La vuelta de Trump espanta al campo español y obliga a buscar cómo sortear una guerra comercial
Entre las medidas preventivas está el aumento del ‘stock’, mercados alternativos y nuevos distribuidores
Los próximos cuatro años serán una carrera de obstáculos para las empresas españolas que tienen negocio en Estados Unidos. Donald Trump toma posesión como presidente en enero de 2025; su regreso a la Casa Blanca supone nuevas políticas proteccionistas y pugnas comerciales. La promesa del presidente electo de un arancel universal de entre el 10% y el 20% sobre todos los artículos importados, independientemente de su origen, es la primera amenaza. La segunda radic...
Los próximos cuatro años serán una carrera de obstáculos para las empresas españolas que tienen negocio en Estados Unidos. Donald Trump toma posesión como presidente en enero de 2025; su regreso a la Casa Blanca supone nuevas políticas proteccionistas y pugnas comerciales. La promesa del presidente electo de un arancel universal de entre el 10% y el 20% sobre todos los artículos importados, independientemente de su origen, es la primera amenaza. La segunda radica en la posibilidad de que decida romper el acuerdo alcanzado en 2021 entre Washington y Bruselas para suspender por cinco años los impuestos compensatorios que habían fijado ambas partes en el marco de la disputa Airbus-Boeing. Si cualquiera de los dos escenarios sucede, pondrían en juego más de 23.000 millones de dólares (unos 21.700 millones de euros), que es el valor total de las exportaciones nacionales de bienes al país americano en 2023, según los datos de la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos (USITC).
La amenaza arancelaria es palpable. Prueba de ello es que las propias empresas estadounidenses han acelerado las importaciones y el volumen de fletes en estos meses, en particular los procedentes de China ―a quien Trump quiere imponer una tasa del 60% sobre todos los productos―. Sin embargo, en el caso nacional no hay una estrategia clara sobre cómo afrontar este dilema. Algunos analistas apuntan a que las compañías están aumentando sus envíos. Las otras opciones son reducir su exposición al mercado estadounidense con destinos alternativos, buscar nuevos distribuidores y viejas estrategias utilizadas entre 2017 y 2021, los años en los que estuvo al frente el republicano.
En el ojo del huracán está el sector agroalimentario, que fue el más golpeado durante el primer mandato de Trump. “Estados Unidos siempre se ha quejado de que Europa protege mucho al sector agrícola, por lo que no es descartable que Trump coloque un arancel de al menos el 10%”, explica Federico Steinberg, investigador de Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. En su opinión, “es lógico que las empresas aceleren sus exportaciones a finales de año, aunque no hay datos oficiales por el momento”. En esta situación estarían las empresas que concentran su producción en territorio nacional. En cambio, aquellas que han realizado inversiones para establecer plantas de producción dentro del territorio americano no se verán afectadas, ya que esto les permite evitar los aranceles sobre bienes importados.
Pablo López Gil, director general del Foro de Marcas Renombradas Españolas, coincide en el diagnóstico y añade que el impacto también depende del tipo de implantación que tenga la empresa en territorio estadounidense. “Algunos negocios del sector de la alimentación tienen centros de producción ahí, por lo que pueden afrontar mejor cualquier cambio de política económica”, precisa. Por el momento no tiene constancia de que las empresas que representa estén haciendo acopio, pero no lo descarta y recuerda que durante su mandato anterior, el presidente republicano ya desencadenó una guerra arancelaria que impactó de lleno en el campo nacional.
Fue en 2019 cuando la administración Trump impuso un arancel compensatorio del 25% sobre una amplia gama de productos alimentarios europeos como consecuencia de la disputa Airbus-Boeing (el conflicto persiste desde 2004 por las subvenciones públicas concedidas por ambas partes). En España, la lista de afectados incluía el aceite de oliva, el vino, las aceitunas, los quesos, y hasta clementinas y mejillones. El impacto fue inmediato y significativo. Entre 2019 y 2020, las exportaciones nacionales de estos productos cayeron un 27%, lo que supuso una pérdida de 362 millones de dólares (342 millones de euros), de acuerdo a los datos del ICEX.
