Ya no se viaja igual que antes de la pandemia: estas son las nuevas modas del turismo

Aunque España no ha transformado su modelo de sol y playa, los viajeros han modificado sus gustos tras la crisis sanitaria

Un grupo de turistas disfrutan de la puesta de sol en una cala de Ibiza.Zowy Voeten (Getty Images)

Hay cosas que nunca cambian. Cuando el calor arrecia, como esta semana, nos acordamos de la playa. Esos arenales españoles que hasta que llegó la pandemia batían consecutivamente récords anuales de afluencia de visitantes internacionales, con sus excesos incluidos, y su concentración en los rigores de la canícula: tradicionalmente cerca de la mitad llega entre los meses de junio y septiembre. Quizás en 2022 rebasar los 83 millones de turistas de 2019 vaya a ser una misión titánica porque entre enero y abril han recalado en España casi 5,6 millones de extranjeros menos que entonces. ...

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Hay cosas que nunca cambian. Cuando el calor arrecia, como esta semana, nos acordamos de la playa. Esos arenales españoles que hasta que llegó la pandemia batían consecutivamente récords anuales de afluencia de visitantes internacionales, con sus excesos incluidos, y su concentración en los rigores de la canícula: tradicionalmente cerca de la mitad llega entre los meses de junio y septiembre. Quizás en 2022 rebasar los 83 millones de turistas de 2019 vaya a ser una misión titánica porque entre enero y abril han recalado en España casi 5,6 millones de extranjeros menos que entonces. Pero el verano promete y se espera que los viajeros internacionales regresen en masa como antes del coronavirus y que los nacionales continúen echando el resto igual que el año pasado.

Las ganas de viajar y los ahorros acumulados durante la epidemia parece que van a pasar de largo el enorme aumento de la inflación y el sobrecoste que va a ocasionar durante las vacaciones, a veces del 30% e incluso el 40% respecto a 2021. Actualmente, las reservas para los días estivales rebasan en un 7,7% las que se registraban por estas mismas fechas antes de la crisis sanitaria, y la búsqueda de vuelos y alojamientos aumenta por encima del 10%. A decir de los expertos, este repunte se detecta en todos los destinos playeros sin excepción. Las expectativas no pueden ser mejores después de dos años de encierros y restricciones.

España vuelve a las andadas. Al menos durante el verano. Y como en cada crisis, renacen los pensamientos incómodos: ¿ha aprovechado el país para cambiar su modelo turístico, tan dependiente del sol y la playa, como se propone desde hace mucho tiempo? La respuesta la trae José García Montalvo, profesor de Economía de la Universidad Pompeu Fabra (UPF): “La transformación productiva española es una broma. Se habló de ella en la crisis financiera de 2008 y 2009 y la realidad es que seguimos anclados al turismo de siempre”. Esa recesión arrancó con 57 millones de visitantes internacionales que en 2013 se convirtieron en 60 millones. Y continuaron sumando hasta que llegó el coronavirus y la mayor debacle del sector nos retrotrajo a las estadísticas de los años sesenta del pasado siglo.

“La mejor de las noticias es volver al turismo de siempre”, afirma Jorge Marichal, presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT). Regresar a las frases que se expresan en futuro: “La oferta en los destinos de sol y playa tiene que transformarse. La covid nos ha traído una oportunidad, que solo es posible a través de la colaboración público-privada, y son los fondos europeos. Si los fondos no llegan de forma ordenada y bajo un modelo colaborativo, no se va a conseguir el cambio”, sostiene Luis Buzzi, socio responsable de Turismo y Ocio de KPMG. “Tenemos que capitalizar la recuperación económica en términos de mayor valor añadido”, con destinos sostenibles y digitalizados y apostando por la oferta de producto en lugar de por el precio, apoya Pedro Saura, presidente de Paradores de España. “El sol y playa será el principal driver. Es nuestro maná. Pero si somos capaces de complementarlo con gastronomía, cultura, deporte…, este sector seguirá siendo el más competitivo del mundo”, según Gabriel Escarrer, vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International. Hablan de lo que está por venir. Como en el pasado.

El problema, desgrana Buzzi, es que ni la industria turística sabe plasmar sus necesidades en planes de actuación reales ni el vehículo político español (disgregado por comunidades autónomas) ayuda a conciliar un modelo turístico para todos. Se necesita un pacto de Estado para el sector, el motor de la economía española que antes de la pandemia representaba el 12,4% del PIB y tras el desplome de 2020 (cuando bajó al 5,5%) se situó en el 10,5% el año pasado.

