Ir al contenido

Esteso, Pajares y la nueva política

Tras la crisis de 2008 escribí que la entonces llamada nueva política no necesariamente era mejor que la vieja

De izquierda a derecha Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón en el Congreso de Podemos en Vistalegre, Madrid el 19 de octubre de 2014Claudio Álvarez

Mientras escribo estas líneas, llueven denuncias de acoso sexual contra Juan Carlos Monedero, y es inevitable el recuerdo de la caída en desgracia de otro fundador de Podemos: Íñigo Errejón. Al margen de cómo acabe esto, tres cosas parecen seguras. La primera es que, sean o no condenados, Errejón y Monedero se comportaron de forma como mínimo indecorosa con algunas mujeres. La segunda es que ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Mientras escribo estas líneas, llueven denuncias de acoso sexual contra Juan Carlos Monedero, y es inevitable el recuerdo de la caída en desgracia de otro fundador de Podemos: Íñigo Errejón. Al margen de cómo acabe esto, tres cosas parecen seguras. La primera es que, sean o no condenados, Errejón y Monedero se comportaron de forma como mínimo indecorosa con algunas mujeres. La segunda es que muchas personas deben de sentirse muy decepcionadas, sobre todo muchas mujeres que confiaron en un partido que hizo bandera del feminismo y que, según todos los indicios, toleró o no impidió que algunos de sus dirigentes más destacados abusasen de sus compañeras. La tercera cosa que sabemos es cómo reaccionaría don Quijote: tras cubrir de improperios a ambos sujetos (“¡Daos presos, villanos, malandrines, hideputas, fementidos, mentecatos, etc.!”), sin encomendarse a nadie les cortaría los testículos, se los metería en la boca, les cosería los labios con hilo de bramante y los dejaría desangrarse en medio de horribles tormentos al sol de los Monegros. En cuanto a mí, soy vanidoso, pero no tonto, así que jamás se me ocurriría intentar siquiera emular al héroe máximo, por lo que mi modesta proposición —a la espera del veredicto de las autoridades competentes— es la que sigue.

Se trata de filmar una película. De hecho, ya se lo he propuesto a varios directores, pero todos la han rechazado, lo que dice muy poco en favor del estado actual del cine español. La obra se titularía Los salidos y sería una humilde versión posmoderna de las películas que en época del destape protagonizaron Esteso y Pajares; no es que sueñe con alcanzar la excelencia artística de hitos de la cinematografía patria como Los bingueros, Los chulos o Los liantes: es que es obvio que Errejón y Monedero obligan a recuperar su espíritu y actualizar su letra. Los protagonistas de la cinta serían los auténticos Errejón y Monedero: ¿quién mejor que ellos mismos podría interpretar su papel ante la cámara? A ambos debería sumarse el propio Pablo Iglesias, quien, pese a su escaso afán de protagonismo, a buen seguro accedería a actuar por solidaridad con sus amigos o examigos. Además, la historia de Podemos es inimaginable sin Iglesias, cuyo partido era conocido por ciertos correligionarios como Pablemos o, acaso más apropiadamente, como Follemos. De hecho, el núcleo conceptual de la película cabe en una sola frase murmurada con pesadumbre por algún viejo amigo fiel del fundador del partido: “En realidad, Pablo solo quería ligar, lo que pasa es que la cosa se le fue de las manos”. Por lo demás, la trama de Los salidos consistiría en una sucesión chispeante de fiestas, mítines y reuniones donde los tres patanes hacen de las suyas, disparando contra todo lo que se mueve mientras, en una atmósfera de efervescencia emotiva solo superada por el procés, asaltan los cielos, tachan de fascistas a sus críticos, proclaman la superioridad moral de la izquierda, decretan el fin de la presunción de inocencia y dividen en bandos irreconciliables el feminismo. No todo, sin embargo, serían descarados intentos de magreo disfrazados de compañerismo empático o correrías en paños menores por los pasillos de Vistalegre II; también habría escenas confesionales del trío de babosos asegurando entre sollozos etílicos que perpetran sus tropelías por amor, e incluso un número musical donde bailarían acompañados de Raphael, que haría un cameo para cantar con ellos una versión inolvidable de uno de sus grandes éxitos: “Pablemos del amor / una vez más / es toda la verdad / de nuestras vidas / pablemos un momento / las horas y los días / y pablemos del amor / u-na-vez-más”. En suma: una gozada. Y un éxito seguro de crítica y público.

Tras la crisis de 2008 escribí que la entonces llamada nueva política no necesariamente era mejor que la vieja; y puse como ejemplo flagrante los años treinta del siglo XX, donde la vieja política era la democracia y la nueva el fascismo. Me llamaron de todo, y con toda la razón: era imposible adivinar que la nueva política mundial sería Trump, pero ¿cómo no preví que la española serían Esteso y Pajares? Hay que ser idiota.

Sobre la firma

Más información

Archivado En