MareNostrum 5, el último de una saga de superordenadores
Hemos seguido durante un año el proceso de montaje de esta nueva herramienta al servicio de las investigaciones científicas, que se inaugura esta semana
En el Barcelona Supercomputing Center (BSC) están acostumbrados a dar brincos tecnológicos desmesurados. “El MareNostrum 5 es 30 veces más rápido que el MareNostrum 4 y 10.000 veces más rápido que el MareNostrum 1″, dice por videoconferencia su director, Mateo Valero. Resulta difícil de asimilar. Él lo cuenta como si fuese lo más natural, lo que cabe esperar. Habi...
En el Barcelona Supercomputing Center (BSC) están acostumbrados a dar brincos tecnológicos desmesurados. “El MareNostrum 5 es 30 veces más rápido que el MareNostrum 4 y 10.000 veces más rápido que el MareNostrum 1″, dice por videoconferencia su director, Mateo Valero. Resulta difícil de asimilar. Él lo cuenta como si fuese lo más natural, lo que cabe esperar. Habita un mundo que funciona con otros guarismos. Los MareNostrum son los supercomputadores que ha desarrollado este centro de investigación, puntero en el ámbito global, desde el primero, de 2005, hasta el quinto, que se inaugura el 21 de diciembre y dará servicio a la ciencia en retos cruciales: desde la proyección del cambio climático hasta el desarrollo de gemelos digitales —simuladores— del cuerpo humano con fines médicos, pasando por otros asuntos tan disímiles y valiosos como, por ejemplo, el refinamiento de la capacidad lingüística de la inteligencia artificial o la mejora de las intervenciones urbanísticas. Valero recuerda que, cuando comenzaban, un colega foráneo le soltó: “Todos podemos tener nuestra hora de gloria”. Dos décadas más tarde, el BSC ha pasado de contar su personal en unas pocas decenas a casi un millar. Y se ha consolidado como uno de los cinco principales centros de supercomputación de Europa. “Parece que hemos sobrevivido”, ironiza el responsable.
Valero, un pionero de la computación en España, explica que el formidable ritmo de perfeccionamiento de estas megamáquinas se debe a que la velocidad de los procesadores —las unidades funcionales básicas de los ordenadores— ha ido aumentando de año en año y, a la vez, a la capacidad, también cada vez mayor, de hacer trabajar conjuntamente cantidades masivas de ellos.
El MareNostrum 5 tiene una potencia máxima de cálculo de 314.000 billones de operaciones por segundo. Está entre los supercomputadores más grandes y potentes del mundo, según el ranking de referencia Top 500 de Linpack. Con todo, no ha sido diseñado para batir marcas técnicas, sino para ser lo más funcional posible para la investigación, como recalca su ingeniero jefe, Sergi Girona: “Nuestro objetivo no fue tener el supercomputador más potente del mundo. Nuestro propósito es ayudar a resolver los problemas científicos más complejos. Y si lo valoramos así, en cuanto al servicio a la comunidad científica, creemos que el nuestro es el mejor, el más completo y versátil del mundo”.
La máquina combina dos sistemas, “una partición dedicada a la computación clásica y una partición acelerada”. Esta última estará dedicada a los proyectos que empleen inteligencia artificial, con 4.480 procesadores de última generación Nvidia Hopper. Cada uno de estos chips tiene más del doble de potencia que todo el MareNostrum 1, que en 2005, cuando entró en funcionamiento, era el cuarto más rápido que había.
El MareNostrum 5 ha supuesto la mayor inversión europea en una infraestructura científica en España. Su coste total ha sido de 207 millones de euros, 151 del desarrollo de la máquina y otros 56 relacionados con su consumo energético y con su mantenimiento durante los próximos cinco años. El 50% está financiado por la Comisión Europea y el otro 50% ha sido asumido, en diferentes proporciones, por el consorcio público base del BSC-Centro Nacional de Supercomputación, formado por el Gobierno de España, la Generalitat y la Universitat Politècnica de Catalunya, más otros dos países que forman parte del proyecto, Portugal y Turquía.
Apenas a punto de estrenarse el MareNostrum 5, ya se prevé que en un lustro haya nuevo modelo, el MareNostrum 6. Valero precisa que es el tiempo en que tardan en quedarse “obsoletas” estas máquinas. En la pantalla, muestra una libreta que lo acompaña y en la que va haciendo anotaciones para el próximo supercomputador. Para este reto, advierte, la clave no será tanto de potencia técnica como, podríamos decir, de independencia estratégica. “El reto es que Europa diseñe sus chips, y nos hemos propuesto realizar este sueño, por primera vez, con la tecnología del MareNostrum 6″.
El proyecto del número 5, que ocupa una sala de unos 900 metros cuadrados en la que se distribuyen más de 180 armarios informáticos —racks—, comenzó en 2017 con la búsqueda de financiación, nada más inaugurarse el 4. La pandemia ralentizó los tiempos y la construcción del prodigioso artefacto comenzó hace un año. Girona afirma que esto fue viable gracias a la experiencia acumulada con los cuatro proyectos anteriores. En cierto modo, se puede decir que todo MareNostrum es como una matrioska en la que cada supercomputador contiene, en lo que toca a experiencia y saber hacer, a sus anteriores. “Hacer esta instalación partiendo de cero hubiera sido imposible”, asegura el ingeniero.