“Pasará. Todo esto pasará”. En medio del inesperado vendaval causado por la pandemia que nos azota desde marzo —estragos en la economía y altibajos de gran magnitud en los mercados, entre otras consecuencias— los analistas y expertos financieros intentan mantener el tipo y poner la mirada en el punto final de esta trágica historia, en el que se halla la promesa de una vuelta a cauces conocidos y asumibles. “Todo esto pasará”, repiten una y otra vez. Nadie, sin embargo, se atreve a decir exactamente cuándo, y a jurar que el retorno a la llamada normalidad es una certeza en lugar de un simple deseo. Mientras tanto, señalan las oportunidades que existen en Bolsa, tanto para quienes se atreven a estrenarse en este tipo de inversión en unas circunstancias tan atípicas, como para los veteranos.
Que los barómetros sigan apuntando borrasca resulta evidente si se atiende al índice de confianza de los inversores elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Construido con una escala que va de cero (máxima desconfianza) a 200 (confianza total), fija en 100 el punto de inflexión entre estar dispuesto a aumentar las inversiones (más de 100) o creer que es más oportuno reducirlas (menos de 100). “El inversor español de a pie encara los próximos 12 meses con un marcado pesimismo, incluso mayor que el mostrado en el segundo trimestre del año, en pleno confinamiento por la pandemia”, destacan desde la organización. Casi todos los indicadores registrados este mes están por debajo de 100, su peor dato desde diciembre de 2013, en medio de la anterior crisis.
No obstante, Ofelia Marín, profesora de análisis financiero de Comillas Icade, se remite a los hechos. “Los tipos de interés están muy bajos y van a seguir así, y la renta fija no es una alternativa, porque ya no ofrece ninguna rentabilidad”, explica. “Es que ya llevamos muchos años con esto: comprar una letra del Tesoro y quedarse ahí tranquilo, ahorrando renta sin asumir riesgo, se acabó”, sentencia. ¿Qué más remedio queda, sino invertir en renta variable? Una razón de peso a la que esta catedrática añade otra: “Existe el miedo de que las ingentes inyecciones de liquidez en el sistema por parte de los bancos centrales y la política monetaria muy expansiva del BCE acaben generando inflación”. Pese a albergar dudas sobre esta previsión, señala que la renta variable es una protección eficaz del ahorro contra un eventual aumento de los precios, “porque los beneficios de las empresas subirían acordes a este incremento”.
Los bancos se derriban
Una persona que se sintiera tentada por este tipo de inversión y quisiera empezar ahora a moverse en Bolsa debería fijarse “en los sectores que se están viendo más favorecidos en estos momentos, es decir, tecnología y salud”, en palabras de Juan Antonio Belmonte, delegado territorial de la Asociación europea de asesores financieros EFPA España. Las empresas que señala son todas aquellas relacionadas con “las nuevas formas de trabajar, donde tanto el teletrabajo como la necesidad de comunicarnos están descubriendo oportunidades de negocio, y las vinculadas con la vacuna contra el virus que provoca la covid y los medicamentos para tratar la enfermedad”, a las que añadiría compañías con implantación global y que tengan criterios de inversión socialmente responsable. El inversor novato “debería tener en cuenta también que puede invertir directamente o a través de fondos de inversión, con lo que puede diversificar de manera más fácil y por un coste inferior”, agrega.
En la misma línea, el gestor de activos financieros e inmobiliarios Toño García cree que “los Estados van a aumentar el gasto sanitario, por lo que las empresas del sector saldrán reforzadas; del mismo modo, el teletrabajo generará valor a todas aquellas tecnológicas que se dediquen a las interacciones virtuales y de movilidad, porque por ahí irán los tiros de la nueva normalidad; los elevados flujos de caja y buenos ingresos serán los grandes aliados de todas las compañías de telecomunicaciones, de consumo y de servicios públicos, y la transición ecológica favorecerá a las compañías renovables”.
La banca y el turismo, sin embargo, han sido muy castigados. Las acciones de los bancos tienen unos precios que García define “de auténtico derribo”, incluso por debajo de su valor en libros, “pero se están posicionando bastante bien de cara al futuro”, en su opinión. Por el contrario, se dice convencido de que algunas de las empresas dependientes del turismo quebrarán, pero las que se mantengan “retomarán el vuelo porque los viajes y el ocio volverán a su estado normal, aunque despacio”. También seguirán disparadas las compras online, ya que “nos hemos dado cuenta de que son cómodas y eficaces”.
