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Indígenas que apoyan la biodiversidad

Tres grupos étnicos de la Amazonía han cambiado sus hábitos para defender el medio ambiente

En Ecuador, los waroani dejaron de cazar en 2010 y apostaron por recolectar cacao. En Brasil, han comenzado a dedicarse a la cría de peces de río y en Perú se están declarando pequeños gobiernos autónomos para defender el territorio de la extracción de recursos. En la imagen, una mujer indígena waorani de Gareno.PABLO COZZAGLIO (AFP)
Los expertos ya lo han advertido en incontables oportunidades: un calentamiento de más de 1,5 grados puede hacer colapsar la selva. Hablar de Amazonia es hablar de agua, de dióxido de carbono. Es hablar del río más largo y caudaloso, ancho y más profundo, con una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. En la imagen, un paisaje de Gareno.PABLO COZZAGLIO (AFP)
Frente la cantidad de carne de animales silvestres que salía al mercado, la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (Amwae) creó un proyecto de entrega de plantas de cacao a mujeres indígenas para su cultivo y, a cambio, los hombres debían dejar la cacería. En la imagen, dos mujeres waorani prueban el fruto del cacao.PABLO COZZAGLIO (AFP)
En este proyecto participan 10 comunidades, donde 70 familias cultivan un total de 25 hectáreas de cacao fino de aroma en las provincias de Pastaza y Napo (este). En la imagen, una mujer waorani sostiene el fruto del cacao en sus manos.PABLO COZZAGLIO (AFP)
Un matrimonio waorani en su casa de Gareno. La asociación compra el cacao que producen las mujeres a 1,25 dólares cada libra, 0,45 centavos más de lo que pagan otros productores. Luego lo envía a Quito, donde es transformado en barras de chocolate para la venta.PABLO COZZAGLIO (AFP)
Una mujer waorani vigila a un bebé mientras éste duerme en una hamaca. Al inicio del proyecto los hombres waorani estaban "molestos", pero los ancianos reconocieron que debían caminar hasta un día por la selva para poder cazar los animales que vendían para el sustento familiar.PABLO COZZAGLIO (AFP)
La pequeña comunidad waorani no repara en el calor ni en la humedad en Gareno, donde sus integrantes residen en casas de madera rodeadas de vegetación frondosa. En la imagen, unos niños corren hacia una cabaña tradicional en Gareno.PABLO COZZAGLIO (AFP)
Un niño Waorani corre por un sendero en los alrededores de Gareno. Cada mañana un canto en su lengua materna, el waotededo, les da fuerzas para cuidar los árboles de cacao que hoy son el sustento de sus familiasPABLO COZZAGLIO (AFP)
Unas mujeres Waorani sonríen a la cámara.PABLO COZZAGLIO (AFP)