De Cadaqués a Beverly Hills: el viaje cinematográfico de la exmodelo Steffy Argelich
La catalana debuta como directora de cine con ‘Vera’, que narra la relación de un abogado maduro desnortado y una joven que busca empezar a vivir su vida
“Nunca me he sentido tan identificada conmigo misma”, sonríe Steffy Argelich (Barcelona, 29 años) cuando le preguntamos por la sesión de fotos que acaba de terminar en un soleado estudio a las afueras de Barcelona. En ella camina por un plató, ajusta un objetivo y se sienta en la misma silla plegable —con su nombre grabado en el respaldo— desde la que dirigió Vera (2023), su ópera prima presentada el pasado mes de abril en el Festival de Cine de Beverly Hills. “Siempre había querido estar al otro lado de la cámara: aquí ...
“Nunca me he sentido tan identificada conmigo misma”, sonríe Steffy Argelich (Barcelona, 29 años) cuando le preguntamos por la sesión de fotos que acaba de terminar en un soleado estudio a las afueras de Barcelona. En ella camina por un plató, ajusta un objetivo y se sienta en la misma silla plegable —con su nombre grabado en el respaldo— desde la que dirigió Vera (2023), su ópera prima presentada el pasado mes de abril en el Festival de Cine de Beverly Hills. “Siempre había querido estar al otro lado de la cámara: aquí me siento muy cómoda y a gusto, porque es la primera vez que realmente puedo enseñar mis ideas y no representar las de otra persona”, reflexiona la ahora directora, que empezó su carrera como modelo con apenas un año en un anuncio de Freixenet. Con 16 años protagonizó una campaña para Stradivarius y con 18 ya vivía entre París, Nueva York y Barcelona, trabajando con fotógrafos de la talla de Steven Meisel o Peter Lindbergh y desfilando para firmas como Louis Vuitton. Actuó también en cortometrajes y videoclips.
Su debut es un largometraje que cuenta la historia de Ale —interpretado por Alejandro Castro—, un abogado que intenta huir, sin demasiado éxito, de un sentimiento de culpa que le hace plantearse el suicidio. En una paradisiaca isla mediterránea propiedad de su familia se encuentra con Vera (Nicole Wallace), la adolescente hija de la guardesa —papel que interpreta Marta Torné— en pleno descubrimiento vital y sensual que desde el primer momento muestra interés por el desconocido y todo lo que le rodea: éxito, dinero, poder y una vida cosmopolita. “Vera es el nombre de ella, pero la película no es sobre ella: refleja un problema de la sociedad actual; nadie está contento con lo que tiene”, reflexiona Argelich. “Vera quiere tener la vida de Ale, y él no quiere vivirla porque le pesa; hay gente que lo tiene todo para ser feliz y, a pesar de eso, no puede”.
La belleza de los escenarios es tan abrumadora que los convierte también, de alguna manera, en protagonistas. “La película no tendría sentido en otro lugar”, asegura la directora. “Viniendo del mundo de la imagen y la moda, para mí era muy importante que la cinematografía fuera impecable: grabamos en una isla privada, y creo que ha sido importante en esta película —y lo será también en las siguientes— que la localización aporte su toque”, cuenta Argelich. “Grabar en una isla implica que todo tiene que llegar por mar: de repente atraca un barco lleno hasta arriba de muebles, y cada vez que cambiábamos la localización había que mover la cámara en una lancha. Fue entretenido”.
No estuvo sola en el proceso: como productor y coguionista le acompañó su marido, el también director de cine Grear Patterson. “Además, todo el equipo éramos amigos, desde el director de arte (Gabriel Escámez) a la ayudante de dirección (Andrea Vandall). El proceso del rodaje fue fácil y divertido, como todas las cosas buenas”. La convivencia durante la grabación les generó “mucha sensación de familia” y favoreció la conciliación. “Mi hijo Cy, que era muy pequeño, pudo estar todo el tiempo con nosotros, jugando, detrás de la cámara… Se le veía muy cómodo”, sonríe la directora.
No fue el único espíritu libre en el proyecto: aunque el guion estaba escrito y los planos preparados, el equipo dio libertad a los actores para improvisar y poner de su parte. “Así, al final todos hacemos una película juntos, y creo que eso es mucho más interesante: me gusta llegar a los rincones de la mente del actor, que las escenas sean largas y pase lo que tenga que pasar”. La fórmula funcionó a la perfección, y Vera fue acogida en Beverly Hills con éxito entre la crítica y el público. Habrá más. “Estar detrás de la cámara se ha convertido desde hace un tiempo en mi proyecto principal; ya he escrito mi segunda película, estamos haciendo el casting y vamos a rodarla muy pronto”, desvela Argelich. “El estilo será un poco más de Hollywood, habrá actores y actrices conocidos y la localización también es increíble: me muero de ganas de empezar”.