De todas formas, es la falta de perspectivas de futuro entre los inversores lo que desespera a Marín. “Solo apuestan por compañías que ahora mismo estén creciendo, y ya está”, se queja. “Es verdad que la banca pierde un año de resultados con la mora, pero los resultados de 2019 o 2018 en algún momento volverán. Y es cierto que Amazon, Alibaba y Microsoft están creciendo porque la gente se ha acostumbrado a hacer todo por internet, pero la normalidad en algún momento volverá y las empresas que ahora están por los suelos algún valor tendrán”, insiste Marín.
Entre ‘growth’ y ‘value’, un trecho
Para esta docente, la dicotomía en los mercados ahora no se encuentra tanto entre los distintos países o grandes áreas geográficas, sino entre sectores. “Lo que hay es un diferencial enorme, inédito por su tamaño, entre la valoración en Bolsa de las compañías llamadas growth y las value”, explica. Las primeras son las empresas que crecen, por lo que las Bolsas las valoran bien y cotizan a muchas veces su beneficio; en esta crisis han subido. Por el contrario, las segundas, cuyas ventas no se incrementan tanto y gustan menos a los mercados por lo que cotizan a niveles más bajos, se han desplomado.
Marín ofrece uno de los muchos ejemplos que, en su opinión, se podrían encontrar en todos los principales mercados europeos. “Inditex, que es una compañía growth muy bien valorada porque crece mucho y paga pocos dividendos, baja sí un 25% este año, pero mucho menos que la mayoría”, asegura. Las empresas que se han visto damnificadas son las value en los sectores de las telecomunicaciones, bancario, petrolero e inmobiliario, a tal punto que “hoy el grupo de Amancio Ortega vale en Bolsa unos 75.000 millones de euros, que es tanto como la suma de Santander, BBVA, Telefónica, Repsol, Merlin Properties y Mapfre”, recalca.
El problema estriba, para Marín, en que “estamos todos sumidos en este marasmo, entre el confinamiento y la vacuna que tarda en llegar, y nadie se para a pensar que algún día puede volver a llegar la normalidad”. Por ello, a quienes quieran invertir en Bolsa aconsejaría “compañías value, que lo han hecho mal”. Desde su propia perspectiva, García coincide: “Según se vaya normalizando la crisis sanitaria, se irá neutralizando la crisis económica, dejando libres a las empresas para que sigan creando valor para el accionista, por lo que irse posicionando en compañías de calidad que hayan sufrido un fuerte varapalo no sería una idea descabellada”, sostiene este experto. Eso sí, habrá que tener en cuenta que “esto todavía no ha finalizado, ni el riesgo ha dicho basta; las manos fuertes de las compañías se han salido con el descenso provocado por el coronavirus para retomar la senda alcista en cualquier momento”, advierte.
Estudiar posiciones
Quienes ya tenían acciones deberían aprovechar las oportunidades que se están presentando. “Si han aguantado el chaparrón de la primavera y han llegado hasta aquí, es el momento de mantener la calma y la cabeza fría. Las Bolsas en el corto plazo se dejan llevar por la euforia y el pánico; sin embargo, en el largo plazo, recuperan la cordura y acaban reflejando su verdadero valor, porque todo esto pasará”, augura García. Para Belmonte, tendrían que evitar “enamorarse” de las acciones que tienen en cartera y “estudiar su situación actual, la potencial y las alternativas”.
En cuanto a lo que pueda pasar ahora, Belmonte admite que la “bola de cristal”, que ya no funcionaba bien en tiempos normales, ahora, en época de covid, “se ha roto”. “Aun así, de esta situación vamos a salir más pronto que tarde, y si no más fuertes, desde luego con una visión diferente y capacidades distintas”, prevé. “Solo falta que seamos capaces de detectar dónde están las oportunidades y aprovecharlas”, matiza. García, sin embargo, avisa que “el consenso del mercado no espera la recuperación de los niveles anteriores a la pandemia por lo menos hasta finales de 2021, en un escenario optimista”. Cualesquiera que sea el horizonte que nos espera, Marín reitera su convicción de que “las cotizaciones extrapolan casi que esto no se acaba nunca, pero la verdad es que estamos mirando demasiado a corto plazo y la clave está en que algún día volveremos a la normalidad”. Algún día.