Jennifer Hermoso, autoretrato de una pichichi

Daniel Ochoa de Olza

DOS ESFERAS definen a Jenni Hermoso. Una, el balón con el que juega y que dibuja con detalle. Otra, la que da forma a su cabeza llena de sueños futbolísticos. Si su redonda cabezota de cómic fuese un tarro de golosinas, se destaparía tirando del característico moñete de su peinado. Al abrirse saldrían rodando balones de colores con sabor a gloria. Toda ella es fútbol. ...

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DOS ESFERAS definen a Jenni Hermoso. Una, el balón con el que juega y que dibuja con detalle. Otra, la que da forma a su cabeza llena de sueños futbolísticos. Si su redonda cabezota de cómic fuese un tarro de golosinas, se destaparía tirando del característico moñete de su peinado. Al abrirse saldrían rodando balones de colores con sabor a gloria. Toda ella es fútbol. La jugadora, pichichi de la temporada pasada en la liga femenina, desdibuja su cuerpo bajo la indumentaria de un club imaginario y marca los tacos de las botas de goleadora con las que vuela sobre el césped. Se divierte. Lo dice con una sonrisa naif y un gran ojo extraterrestre que ilumina su perfil de delantera. ­Parece llegar de otro planeta para conquistar la portería de los adversarios. ¡Ista, ista, ista, Jenni es futbolista! 

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