Aunque ese pacto no parece que vaya a llegar. Tampoco el PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) que reclama la industria al Gobierno desde que pusiera en marcha su plan de recuperación poscovid. Incluso hay quien piensa que los fondos europeos que se están dirigiendo hasta ahora al turismo van a fracasar en su objetivo de movilizar inversión privada porque no responden a una estrategia de reconversión planificada y clara. “Tengo mis dudas de que los fondos vayan a generar la transformación productiva que se necesita. La transformación se hace donde la iniciativa privada empuja. El sector público no puede dirigirla, sino servir de ayuda”, apunta García Montalvo.

Para ser justos, hay que traer a colación las inversiones que han realizado durante la pandemia los grandes grupos turísticos con capital para sobrevivir, sobre todo hoteleros, pero no solo. Se han digitalizado para automatizar procesos y depender menos de terceros y han remodelado buena parte de su oferta alojativa para llegar a un público de mayor poder adquisitivo, explica Pedro Cámara, fundador y responsable de TravelgateX, una plataforma mundial que conecta a proveedores turísticos. Ahí sí se aprecia transformación. “Pero el tipo de producto que se vende continúa siendo el mismo: sol y playa. Y los destinos siguen igual”, afirma.

Sin embargo, durante estos dos largos años de crisis sí se han introducido cambios en el turismo. Según Marichal, no tan estructurales como se podía esperar, pero cambios al fin y al cabo.

Más gasto por persona

Con el esperado regreso de los viajeros internacionales este verano, que sorprende por la intensidad que derrocha desde abril, la ministra del ramo, Reyes Maroto, ha manifestado que el gasto de estos turistas (que aumenta un 18% interanual) sobrepasará el realizado en 2019, aunque no será hasta el año próximo cuando se recobre el número de visitantes. España figura en el primer puesto en las preferencias de los viajeros mundiales, según ­TravelgateX. Los ingleses, el mercado emisor de referencia del país, tienen unas ganas locas de viajar y grandes ahorros, mantiene Manuel Butler, consejero en el Reino Unido de Turespaña. Los últimos datos recogen que sus llegadas se han recuperado al 71% y su gasto al 87% respecto a 2019. Con la capacidad aérea reducida a solo el 95%, se aprecia una avalancha en sus reservas y una nostalgia por volver a los destinos en que recalaron hace 10 o 15 años, agrega. Similar al comportamiento de los alemanes, los segundos de la lista. “Para el verano algunos de sus destinos predilectos, como Mallorca, están anticipando la recuperación completa”, dice Arturo Ortiz, consejero de Turespaña en Berlín.

Planes ‘online’

Pero el mayor cambio de hábitos que se ha introducido en la industria como resultado de la pandemia es que las reservas ahora se hacen mayoritariamente por internet. Cada vez más turistas, da igual que sean nacionales o extranjeros, contratan sus viajes directamente. Compran vuelo y hotel por su cuenta en las webs y plataformas en detrimento de los paquetes de los turoperadores y de las agencias. Buscan personalización en sus vacaciones. En compañías como Meliá, las reservas desde su propia página web superan el 50% del total. Una transformación que les ha hecho ganar fidelidad entre sus clientes, destacan la primera hotelera española y el conglomerado de viajes Ávoris. En Meliá la fidelidad es cuatro veces superior debido, según Escarrer, a las estancias prepagadas con fechas canjeables o con devolución del importe que incorporaron durante la covid, cuya cosecha recogen actualmente. Los viajes a medida o personalizados aumentan entre el 20% y el 30%, según TravelgateX.

Contratos tardíos

Y el peso de la última hora se hace cada vez más fuerte. El 44% de las reservas se realizan en el último mes, señala Luis Buzzi. Ya no solo son los españoles los que reservan en el último minuto. También lo hacen los viajeros internacionales. Hasta los alemanes, tradicionalmente los europeos más previsores, que contrataban sus vacaciones de verano en enero y febrero; hoy compran con un mes o mes y medio de antelación como mucho, destaca Arturo Ortiz. Los datos de TravelgateX lo demuestran: arrojan unas reservas para agosto del 25% cuando en 2019 por estas fechas se situaban en el 37%.

