Opinión

Bioeconomía: una necesidad del mundo, una oportunidad para las Américas

En 2050, una mayor población, más rica, urbana y envejecida obligará a casi duplicar la producción agropecuaria con menos tierra y uso de agua. Se requiere de un modelo más sostenible

Pedro Kümmel (Unsplash)
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El mundo se encuentra en una trayectoria incompatible con los objetivos que se ha propuesto en materia económica, social y ambiental. Este contexto hace necesario avanzar hacia estrategias de desarrollo basadas en un uso intensivo y eficiente de los recursos, las tecnologías y los procesos biológicos, y así proveer en forma sostenible los bienes y servicios que nuestras sociedades demandan. De esto trata exactamente la bioeconomía.

Lo que comenzó como una estrategia para aprovechar mejor las nuevas tecnologías biológicas, principalmente la biotecnología, evolucionó hacia una visión más amplia para impulsar un desarrollo más sostenible, basado en patrones de producción y consumo alineados con objetivos de conservación de los recursos y de mitigación y adaptación al cambio climático.

Hacia el 2050, una mayor población, más rica, más urbana y más envejecida obligará a casi duplicar la producción agropecuaria con menos tierra y uso de agua debido a crecientes restricciones de áreas cultivada por habitante (25% menos), menor disponibilidad de recursos hídricos, pérdidas de biodiversidad y recursos naturales e impactos del cambio climático.

Se trata de un escenario desafiante, que requiere un modelo agrícola y rural más inclusivo y sostenible sin sacrificar crecimiento y eficiencia. La bioeconomía ofrece alternativas y respuestas concretas a este reto y su relevancia estratégica es evidente: está asociada al logro de, al menos, 11 de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

La región tiene más de una cuarta parte de las tierras cultivables y una tercera parte de los recursos de agua dulce del mundo; es uno de los principales productores de biomasa sustentable

Para el mundo, pero principalmente para América Latina y el Caribe, que alberga a ocho de los 17 países más megadiversos del planeta, la bioeconomía representa una nueva y potente oportunidad. La región tiene más de una cuarta parte de las tierras cultivables y una tercera parte de los recursos de agua dulce del mundo, siendo por lo tanto uno de los principales productores de biomasa sustentable.

La bioeconomía también pone en un plano diferente la antigua controversia agricultura versus industria en las estrategias de desarrollo. Los viejos límites sectoriales se vuelven difusos y poco relevantes, surgen nuevas cadenas de valor y formas de aprovechar los recursos biológicos.

El proceso hacia la bioeconomía está en marcha. El mercado mundial de algunos de los principales productos bioeconómicos duplica o hasta triplica el crecimiento de la mayoría de las materias primas agrícolas, con tasas de crecimiento que superan el 12% anual, llegando al 25% anual en el caso de los biocombustibles.

La visión de la bioeconomía en América Latina y el Caribe es aún un proceso en construcción. Las estrategias, políticas y programas para la agricultura y el sector rural a través de un nuevo marco normativo y de incentivos serán las que la conviertan en una nueva fuente de oportunidades. Ese camino estamos transitando.

Manuel Otero es director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

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