22 fotos

El turismo en Botsuana será sostenible o no será

Uno de los países más desarrollados de África apuesta por el cuidado de su biodiversidad para impulsar su economía

Botsuana, en el sur de África, es del tamaño de Francia y cuenta con 2,2 millones de habitantes. Puede presumir de ser el hogar del 37% de la población total de elefantes africanos, una especie en extinción. Sus políticas de conservación y protección de la biodiversidad se pueden considerar un ejemplo a seguir dado que el número de ejemplares no ha disminuido en el país, mientras que en el resto del mundo sucede lo contrario. En la imagen, una hembra con dos crías en el delta del Okavango.
Botsuana era uno de los 13 países más pobres del mundo hace 50 años, cuando se independizó; pero sus yacimientos de diamantes -sabiamente gestionados por el Gobierno- impulsaron el país hasta convertirlo en una economía media, con ritmos de crecimiento anual de hasta el 9% del PIB. Ante la perspectiva de que pronto se agoten las minas, el país ha apostado por el turismo sostenible como principal industria. Kasane, ciudad turística en la frontera con Namibia, Zambia y Zimbabue, aglutina mucha de esta oferta. En la imagen, el hotel Cresta Mowana de Kasane.
Un grupo de empleados del hotel Cresta Mowana de Kasane (Botsuana) charla animadamente durante un rato de descanso. El sector turístico supone 35.000 puestos de trabajo directos y alrededor de 125.000 indirectos, según el ministro de Medio Ambiente, Vida Salvaje y Turismo, Tshekedi Khama.
Unos turistas chinos descansan en el hotel Cresta Mowana. En 2016, más de dos millones de personas visitaron Botsuana y la contribución directa del sector al PIB fue del 3,9%.
Frente a la opulencia de los hoteles y excursiones de lujo para turistas adinerados, existe una Botsuana pobre que se ha quedado atrás. El 18,9% de la población vive con menos de 1,9 dólares al día y el trabajo informal está a la orden del día. En Kasane, todo el que puede se emplea en el sector turístico, aunque sea de manera autónoma. Estos hombres de la fotografía regentan una tienda de recuerdos en la carretera que conecta Kasane con el punto fronterizo de Kazungula.
Quienes no trabajan en hoteles, lo hace en otros empleos relacionados con el turismo. Es el caso de capitanes y marineros de los barcos que transportan turistas por las aguas del río Chobe, en el Parque Nacional del mismo nombre. En esta excursión, el capitán está situado detrás de la barra del bar y explica a los pasajeros cómo usar el chaleco salvavidas en caso de emergencia. Luego, servirá copas a quienes lo deseen.
Una embarcación transporta a varios turistas por las agua del río Chobe. La orilla que queda a la derecha pertenece a Namibia.
Situados en la proa del barco, un grupo de turistas toma fotografías de un cocodrilo que está descansando en la orilla. "Botsuana tiene muchos años de experiencia en la protección, cuidado y convivencia con elefantes y otras formas de vida salvaje, es un punto importante y debe mostrar cómo lo están haciendo", opina Ellison Wright, coordinador del Programa Global de Vida Salvaje del Banco Mundial.
Kelly Landen es directora de Elephants Without Borders, una organización cuya labor para la conservación del elefante africano contribuye a la buena fama del país y, por tanto, atraer viajeros.
Una de las razones por las que los elefantes permanecen en Botsuana es porque todo el territorio está abierto para que tengan facilidades para cruzarlo. De hecho, el 38% del país está protegido.
En Elephants Without Borders trabajan con el departamento de vida salvaje aportando recursos y conocimiento a la hora de rescatar ejemplares o reintroducirlos en su hábitat. También con las comunidades. Ahora acogen a cuatro crías huérfanas y se ocupan de su desarrollo, pues no pueden permitirse perder ni un solo ejemplar.
A ambos lados de la vía hacia Kazungula, justo delante de opulentos centros comerciales, se desparraman humildes puestos de paja y madera de verdura, de ropa y de recuerdos. Es otra manera de vivir del turismo, pero más precaria. Los dueños de este negocio suelen trabajar todos los días y su sueldo es muy inestable. "Unas veces vendes y otras no. Con el dinero de un día comemos al otro, así que no puedo permitirme libranzas", cuenta Josephine Chika, una de las mujeres que regenta un puesto de esculturas de madera.
Hoy en Botsuana el 100% de la población tiene acceso a la educación primaria, como este niño, Marcus, cuya familia regenta un hostal en Chobe. El problema viene cuando los niños se hacen adultos y quieren estudiar en la universidad porque es cara: hasta 500 euros por cursar estudios relacionados con el turismo, cuatro veces el salario medio del país.
El Índice de facilidad para hacer negocios de 2017 del Banco Mundial posiciona a Botsuana en el puesto 71 de 190, uno más abajo que en el anterior informe. La razón radica en las dificultades para obtener financiación y visados de empleo para trabajadores extranjeros y los altos costes de la electricidad. Estos son aspectos a mejorar. En la imagen, atardecer frente al hotel de una cadena interncional de alojamientos en Kasane.
Una de las medidas más reconocidas es que es el Estado quien posee las tierras para asegurarse de que se explotan de manera responsable. En la imagen, una vista aérea del delta del Okavango.
Paneles solares, gestión de residuos, reciclaje de agua, contratación de personal local... En uno de los exclusivos hoteles ubicados en la reserva de Moremi, en pleno delta del Okavango, se hacen notar las exigencias normativas sobre el cuidado de la tierra, la vida salvaje y la comunidad. Por ejemplo, toda la estructura del alojamiento es a base de madera y tela: no hay construcciones permanentes. "Esta construcción se puede desmontar porque a veces los elefantes quieren cruzar por aquí", ejemplifica Tshapo, una de las camareras.
Los hoteles en el delta del Okavango están integrados en el paisaje y no hay vallas que impidan el paso de los animales.
Las instalaciones de uno de los hoteles más exclusivos del delta del Okavango cumplen los requisitos exigidos para obtener la licencia que permite gestionar un negocio en una zona protegida.
Las cabañas están construidas con telas y madera, y se podrían desmontar en el futuro sin que quedara huella de ellas en el entorno.
"Cuando llegas a un hotel de lujo en el Okavango, encuentras que la tierra está protegida a nivel gubernamental y administrada por las comunidades". Hoy, el 38% del territorio nacional está bajo este estatus y se alquila por periodos de 15 años (renovables por otros 15) a empresas que cumplen los criterios de gestión sostenible que marca el Gobierno.
Hace tres años, cuando la Agenda 2030 fue aprobada en Nueva York, Botsuana se reafirmó en su apuesta por la sostenibilidad. "Sabemos del valor de nuestros recursos naturales, pero no sabemos cuánto durarán si no los protegemos, por eso vamos a cuidarlos", afirma el ministro Khama. En la imagen, unos visitantes toman un aperitivo en el delta del Okavango, cortesía del hotel de lujo en el que están hospedados.
Botsuana, además, no quiere ser otro destino africano de safari sin más. El ministro cree que deben marcar la diferencia, y una de las principales formas de distinguirse es precisamente su manera de asumir su responsabilidad sobre la madre Tierra. En la imagen, un safari nocturno por la reserva de Moremi, en el delta del Okavango.