“Habíamos avanzado en la anticipación de los viajes de los españoles antes de la pandemia. Aunque ahora han pasado a decidirse los últimos 15 días antes del viaje o el último mes, incluso la misma semana”, explica Juan Carlos González, director general de distribución de Ávoris, que aconseja adelantar las reservas para evitar nuevos incrementos de precios. “Quien hizo la compra en abril notará unos precios más bajos sobre los que lo están haciendo en junio. Y la última hora estará más cara”, dice. “El incremento de los precios va a ser una barrera a la contratación de última hora”, apoya Buzzi.

Aumentan las estancias

No se sabe a ciencia cierta si la mayor estancia media en los destinos españoles que ha traído la covid se convertirá en estructural, pero hasta abril los turistas internacionales le habían ganado un día a sus vacaciones en España, de ahí gran parte del aumento de su gasto. Para este verano, la duración de las reservas registradas por TravelgateX en las cinco comunidades autónomas preferidas por los turistas (Canarias, Baleares, Andalucía, Valencia y Cataluña) suben entre 0,18 días en Baleares y 0,6 días en Valencia. Las medias son de entre 5 y 6,5 días de junio a agosto. “Se están alargando las estancias en la mayoría de los destinos a cinco días y priman la proximidad y las ciudades secundarias”, sostiene Gabriel Escarrer. Son destinos con un aura de seguridad porque a los turistas siguen sin gustarles las aglomeraciones pese a que las restricciones sanitarias hayan desaparecido prácticamente del mapa. Al menos de boquilla, a tenor de los llenos que se prevén para este verano, aprecia el profesor Ramón Díaz Bernardo, de IE Business School.

Gusto por las escapadas

Esos datos sobre la duración de las estancias incluyen tanto las vacaciones largas como las escapadas, cuyo crecimiento arrecia en los últimos meses. “Quien se lo pueda permitir, este verano programará más de un viaje, aunque puede que la inflación y la guerra de Ucrania corten al ciudadano el ansia de viajar, ya que los precios están subiendo mucho”, mantiene Juan Carlos González.


Viajes interiores

La cornisa cantábrica se ha convertido en un destino de referencia. En el sector llaman a estas vacaciones viajes de interior, aunque el Atlántico y el Cantábrico aportan unas increíbles vistas al mar. Generalmente son estancias en Galicia, Asturias y Cantabria que combinan la playa y la naturaleza, que está siendo otro de los motores de la recuperación del turismo español. Y de otras zonas alejadas del litoral como Aragón o Castilla y León. Contra los entornos masificados, los turistas se lanzan a descubrir la naturaleza. Lo hacen los españoles que, aunque este año vuelvan a salir al extranjero, sobre todo para ver ciudades europeas y disfrutar de las aguas cristalinas del Caribe, lo cierto es que se prevé que mayoritariamente se queden en el país. “El turismo de baja intensidad ha venido para quedarse”, afirma el presidente de Paradores.

Turistas en la playa de la Griega, en Colunga (Asturias), el pasado verano. Alba Boix (alamy)

Bum rural

El encanto por la naturaleza se deja notar en las casas rurales. Tanto como que en Milanuncios aseguran que las búsquedas de estos alojamientos se han disparado. En mayo crecen por encima del 100% respecto a 2019 y en lo que va de año suman más de un millón. Los precios de la temporada estival de los anuncios entre particulares han subido un 22%. EscapadaRural confirma esta tendencia. Según sus datos, la ocupación media de los alojamientos para este verano es del 50%, lo que pronostica que las cifras finales superarán el 52% registrado en 2019, máxime cuando las reservas cada vez son más tardías. Asturias, Andalucía, Aragón, Castilla y León y Cantabria son los destinos preferidos para unos turistas cuya elección de este tipo de veraneo ha crecido casi 20 puntos desde antes de la pandemia. El intercambio de casas también vive un momento de apogeo, según Home Exchange, por la huida de la masificación de los viajeros. Entre enero y mayo gana un 48% respecto a 2019.

El ocio diurno, no nocturno

Esta es una de las tendencias que destaca el consejero delegado de Meliá. La diversión de día gana cuota de mercado a la de la noche. “Es más fácil que la gente se junte en los clubes de playa que en las discotecas”, asegura. El uso de estos espacios en sus hoteles ha crecido hasta mayo un 26% en comparación con 2019.

