Columna

Estado del contubernio

La democracia no está suspendida, pero cualquier parecido con el funcionamiento normal de las instituciones es una fantasía que nos ayuda a pensar que las cosas siguen en pie

Pedro Sánchez preside el Consejo de Ministros, este martes en La Moncloa.Moncloa

La población encerrada, el Gobierno con la lengua fuera y la oposición esperando su ocasión como si el coronavirus fuera un proyecto de ley elaborado por un contubernio socialcomunista. Este es el cuadro de situación de lo que llamábamos vida pública antes de la pandemia. Y mientras tanto, en los hospitales y en los laboratorios, librándose batallas descomunales contra el virus y su enfermedad, de los que médicos y científicos siguen aprendiendo cada día. Acostumbrada en los últimos años al monocultivo de la entrevista política,...

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La población encerrada, el Gobierno con la lengua fuera y la oposición esperando su ocasión como si el coronavirus fuera un proyecto de ley elaborado por un contubernio socialcomunista. Este es el cuadro de situación de lo que llamábamos vida pública antes de la pandemia. Y mientras tanto, en los hospitales y en los laboratorios, librándose batallas descomunales contra el virus y su enfermedad, de los que médicos y científicos siguen aprendiendo cada día. Acostumbrada en los últimos años al monocultivo de la entrevista política, mis circuitos neuronales se electrizan cuando epidemiólogos, virólogos o intensivistas me responden a alguna pregunta: “No lo sé”.

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En la política todo es mucho más sencillo, como es obvio, solo hay que saber cómo pararlo todo sin que la economía se hunda, o cómo volver a la actividad sin que los contagios crezcan. No sé a ustedes, pero a mí me han contado un par de docenas de fórmulas en las últimas semanas. El único que no se entera es el Gobierno. Ahí tienen las fotos diarias de Pablo Casado, dando en el clavo sobre cómo afrontar esta situación histórica. Hoy frente al espejo del baño, mañana frente a un rebaño de ovejas.

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La democracia no está suspendida, pero cualquier parecido con el funcionamiento normal de las instituciones es una fantasía que nos ayuda a pensar que las cosas siguen en pie. El Gobierno corre a la vez que se ata los cordones de las zapatillas, según la feliz metáfora de Íñigo Errejón. Pero podría elegir presentar el plan de desescalada en el Congreso, en lugar de hacerlo en La Moncloa. E insiste el Ejecutivo en uno de sus mayores errores políticos desde el comienzo de esta crisis: no incorporar a esas ruedas de prensa multitudinarias del mando único a los consejeros de Sanidad de las comunidades autónomas más afectadas. Son Estado, y nunca la información de una comunidad fue más determinante para el resto. Nunca de la gestión autonómica de un asunto dependió tanto la vida del conjunto. Y como ventaja extra para los de Sánchez, los consejeros tienen que pasar el argumentario del partido por el tamiz de la realidad. Todos, no solo los del PP, también los de los nacionalismos periféricos. Que salgan a contarnos a los confinados de toda España las ventajas de la independencia frente al coronavirus. Cara a cara. @PepaBueno

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