Esade prevé que España crezca entre el 1,9% y el 2,1% este año
La inversión y las exportaciones tirarán del PIB y compensarán el deterioro del consumo privado, pero estima un enfriamiento en el segundo semestre
Las previsiones de crecimiento económico para el año se acumulan y apuntan a datos positivos frente a un entorno europeo menos brillante. Esade vaticina que el PIB de España avanzará entre un 1,9% y un 2,1% en 2023, una estimación cercana a la del Gobierno y del Banco de España. Los principales motores serán la inversión, que aunque perderá algo de fuelle en el sector residencial —por el fuerte encarecimiento de la financiación— esta...
Las previsiones de crecimiento económico para el año se acumulan y apuntan a datos positivos frente a un entorno europeo menos brillante. Esade vaticina que el PIB de España avanzará entre un 1,9% y un 2,1% en 2023, una estimación cercana a la del Gobierno y del Banco de España. Los principales motores serán la inversión, que aunque perderá algo de fuelle en el sector residencial —por el fuerte encarecimiento de la financiación— estará respaldada por los fondos europeos y, sobre todo, por las exportaciones, que ya han sido el tractor del crecimiento en el último trimestre del año pasado y el primero de este. Aun así, el comportamiento de las principales magnitudes es heterogéneo. En las pasadas semanas ha habido señales de ralentización y se vaticina un enfriamiento de cara a lo que queda de año, según se lee en el Informe Económico y Financiero para el segundo semestre, presentado este jueves por la escuela de negocios.
“El entorno es positivo”, ha resumido Toni Roldán, director de EsadeEcPol, después de unos años de “montañas rusas”. La economía crece, la inflación se modera, marcando el dato más bajo de la zona euro (1,9% en junio) —el organismo estima que la tendencia siga y cierre el año cerca del 3%— y el empleo aguanta. La catástrofe que se temía para el cierre de 2022 no se ha materializado: el INE revisó al alza, del 0,4% al 0,6%, el PIB de los últimos tres meses del año pasado, y una décima los del primer trimestre de 2023, hasta el 0,6% —lo que ha permitido volver a los niveles prepandemia, aunque más tarde que las grandes economías europeas—. Y eso, a pesar de que el consumo privado está en terreno negativo, con una contracción de más del 1% en el tramo inicial del año en curso.
A través de su nueva herramienta de medición en tiempo real —real time tracker—, Esade calcula que también en el segundo trimestre del año el PIB ha crecido un 0,6%. “En términos generales, hay que decir que nuestra economía va bien”, ha reiterado Manuel Hidalgo, senior fellow de EsadeEcPol. Los precios de la energía han bajado con más intensidad que en resto de la eurozona, también gracias a la excepción ibérica, lo que moderado la inflación, el turismo repunta por el fin de las restricciones y repercute positivamente en las exportaciones, que se benefician a su vez de la reducción de costes, mientras que las importaciones disminuyen y favorecen el saldo.
Pero mirando más de lejos se ven fragilidades. “Estos buenos resultados palidecen al tomar una perspectiva temporalmente más amplia. Además, nuestra economía no es ajena al contexto global y adolece de sus propias vulnerabilidades, por lo que la situación podría deteriorarse en los próximos meses”, ha dicho Roldán. España ha tardado más en recuperar el PIB previo a la pandemia, el endeudamiento es muy elevado, las condiciones financieras se han endurecido y sigue habiendo un gran reto de productividad: “Tenemos más o menos el mismo PIB per cápita de 2005”.
Señales negativas
En los últimos días de junio, además, han llegado señales de enfriamiento, procedentes del sector servicios y también del mercado laboral, con una ralentización en la creación de puestos de trabajo. “El crecimiento no es todo lo positivo que nos gustaría, porque es muy asimétrico. Es como si nos estuviéramos preparando para un segundo semestre con un crecimiento que va a ser más débil”, ha subrayado Hidalgo.
El consumo privado representa una de las principales incertidumbres. La menor presión inflacionaria está aliviando a los hogares, pero el precio de los alimentos sigue disparado y deben aguantar otra losa: la subida de tipos del BCE para frenar la inflación está endureciendo la financiación y encareciendo las hipotecas, castigando en mayor medida a las familias más vulnerables. Como reflejo, el crédito empieza a debilitarse, sobre todo en términos de adquisición y rehabilitación de vivienda, pero también en el segmento del consumo. “La evidencia empírica dice que cuando esto ocurre nos vamos a enfrentar a una desaceleración”, ha alertado el economista.
“Si el consumo privado se recuperará en 2024 depende de muchas cuestiones. Si en los próximos meses bajan los precios de los alimentos, puede que sí, pero la economía internacional y global no acompañan”, ha analizado el economista. El crecimiento de las economías desarrolladas previsto para el año no es boyante. Se está moderando y en el bloque del euro hasta puede haber retrocesos de algunos países(un 1% para la UE). También en este caso, una nota positiva viene de la inflación, que se ha moderado gracias a la bajada de los precios energéticos y la desaparición de los cuellos de botella que se generaron tras la pandemia. “Pero la tasa subyacente [que no incluye alimentos frescos y productos energéticos, por su gran volatilidad] sigue elevada, por encima de los niveles objetivo. Está afectando a poder adquisitivo de las familias y al consumo, que es la variable que en mundo occidental está evolucionando peor”, ha concluido Josep M. Comajuncosa, profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade.
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