Alterconsumismo
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Monedas oxidables para una economía más equitativa

El autor propone una nueva regla de juego que permite distribuir la riqueza de manera más justa

¿Os apetece adelantar el pago de IPRF, IBI y/u otros impuestos?(c) Miguel Yasuyuki Hirota

En mi último post he presentado la relevancia de la moneda oxidable para una economía con mejor redistribución de riqueza, complementando las propuestas del economista francés Thomas Piketty. Es un tema que ya he mencionado varias veces, cuando hablé por ejemplo de teoría, moneda social oxidable Chiemgauer y monedas paralelas en Egipto Antiguo y Europa Medieval, pero quisiera destacar otro mecanismo muy interesante si queréis lograr mejor redistribución de riqueza: hacer desaparecer los tipos de interés. Vamos a ver el porqué.

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La moneda oxidable significa que tu dinero guardado por debajo del colchón pierde su valor nominal a un determinado ritmo. En el caso de Wörgl, un pueblo austríaco donde una moneda local emitida por el Ayuntamiento sirvió para animar la economía local en la década de 1930, los billetes caducaban cada mes y era necesario comprar sellos del 1% del valor y pegarlos, por ejemplo, un sello de 10 céntimos para un billete de 10 euros para volver a validar este medio de intercambio. Eso significa que un billete atesorado hace un año pierde el 12% del valor (porque hay que poner 12 sellos de 10 céntimos para revalidar un billete de 10 euros). Y ahora os pregunto: Si tuvieras 10.000 euros en esta moneda, ¿qué harías?

La pérdida paulatina del valor del dinero es el punto de partida que cambia fundamentalmente las relaciones entre los que tienen dinero y los que no. Imaginemos la relación entre David que tiene un billete de 10 euros y Cristina, que ofrece el menú del día de 10 euros en su restaurante. Cada mediodía Cristina se ve obligada a atraer más clientes porque no se puede guardar la comida para el día siguiente, mientras que David puede optar por comer ahí hoy, mañana, en una semana o en un año, porque el billete no pierde nunca su valor.

Y es esta funcionalidad impecable del dinero, como medio de guardar valores para el futuro, que otorga a sus poseedores la posibilidad de cobrar tasas de interés por su servicio de proveer la liquidez temporalmente a los prestatarios, haciendo que quien tiene dinero pueda cobrar aún más dinero mientras que quien necesita más dinero del que tiene acabe perdiendo dinero en este costo financiero. Margrit Kennedy, en su obra maestra Dinero sin Inflación ni Tasas de Interés, demuestra esta redistribución injusta de nuestra riqueza.

La circulación de la moneda oxidable haría que toda persona recibiera dinero suficiente tarde o temprano

Esta situación cambia fundamentalmente con la moneda oxidable. Si tienes 10.000 euros oxidables, perderás 100 euros cada mes y si no haces nada, desaparece todo el dinero en ocho años y poco. Te interesaría más, por lo tanto, comprar algo duradero (una vivienda o coche, por decir algo) para evitar la pérdida. O quizá optarías por cotizar más de lo necesario en la seguridad social para poder cobrar más pensiones en el futuro, prestar dinero sin cobrar tasas de interés, y/o aún en tasas de interés negativo, es decir, prestar 10.000 euros pero exigir la devolución de solo 9.500 euros en un año, en vez de atesorar este dinero por un año y perder 1.200 euros. Y aun así te beneficiarías porque puedes evitar la oxidación, completa o parcialmente.

Y la circulación incesante de la moneda oxidable sin atesoramiento haría que cualquier persona recibiera una cantidad de dinero suficiente tarde o temprano, quizá como bonus que reciben los trabajadores, quizá como propina si trabajas como camarero/a, quizá como donación a asociaciones y otras entidades con fines sociales. Sería muy importante recordar que Wörgl vivió tanta prosperidad económica que algunos habitantes quisieron adelantar el pago de impuestos locales. ¿Os apetece adelantar el pago de IPRF, IBI y/u otros impuestos?

Como estamos tan acostumbrados a vivir en un sistema económico que tiende a concentrarse en algunas personas, ciudades o países, no es fácil imaginar cómo un sistema monetario apropiado nos ayuda a vivir una economía más equitativa, pero hay diferentes casos históricos que comprueban su eficacia. ¿No os apetece aprender del pasado?

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