David Autor, el economista de los trabajos perdidos
El profesor del MIT considera que la crisis provocada por el coronavirus va a impulsar la sustitución de empleados por máquinas
Los robots están frotándose las manos. Si las crisis anteriores sirven de precedente, muchos de ellos se estrenarán en estos meses en el mercado laboral. Como dice un informe del estadounidense National Bureau of Economic Research, en épocas de crisis el 88% de los empleos sustituibles por máquinas se pierden en un entorno de 12 meses. Según el economista David Autor, el fenómeno tiene su lógica. “Las empresas más automatizadas suelen ser más eficientes y eso les da ventaja sobre empresas...
Los robots están frotándose las manos. Si las crisis anteriores sirven de precedente, muchos de ellos se estrenarán en estos meses en el mercado laboral. Como dice un informe del estadounidense National Bureau of Economic Research, en épocas de crisis el 88% de los empleos sustituibles por máquinas se pierden en un entorno de 12 meses. Según el economista David Autor, el fenómeno tiene su lógica. “Las empresas más automatizadas suelen ser más eficientes y eso les da ventaja sobre empresas más intensivas en mano de obra que se habían mantenido por inercia o porque había que amortizar la infraestructura anterior”, explica durante una entrevista telefónica desde su casa en Massachusetts.
Profesor en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Autor se ha labrado una reputación rastreando los trabajos perdidos por la tecnología y por el comercio internacional. En 2016 publicó junto a David Dorn y Gordon Hanson el trabajo El shock de China en torno a los efectos devastadores que el comercio con el país asiático había tenido sobre los índices de desempleo en algunas regiones industriales de Estados Unidos. En esas zonas, la transición hacia nuevas actividades exportadoras y la recuperación del empleo no se producían tan fácilmente como entendían hasta entonces los economistas, siguiendo el modelo de David Ricardo. Como escribió el semanario The Economist, el trabajo de Autor demostró que “el mercado laboral estadounidense es menos flexible de lo que se pensaba”.
Antes de cuestionar los beneficios de una globalización sin matices, Autor había roto otro consenso no escrito del pensamiento económico cuando detectó que los empleos con mayor riesgo de desaparición por la competencia con las máquinas no eran los que requerían menor educación formal, sino los compuestos por labores rutinarias y repetitivas. Trabajos de formación media pero que involucran operaciones matemáticas, concertar reuniones o controlar lo que hacen otros, por ejemplo, corren más peligro de desaparecer por la presencia de un ordenador que las más insustituibles labores de atender la barra de un bar o dejar ordenada una oficina.
En crisis como la que estamos viviendo, dice Autor, la automatización se acelera debido a una competencia en la que sobrevive la empresa que consigue lo mismo con costes menores. El ejemplo más evidente son las tiendas de comercio minorista, que, en su opinión, no volverán a sus niveles previos porque ya estaban en riesgo antes de la crisis: “Lo que va a pasar ahora es que sencillamente se acelerará el proceso de cribado de unas empresas que ya venían desvaneciéndose poco a poco”.
Las condiciones específicas de esta crisis han acelerado aún más la automatización porque, para reducir la transmisión del virus, “las empresas están tratando de entregar su producto con menos empleados, ya sea en almacenamiento, transporte, envío o fabricación”. La proliferación de cajas de autoservicio en los supermercados de EE UU es, dice, el ejemplo más evidente. “Incluso la transición de la tienda física al comercio online es un paso gigantesco hacia la automatización, porque las compras por Internet requieren menos empleados”, explica Autor, que cita el afianzamiento de los robots como limpiadores de suelos, guardias de seguridad y responsables de inventariar almacenes.
Autor también ha analizado la competencia entre grandes y pequeñas empresas en épocas de crisis. Las primeras suelen salir mejor paradas, dice, por su mejor acceso al crédito y su menor ratio de empleados por unidad producida: “Por eso tengo todos los motivos para pensar que la reducción de los ingresos del trabajo en el total de la renta nacional se seguirá acelerando con esta crisis”.
¿Un escenario de terror para los asalariados? Según Autor, no pinta demasiado bien, aunque también hay aspectos positivos como la mejora en la capacidad de organización sindical. “Es mucho más fácil para los empleados negociar de forma colectiva en las grandes empresas que en las pequeñas”, dice, poniendo como ejemplo una subida salarial que Amazon se vio obligada a conceder en EE UU después de que sus empleados se organizaran. Pero el optimismo del profesor tiene sus límites: “No quiero decir con esto que se neutraliza así la pérdida de ingresos de los trabajadores con relación a la renta nacional, pero sí que al menos se crea una oportunidad”.
Cambio revolucionario
La otra gran pregunta es sobre los trabajadores sanitarios y esenciales. ¿Mejorarán sus condiciones laborales tras la crisis? La respuesta, dice Autor, variará en función del país, las instituciones y los políticos: “Se ha creado una oportunidad para el cambio, pero es difícil predecir hacia qué lado van a caer las fichas del dominó. Tras la crisis financiera de 2008 uno podía haber pronosticado que EE UU implementaría una política fiscal mucho más progresiva, que habría mayor control sobre las instituciones financieras y los bancos… Pero eso no fue lo que ocurrió”.
Sin salirse del presente, en EE UU la crisis del coronavirus ya ha provocado un cambio que hace cuatro meses era difícil de imaginar: la ampliación del seguro de desempleo. “Lo normal, en una crisis, era extender la duración del seguro de desempleo, pero lo que nunca se había hecho antes era ampliarlo para incluir a gente que no estaba cubierta”, explica. “Ha sido algo verdaderamente revolucionario”.
En vez de seguro de desempleo, Autor considera que las bajas tasas de desocupación de EE UU habían permitido que el país funcionara con una especie de seguro de reempleo. Eso podría cambiar ahora, apunta, porque el empleo en tiendas minoristas, hoteles, restaurantes y bares tiene visos de seguir en mínimos “durante mucho tiempo y tal vez de forma permanente”: “Y esos eran los sectores que estaban dando trabajo a un montón de gente sin altos niveles de educación”.
Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía
- Buscador: La desescalada por municipios
- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus
- Guía de actuación ante la enfermedad
- Pinche aquí para suscribirse a la newsletter diaria sobre la pandemia