El aceite y el vino, en la diana
Hay dos joyas de la corona que podrían estar nuevamente en riesgo: el aceite de oliva y el vino, que representan aproximadamente un tercio del total de productos adquiridos por Estados Unidos. Raúl Mínguez, director del servicio de Estudios de la Cámara de Comercio de España, recuerda que durante la primera legislatura de Trump, las ventas del oro líquido al mercado estadounidense sufrieron una caída del 60%, dejando una herida aún abierta en el sector agroalimentario. El vino nacional, que es el cuarto por volumen de importación en el mercado estadounidense, registró pérdidas semejantes.
La Federación Española de Vino actualmente no tiene información sobre posibles envíos preventivos, aunque no descarta que estén ocurriendo. Es “simplemente que ninguna empresa lo ha comunicado por el momento, todavía es muy pronto para poder cifrarlo”, añaden. El sector oleícola, por su parte, tiene más dudas de que se estén adelantando las exportaciones por una cuestión de precio. El director general de Asoliva, Rafael Pico, prevé que la producción sea mayor en los próximos meses, después de dos años de bajos niveles de cosecha. Esto, junto con una previsible reducción de los costes de producción, podría reducir el valor en origen, facilitando la venta del aceite en Estados Unidos a precios más competitivos.
De este modo, adelantar exportaciones ahora podría arrojar el resultado opuesto al deseado porque el producto enviado con los costes actuales tendría que competir con aceites producidos a precios más bajos en el futuro. Además, la incertidumbre sobre el valor en los lineales estadounidenses y su capacidad para absorber un arancel adicional complica aún más la decisión. Por eso, mientras no se publiquen los datos definitivos de exportaciones del último trimestre, que estarán disponibles en enero, será difícil confirmar si esta estrategia está siendo adoptada de manera generalizada por el sector.
La industria cárnica, que también se vio afectada en años anteriores por las políticas proteccionistas, no contempla por ahora la posibilidad de adelantar envíos. “Por el tipo de producto que enviamos y la vida útil limitada, no cabe la posibilidad de incrementos de stocks en los almacenes de los importadores”, precisa Giuseppe Aloisio, director general de la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (ANICE). Un arancel del 20% asestaría un duro golpe al sector. Estados Unidos es actualmente el primer importador no europeo de jamón en todo el mundo. En el año 2023, el valor de las exportaciones superó los 34 millones de euros.
Más allá del campo, el otro frente que corre peligro es el aeronáutico ante la posibilidad de que se recupere la tasa del 10% sobre los productos de la industria. España es uno de los países clave para Airbus, pues en el país se fabrican componentes y ensamblajes para varios modelos de aviones comerciales y militares. También destacan empresas dedicadas a componentes aeroespaciales, como alas, fuselajes y sistemas de navegación. Mínguez y Steinberg temen que el país pierda cuota de mercado y vaticinan un posible traslado de costes a los clientes, sobre todo en los billetes de avión.
Medidas a largo plazo
En todos los casos, lo que sí está claro es que ampliar los stocks de manera preventiva es una medida temporal que no soluciona el problema de fondo. Mínguez recuerda que, en la experiencia pasada, las empresas españolas optaron por la diversificación hacia mercados alternativos, como Asia, Oriente Medio y América Latina. Buscaron nuevos socios comerciales y exploraron acuerdos con importadores y distribuidores estadounidenses para renegociar precios, plazos y condiciones, buscando repartir el impacto de los aranceles. Algunos productores trasladaron operaciones a terceros países para evitar las tasas y en sectores donde los márgenes lo permitían, las compañías optaron por absorber parte del impuesto para evitar trasladar el incremento al consumidor final y mantener su competitividad.
En sectores como el vino y el aceite de oliva, las empresas exportaron productos en formatos industriales no sujetos a aranceles. También redirigieron ventas hacia mercados secundarios, estrategia que podría ser efectiva nuevamente. En general, las voces de estos sectores reclaman a Europa que actúe con anticipación frente a Trump para defender los intereses del mercado europeo.