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Los jardines secretos de Barcelona que corren peligro de desaparecer

La ciudad condal alberga decenas de huertos escondidos tras los muros que los vecinos se esfuerzan por proteger de excavadoras y proyectos de construcción

En el Hort de la Vila trabajan cada semana personas en riesgo de exclusión social(c) Pilar Sampietro
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Hace unos días volví a algunos de los jardines y huertos urbanos que han resistido al cemento y la construcción. Pensábamos que con la custodia de las vecinas y vecinos estaban a salvo y nada más lejos de ello, siguen en peligro. Sólo en el barrio de Gracia de Barcelona ya existen cuatro espacios de alarma que si no reciben atención y se blindan pronto, desaparecerán bajo las excavadoras.

L’Hort de la Vila es uno de ellos, un pequeño pulmón verde en la calle Asturias, custodiado por la Asociación Jiwar y junto a uno de los jardines de interior más escondidos y bellos, el del Olokuti. Aquí trabajan cada semana personas en riesgo de exclusión social. Para ellos las horas tocando la tierra son los únicos momentos de vida plena, una de sus mejores medicinas.

Algo más allá está la encina de 250 años que se salvó milagrosamente de la tala. Las vecinas se reúnen bajo su copa pero tras el muro del jardín, porque la puerta se cerró y no pudieron volver a entrar. Reclaman las casitas que lo envuelven, porque hablan de otra época que no se debe olvidar (lo explicamos en el post Arboricidios en este mismo blog). Ahora les niegan la entrada, les dan largas, el Ayuntamiento no se decide a la compra. Ellas quieren que se convierta en una guardería y que sea público, de libre entrada: hace mucha falta.

Flor Motion es un colectivo anónimo de floristas de Madrid que deja flores y plantas en zonas duras de la ciudad, para que alguien las recoja y su día tenga algo más de luz

Siguiendo por la misma calle el Jardí del Silenci resplandece. Ya no están las palmeras pero las glicinas majestuosas se preparan para el invierno y los naranjos muestran su mejor fruta: recolectamos. En la entrada han instalado un invernadero en el que cuidan y devuelven a la vida plantas encontradas y abandonadas cerca de contenedores. Crece la colección de cactus que pueden intercambiarse y la vida sigue, si no fuera porque las que lo custodian temen que en cuatro años el espacio vuelva a manos del obispado y eso sería lo mismo que decir de vuelta a la excavadora y la construcción. Tampoco tienen respuesta clara del gobierno municipal y es urgente.

Esta es la encina de 250 años que se salvó milagrosamente de la tala(c) Pilar Sampietro

En todos los casos asoma un problema, el de la falta de espacio y la excusa de la construcción para vivienda pública. Sí, es muy cierto que el problema de la vivienda es acuciante en nuestras ciudades, muy grave, pero unos metros más allá de los jardines recuperados hay edificios enteros vacíos, de propiedad privada, a la espera de no se sabe qué. ¿Esos no cuentan? Ahora en las redes Enverdim Barcelona explica cómo salva semillas de árboles de Barcelona, de frutas… y las deja por la ciudad cuando ya son plantas para que quien se las encuentre las custodie un tiempo en casa hasta que puedan ser plantadas en un lugar urbano. Recuerda algo a las performances callejeras de Flor Motion en Madrid, un colectivo anónimo de floristas que deja ramos de flores y plantas en zonas desprotegidas y duras de la ciudad, para que alguien las recoja y su día tenga algo más de luz.

Necesitamos respirar, necesitamos custodiar nuestros árboles cercanos, en la calle más dura de nuestras realidades urbanas, porque solo así preservaremos la vida para el futuro que llega. Reverdezcamos nuestras ciudades, comencemos ahora a Custodiar Árboles Urbanos y los jardines de biodiversidad que su vida proporciona. Esa es en realidad la gran riqueza. Como decía Jordi Bigas, un gran defensor de árboles urbanos, sus semillas son el gran capital.

En el Jardí del Silenci se pueden recolectar naranjas(c) Pilar Sampietro

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