López Vargas, fundador del COAG: “El cambio climático es una evidencia. No podemos volver a los modelos de antes”
El secretario general en Andalucía de la primera organización agraria estatal asegura que la prosperidad del sector pasa por el cuidado del medio ambiente
Eduardo López Vargas nació en Mendoza, Argentina, en 1958, pero con apenas ocho años volvió a Vicar, Almería, movido por sus orígenes alpujarreños. Su compromiso social y sindical con el mundo agrario le llevó a fundar, junto a otros compañeros, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), la primera organización agraria profesional de ámbito estatal. Actualmente, López es el sec...
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Eduardo López Vargas nació en Mendoza, Argentina, en 1958, pero con apenas ocho años volvió a Vicar, Almería, movido por sus orígenes alpujarreños. Su compromiso social y sindical con el mundo agrario le llevó a fundar, junto a otros compañeros, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), la primera organización agraria profesional de ámbito estatal. Actualmente, López es el secretario general de esta organización en Andalucía, donde también ejerce el cargo de presidente de la Asociación de Comunidades de Regantes. En la última semana, las protestas agrícolas han inundado varias ciudades españolas de tractores, banderas y pancartas pidiendo soluciones para un sector que “se asfixia”. Y en medio de discursos extremistas que culpan a las medidas de sostenibilidad de la decadencia del campo e incluso niegan el cambio climático, se erige la voz de López, el agricultor que advierte que el futuro la agricultura y la ganadería pasan por el cuidado del medio ambiente. “No podemos volver a los modelos de antes, el cambio climático es un hecho y la sostenibilidad la única salida pero con soberanía alimentaria”.
Los agricultores no están exentos de enfrentar el cambio climático, llevan años asumiendo la normativa europea para reducir las emisiones del sector agrícola, en el marco de la Política Agraria Común (PAC). Sin embargo, mensajes como “Fuera Agenda 2030″―el plan de ación de la ONU para alcanzar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos―y “No a la PAC” han protagonizado las protestas del sector primario, Para Vargas, el problema no es la Agenda 2030 o la PAC, sino las nuevas medidas del Pacto Verde Europeo para restringir, en un 50%, el uso de productos fitosanitarios en la agricultura: “Reducimos los pesticidas y los cambiamos por otros sostenibles, pero ahora quieren reducir también estos últimos. Esto nos deja sin armas”.
Restringir estos materiales aumenta los costes de los agricultores y disminuye el rendimiento de la tierra cultivada, lo que resulta en un encarecimiento de los precios. López asegura que la medida más urgente es “combatir la hipocresía europea” que les demanda una agricultura verde, pero abre los mercados “de par en par” a terceros países que no cumplen con el mismo control de sostenibilidad. “No pueden reducir nuestros rendimientos mientras firman acuerdos comerciales con países no comunitarios, y dejar que entren productos sin someterse a los controles fitosanitarios, de calidad o de precios”, subraya. La prosperidad del sector agrario es compatible con la lucha contra el cambio climático, siempre y cuando, se preserve el mercado, “lo que significa que la sociedad esté dispuesta a pagar los alimentos y pagarlos bien caros”.
Otro de los grandes golpes que sufre el campo español es la sequía, con pérdidas de casi el 60% de las cosechas, en el caso del cereal, que unido a las consecuencias de los conflictos bélicos se traducen en unos 1.400 millones de euros. “El cambio climático es una realidad y los expertos llevan tiempo advirtiendo que no va a llover y que aumentarán las temperaturas. En las cuencas hidrográficas deficitarias y dependientes del agua de lluvia, como el Guadiana, la sequía es un problema estructural”, afirma López. La actividad agrícola―especialmente el regadío―y ganadera son fundamentales para la economía y el arraigo de la población al territorio.
López considera que la solución para garantizar el futuro de esta actividad esencial pasa por prohibir tajantemente las ampliaciones de nuevos regadíos y, sobre todo, por invertir: “El Gobierno central y las Comunidades Autónomas deberían alcanzar un pacto de regadío y del abastecimiento de agua que aproveche todos los recursos hídricos que estén a nuestra disposición para garantizar el regadío existente, no para ampliarlo”. En COAG, asegura, son partidarios de aprovechar hasta la última gota de agua―salvaguardando los caudales ecológicos y los ecosistemas hídricos―, a través de la inversión en agua de desaladoras, regeneradoras y en conexiones. “Estamos de acuerdo con el análisis más realista del cambio climático que hace el Gobierno central, pero no en que sean tan viscerales y rechacen los trasvases en general, ya que en algunos contextos y lugares unos pocos litros pueden salvar el suministro de toda la población y de su agricultura”, señala López.