Joachim Fels (Pimco): “El impacto económico de cada nueva ola de la covid es menor”
El asesor económico global de Pimco apuesta por una relajación del atasco mundial en las cadenas de suministro y espanta el fantasma de una crisis de deuda
Optimismo moderado de una de las voces autorizadas de la mayor gestora de renta fija del mundo, Pimco. El asesor económico global de la firma californiana, Joachim Fels (Baumholder, Alemania, 59 años), cree que el daño de la variante ómicron será menor que en anteriores olas; apuesta por una relajación del atasco global en las cadenas de suministros este 2022; y espanta el fantasma de la deuda pública en los países ricos, que se moderará en un entorno de inflación, tipos de interés bajos y crecimiento del PIB.
Pregunta. Tras un 2020 y un 2021 turbulentos, ¿qué podemos esperar par...
Optimismo moderado de una de las voces autorizadas de la mayor gestora de renta fija del mundo, Pimco. El asesor económico global de la firma californiana, Joachim Fels (Baumholder, Alemania, 59 años), cree que el daño de la variante ómicron será menor que en anteriores olas; apuesta por una relajación del atasco global en las cadenas de suministros este 2022; y espanta el fantasma de la deuda pública en los países ricos, que se moderará en un entorno de inflación, tipos de interés bajos y crecimiento del PIB.
Pregunta. Tras un 2020 y un 2021 turbulentos, ¿qué podemos esperar para este año?
Respuesta. A corto plazo soy optimista. En 2022 podemos esperar un crecimiento por encima de la tendencia [de los últimos años] porque todavía estamos recuperándonos de la que ha sido la mayor recesión de la era moderna. El camino, por supuesto, va a ser bacheado, sobre todo con el resurgir del virus y las nuevas variantes, particularmente en Europa, donde cabe esperar un invierno bastante débil. Pero creo que será temporal.
P. ¿Y la inflación?
R. Sigue siendo muy alta, pero se moderará en el transcurso de 2022.
P. ¿Se apunta, entonces, a la tesis de que la subida de los precios es un fenómeno pasajero?
R. En EE UU la inflación tocará techo en el primer trimestre de 2022 y luego bajará para cerrar el año cerca del objetivo [de la Reserva Federal, 2%]. La principal razón es que los cuellos de botella se irán deshaciendo y que la demanda de productos se ralentizará a medida que los programas de apoyo fiscal vayan expirando. Hay muy pocas señales de que la alta inflación actual esté alimentando las expectativas de largo plazo. La eurozona es un buen ejemplo de esto: el aumento de precios estará por debajo de la meta del 2% en la segunda mitad de 2022.
P. Los precios, entonces, le preocupan menos en la zona euro que en EE UU.
R. Así es. Primero, porque la historia reciente de inflación baja en Europa ha ayudado a anclar las expectativas en un nivel inferior al de EE UU. Segundo, porque el estímulo fiscal, aunque grande, ha sido mucho menor. En EE UU la actividad ya ha regresado a niveles prepandemia, mientras que la eurozona está aún significativamente por debajo y su mercado laboral está menos tenso.
P. La variante ómicron ha disparado los temores. No solo en lo sanitario, sino también en lo económico.
R. Hay que ser humildes: de momento sabemos muy poco. Pero si se confirma que, pese a ser más contagiosa produce cuadros menos severos, el impacto debería ser temporal y relativamente limitado. El impacto económico de cada nueva ola será menor gracias al refuerzo en la vacunación. Aunque la covid no se marchará del todo, cada vez será un lastre menor sobre la economía.
P. Uno de los mayores quebraderos de cabeza en 2021 ha sido el atasco global en las cadenas globales de suministro.
R. Los cuellos de botella seguirán durante algún tiempo, pero hay dos motivos para pensar que se relajarán a lo largo del año que viene: la inversión está siendo significativa, sobre todo en el sector de semiconductores, y la demanda se enfocará más en servicios y menos en productos. Ambos factores deberían aliviarlos, como también la inflación. Y, por supuesto, ayudarán al crecimiento de la economía.
P. ¿Y la energía?
R. Es una preocupación significativa en el futuro más inmediato, sobre todo en Europa, donde estamos viendo precios muy altos de la electricidad y pueden darse momentos puntuales de escasez de gas natural. Mucho dependerá de lo frío que sea este invierno. Pero es, sin duda, un riesgo clave en el horizonte económico.
P. Algunos bancos de inversión alertan de que tras el colapso de crecimiento de 2020 y el repunte de la inflación de 2021, en 2022 sufriremos un choque procedente de los mayores tipos de interés.
R. Es un riesgo, pero no es nuestro escenario central. Los mercados ya tienen incorporada en precio la senda de subida de tasas anunciada por la Fed, así que no se debería producir ningún shock. Eso no quiere decir que no pueda darse una sobrerreacción, sobre todo si la inflación sigue en niveles elevados. En Europa la historia es otra, completamente diferente: es muy muy improbable que el BCE suba tipos en 2022. Esperarán a 2023 o más allá.
P. Las Bolsas siguen cerca de máximos. ¿Aún ve potencial?
R. Veremos más ganancias a lo largo de 2022, aunque menores que las registradas en 2021. Los beneficios empresariales seguirán creciendo con fuerza, y eso continuará impulsando a las Bolsas.
P. ¿Seguirán dando prioridad a las acciones estadounidenses sobre las europeas?
R. Sí, aunque no tanto como en el pasado: las grandes tecnológicas [que cotizan en Nueva York] no lo suelen hacer bien cuando, como ahora, los tipos de interés suben. Así que no creemos que la diferencia de desempeño entre los parqués estadounidenses y europeos vaya a ser tan pronunciada.
P. Hay quien teme una reedición del taper tantrum (reacción negativa en el mercado por la retirada de estímulos) de 2013 en los emergentes: que la subida de tipos de interés en EE UU provoque una salida en tromba de capitales de los países de renta media.
R. El riesgo es menor que entonces: muchos de estos países han reducido su exposición a deuda denominada en dólares. Mi preocupación no es tanto por un taper tantrum causado por la Fed, sino por los problemas domésticos en algunos emergentes: para reducir la inflación. Sus bancos centrales han tenido que subir tipos de manera bastante agresiva y esto afectará al crecimiento en 2022. La segunda fuente de inquietud es política: habrá elecciones en muchos de estos países y eso añade una dosis adicional de volatilidad. Y la tercera es China: su crecimiento se está ralentizando y puede ser un problema para muchas economías emergentes.
P. La combinación de inflación y crecimiento económico fue clave en la fuerte reducción de la deuda pública tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Se repetirá la historia?
R. No creo que veamos una inflación tan alta como entonces, pero los intereses reales que afrontan los Estados seguirán significativamente por debajo del crecimiento del PIB. En tanto que eso suceda, es de esperar que la deuda se estabilice o incluso caiga. Podemos ser razonablemente optimistas, especialmente en las economías avanzadas y, particularmente, en Europa.
P. ¿Ha aprendido Europa la lección de la austeridad, tras el error de hace una década?
R. Creo que sí. Si la aplicas demasiado pronto, matas el crecimiento y acabas teniendo un problema fiscal aún mayor. No creo que veamos una repetición de austeridad tan severa como la que vimos tras la crisis financiera griega. Los gobiernos serán más pacientes.