Váyanse ustedes a hacer pis

El señor sonriente es Mario Draghi; el del gesto displicente, Jesús Posada, la tercera autoridad del país, y nos dice: “No pregunten, no molesten, esto no es cosa suya”.

Gorka Lejarcegi

No se pierdan el gesto de Jesús Posada, presidente del Congreso y tercera autoridad del Estado, lo que significa que solo con que enfermaran las dos anteriores devendría ipso facto en la primera. Se dirige, junto a Mario Draghi, a una reunión clandestina que tuvo lugar en las dependencias mismas de las instalaciones donde trabajan nuestros representantes, es un decir (lo de representantes). Viene a ser como si el diablo tuviera su sede en los sótanos del Vaticano, que quizá sí, por eso pasa lo que pasa. El caso, no divaguemos, es que el señor Draghi preside el Banco Central Europeo, i...

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No se pierdan el gesto de Jesús Posada, presidente del Congreso y tercera autoridad del Estado, lo que significa que solo con que enfermaran las dos anteriores devendría ipso facto en la primera. Se dirige, junto a Mario Draghi, a una reunión clandestina que tuvo lugar en las dependencias mismas de las instalaciones donde trabajan nuestros representantes, es un decir (lo de representantes). Viene a ser como si el diablo tuviera su sede en los sótanos del Vaticano, que quizá sí, por eso pasa lo que pasa. El caso, no divaguemos, es que el señor Draghi preside el Banco Central Europeo, institución sobre la que no nos vamos a explayar, pero cuyas decisiones nos afectan a usted y a mí de manera directa. Quiere decirse que si viene a España para reunirse con nuestros diputados y en la sede misma de la soberanía popular (es de nuevo un decir), lo lógico es que la reunión no se parezca a un cónclave cardenalicio. Pues olvídense de la lógica porque todo estaba preparado para que no nos enteráramos de nada. Tan de nada que cuando los periodistas osaron acercarse en un pasillo a Draghi a fin de preguntarle por nuestra economía, el señor Posada pensó: qué asco de periodistas, qué gentuza, siempre pretendiendo sacar adelante su labor; se podrían ir a hacer pis de vez en cuando y dar de paso una cabezada en el retrete, como hago yo mismo. Eso es lo que viene a decir con su gesto de repugnancia infinita: váyanse ustedes a la mierda, que este señor está aquí de incógnito y el responsable de las actividades clandestinas del Congreso soy yo. La tercera autoridad, ya decimos.

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