Opinión

¿Por qué Hacienda se implica en un proyecto de cooperación en Cuba?

La Unión Europea trata de satisfacer el crecimiento de las demandas de intercambio de experiencias sobre políticas públicas de los gobiernos de América Latina

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La ampliación de licencias para los cuentapropistas, una figura similar a la del autónomo en la economía cubana, conlleva la necesaria revisión del impuesto sobre los ingresos personales, el IRPF. Además de mejoras en el registro de contribuyentes, la adaptación del cálculo de la base imponible, el refuerzo de la cultura tributaria, el desarrollo de bases de datos compartidas entre la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) y sus oficinas provinciales, educación tributaria, nuevas plantillas de declaración fiscal y un largo etc.

Pero, ¿por qué el cuentapropismo es tan relevante para la Unión Europea como para que su delegación en La Habana financie un proyecto de cooperación, que pretende vincular a la ONAT con agencias tributarias homólogas de otros países? ¿Y por qué la Agencia Estatal de Administraciones Tributarias (AEAT) española se implica en este proyecto? Como decía la antigua campaña publicitaria, porque Hacienda somos todos.

Instrumentos de cooperación pública

Este año celebramos en la Unión Europea los 20 años del instrumento de hermanamientos (Twinning), una simple pero genial adaptación de las subvenciones a las necesidades de acompañamiento de las administraciones públicas de los países candidatos a la Unión Europea por parte de sus instituciones homólogas, en el marco de la obligada transposición del acervo comunitario en normativas nacionales. Son procesos de reforma de políticas públicas implementados por gestores públicos con el apoyo y las experiencias de sus compañeros, que ya han pasado por este proceso en su país.

Ante el gran éxito de este instrumento en los procesos de adhesión de los países del este de Europa, el hermanamiento se extendió a la llamada Política Europea de Vecindad y los procesos de convergencia previstos en los acuerdos comerciales para el acceso al mercado europeo. Por ejemplo, cuestiones como las exigencias en materia de seguridad aérea para acceder al espacio europeo de aviación son acompañadas por proyectos de cooperación, que ayudan a transferir experiencias de las agencias de seguridad aérea de los Estados de la Unión Europea a países como Argelia o Ucrania.

Sin embargo, si hablamos de América Latina, nuestras relaciones económicas, comerciales, sociales y políticas con la región difieren de las Políticas de Adhesión y Vecindad de la Unión Europea con las regiones de los Balcanes, Turquía, Europa del Este y los países del Mediterráneo. Pero sin entrar en procesos de convergencia, en un mundo de desafíos cada vez más globales, la cooperación entre pares ofrece una oportunidad para construir valores conjuntos sobre la base de agendas compartidas.

La Agenda 2030 y América Latina

La Agenda 2030 y el objetivo sobre alianzas (ODS 17) es reflejo de esta nueva realidad. Los países de América Latina demandan conocimiento. Los flujos de Ayuda Oficial del Desarrollo (AOD) son poco relevantes para los países emergentes, entre los que se incluye la mayoría de la región. Pero las agendas internacionales compartidas y las sociedades reclaman políticas más eficaces, transparentes y eficientes ante fenómenos de inseguridad, corrupción y desigualdad, que llevan a nuestras democracias hacia derivas populistas. De ahí el crecimiento de las demandas de intercambio de experiencias sobre políticas públicas de los Gobiernos de América Latina.

Las agendas internacionales compartidas y las sociedades reclaman políticas más eficaces, transparentes y eficientes ante fenómenos de inseguridad, corrupción y desigualdad

Frente al actual programa de hermanamientos de la Unión Europea con los países de nuestro entorno inmediato, la cooperación euro-latinoamericana está más marcada por desafíos comunes, que por una agenda de transposición normativa y adaptación de estándares europeos. En este marco queda patente que la réplica de modelos e instrumentos está obsoleta. Esta tendencia hacia la trasposición de respuestas y buenas prácticas o la imposición de agendas de desarrollo que responden a nuestros propios sistemas de cooperación y nuestras convicciones morales, quizá explique en parte la ausencia de diálogos políticos reales y el fracaso de la Cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados de Latinoamericanos y Caribeños (Celac) prevista en 2017, mientras que Europa, el conocimiento de sus administraciones es quizá más demandado y atractivo que nunca en la región.

Cooperación euro-latinoamericana

La cooperación europea, el servicio DevCo de la Comisión Europea y su dirección de América Latina se ha sabido adaptar a este entorno, respondiendo con programas y proyectos de cooperación como el de Cuba y otros bilaterales y regionales de cooperación entre administraciones públicas, que gestiona la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), junto a otros socios europeos. El enfoque de intercambio, de aprendizaje entre pares, de orientación real a la demanda y de generación de insumos, de ideas desde las experiencias prácticas de Estados miembros de la Unión Europea y de otros países del entorno latinoamericano para los procesos de reforma dirigidos por los gestores públicos, es el futuro de la cooperación euro-latinoamericana.

Las respuestas no son modelos transferidos, sino procesos de reforma de políticas públicas acompañados de forma flexible, sin preestablecer resultados, abordando problemas mediante el intercambio y la agregación de conocimientos o capacidades institucionales en redes compartidas, como por ejemplo el papel del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT) en el proyecto de Cuba.

Quedan retos importantes para la cooperación euro-latinoamericana en materia de flexibilidad en el diseño de los programas, de inclusividad y ampliación del abanico en la identificación de experiencias relevantes mediante las administraciones de los Estados miembro, sus redes y las direcciones generales sectoriales de la Comisión Europea. Pero Leidy Rodríguez y su paladar ya es una realidad en la política europea de cooperación. Es a lo que se refieren en Bruselas cuando hablan de “desarrollo en transición”.

Construyendo conjuntamente entre gestores públicos de ambos lados del Atlántico una cultura tributaria, no solo contribuimos al ODS 17 y la generación de recursos nacionales para el desarrollo, sino que construimos agendas compartidas entre nuestras sociedades y vínculos entre nuestras administraciones que trascienden un simple proyecto de cooperación. Abordando problemas mutuos, pasamos de una agenda de ayuda al desarrollo, de implementar nuestra agenda moral, a una agenda de cooperación en la mejora de sistemas públicos para hacer sostenible el desarrollo.

Tobias Jung Altrogge es director de Estrategia y Comunicación de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas, F.S.P. (FIIAPP).

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