Ganan las experiencias

Como los clubes de playa, “nos llama la atención el crecimiento de la venta de experiencias, de los viajes con propósito”, indica Escarrer. Se refiere al aumento del gasto en los restaurantes y las terrazas de los hoteles, que se han convertido en un reclamo por sí mismos. “Mejoramos sustancialmente la facturación”, apostilla. Hay colas en los establecimientos para subir a las azoteas (bien lo sabe Riu, su hotel de la plaza de España de Madrid es una atracción turística más desde que volvieron los extranjeros a la ciudad). Un gran aliciente para los inmuebles urbanos, que, aunque se recuperan cada vez más rápido de la crisis, lo hacen a un ritmo más pausado que los vacacionales por la parálisis de los eventos y las convenciones.

Irrumpe el ‘workation’

Del bleisure al workation. En el sector turístico todas las novedades nacen con sus nombres en inglés. Si hasta ahora los viajes de negocios se alargaban un poco para unirlos a unos breves días de vacaciones, hoy lo más moderno es el workation, esa tendencia nacida con el teletrabajo que lleva a los establecimientos hoteleros a cada vez más trabajadores del norte de Europa, especialmente de los países escandinavos y Alemania, según Escarrer. Lo combinan, cómo no, con ocio por sus destinos elegidos. En el caso de Meliá se trata de estancias de un mes o dos, que se realizan sobre todo en los meses de invierno, y que llevan a estos ciudadanos sobre todo a Canarias, a Fuerteventura y Lanzarote. Se alojan en habitaciones superiores y suites. Y como la cadena le ve futuro a esta tendencia, está acomodando en sus habitaciones pequeñas cocinas y grandes mesas de trabajo.

Llega la digitalización

El cliente quiere poder gestionar aspectos de su estancia directamente desde su teléfono móvil para ahorrar tiempo: el check in y el check out sin pasar por recepción, abrir la puerta de su habitación, reservar una mesa en el restaurante o un masaje en un spa, incluso manejar la domótica de su habitación, señalan fuentes de Grupo Barceló.

El reclamo sostenible

La demanda de vacaciones sostenibles es una de las tendencias que más peso ha ganado con la pandemia. En España y en todo el mundo. Se aprecia en el incremento de los viajes en tren para evitar el avión o en las ofertas de las agencias y turoperadores. Algunas como Ávoris comienzan a ofrecer a sus clientes la posibilidad de eliminar la huella de carbono de su viaje mediante proyectos de reforestación a un coste que oscila entre 5 y 20 euros. Y en los catálogos de los turoperadores se están diferenciando los hoteles a partir de parámetros de sostenibilidad. Otra cosa es que el turista esté dispuesto a pagar más, cuestiona Manuel Butler.

Sea como fuere, lo cierto es que este verano España espera poner el cartel de completo en sus destinos de sol y playa. Aunque la falta de personal podría conseguirlo antes, pues hay hoteles que no están comercializando entre el 10% y el 15% de sus habitaciones por la incapacidad de dar el servicio adecuado con tan poca plantilla, explica Buzzi y confirma Marichal, que espera que en el conjunto del año al turismo español solo le quede por recuperar en torno al 15% de la facturación perdida.

El lujo acapara el tirón de la demanda

El lujo pisa fuerte. Es el segmento turístico que más rápidamente se ha recuperado tras la irrupción del coronavirus y al que aspiran las grandes hoteleras españolas. En Meliá los establecimientos de cinco estrellas y gran lujo crecen a doble dígito. Son los que mejor se están comportando y donde más se están incrementando los precios de la cadena, tal y como explica su consejero delegado, Gabriel Escarrer.
España es el tercer país europeo con más establecimientos de cinco estrellas, tras Portugal y Grecia, según el informe realizado por Bain & Company y el Círculo Fortuny. Según la consultora estratégica, en Europa, el primer destino turístico del mundo, esta industria tiene un valor de entre 130.000 y 170.000 millones de euros y genera el 22% del gasto total, ya que los viajeros de alta gama gastan ocho veces más que el visitante promedio. Francia, Alemania, Italia, España y el Reino Unido acaparan el 75% de ese montante. En nuestro país el lujo mueve entre 20.000 y 25.000 millones de euros anuales. El 47% de los turistas de este segmento optan  por viajes de naturaleza, el 41% por destinos hstóricos y culturales y el 40% por los gastronómicos.

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