Reportaje:NIÑOS DEL MUNDO | SUECIA

Flechazos contra la discriminación

La diana contra la que a Hannah le gustaría disparar una flecha con su arco se esconde en el corazón de "una sociedad en la que cuando naces, te coloca en una caja, en un estereotipo en el que debes vivir el resto de tu vida". Porque sí, incluso en un país como Suecia, con una de las políticas sociales más avanzadas del mundo y uno de los índices de desarrollo humano más elevados, ser menor y gay, lesbiana, trans o bisexual puede no parecerse a un camino de rosas. Y eso que ella no es exactamente nada de todo eso. Hannah Nilsson, de 17 años, se considera queer. "Para mí supone no...

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La diana contra la que a Hannah le gustaría disparar una flecha con su arco se esconde en el corazón de "una sociedad en la que cuando naces, te coloca en una caja, en un estereotipo en el que debes vivir el resto de tu vida". Porque sí, incluso en un país como Suecia, con una de las políticas sociales más avanzadas del mundo y uno de los índices de desarrollo humano más elevados, ser menor y gay, lesbiana, trans o bisexual puede no parecerse a un camino de rosas. Y eso que ella no es exactamente nada de todo eso. Hannah Nilsson, de 17 años, se considera queer. "Para mí supone no entender precisamente de etiquetas ni de géneros, sino de personas. Yo me enamoro de las personas, no de sus géneros".

Artículo 2 de la Convención sobre los Derechos del Niño

Todos los derechos de la Convención deben ser aplicados a todos los niños y niñas, sin excepción alguna, y es obligación del Estado tomar las medidas necesarias para protegerles de toda forma de discriminación.

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A pesar de su fuerte personalidad, Hannah nunca ha sido muy popular. Ni en el colegio ni en el instituto. "Siempre he dicho lo que pienso. Y creo que eso no le ha gustado a mucha gente. A esa edad, entre los 14 y los 15, fue cuando empezaron a llamarme lesbiana. Porque, claro, son los chicos quienes deben tener el coraje de decir lo que piensan. Cosas de niños. Nunca me afectó mucho. Siempre he sido fuerte. Mis padres y Angelica, mi mejor amiga, siempre me han ayudado".

Hannah es hija única de una familia acomodada. Pura clase media sueca. Padres cosmopolitas, aficionados a la música y la literatura. "Mis padres y yo hablamos de todo desde que era pequeña. Y diría que siempre me han hablado como a alguien con la madurez suficiente como para comprender en cada momento cada circunstancia". A pesar de toda aquella comprensión recibida por parte de sus seres queridos, había algo de lo que nunca nadie le habló. Sexualidad. "En el colegio me explicaron prototipos del chico y la chica perfectos. Idealizados según un único punto de vista. Estereotipos. No me sentía identificada en ninguno de aquellos discursos. Yo estaba interesada en chicos, pero también en las chicas. Cuando era pequeña estuve interesada en chicos. A partir de los 14 comencé a sentir otras cosas. A los quince dije a Angelica, mi mejor amiga, lo que sentía. Hoy soy bisexual, pero creo que no existen diferencias entre chicos y chicas".

A los 16 años visitó la sede de Egalia (RSFL) en Estocolmo, una asociación ligada al movimiento LGBT (Gay, Lesbiana, Trans y Bisexual) a la que permanece vinculada. "A los 17, antes del verano de 2009, le conté a mis padres cómo sentía la sexualidad. Con ellos fue fácil". Hannah reconoce haber expresado su sexualidad ante sus padres porque le apetecía hacerlo, no porque se sintiera obligada a ello. En un clima de confianza como el de su casa, cuenta, entendió a su debido momento como algo normal contar lo que sentía. "Pero con eso no quiero decir que esté de acuerdo con ir diciendo por ahí lo que eres. ¿Por qué tenemos que decirle a la gente lo que somos si los heterosexuales no lo hacen?", cuenta Hannah junto a una taza de café. Toda su fuerza, toda su confianza, no le impiden sentir todavía recelo de ciertos comportamientos sociales que juzgan lo que no les incumbe. "De hecho, estoy convencida de que a algunos parientes míos no les haría ninguna gracia conocer mi sexualidad. Y es porque ni conocen ni tienen información sobre alguien que sea diferente a ellos, a los estereotipos que tienen en la cabeza. Saberlo les haría sentirse inseguros ante lo que no conocen. Y eso provocaría un rechazo, te lo aseguro. Es lo mismo que pasa en la sociedad. Y sí, en esta sociedad, la sociedad de Suecia".

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Victor y Mandela "Mi héroe es Nelson Mandela. Representa aquello en lo que me gustaría convertirme. Soy Victor Bernard, tengo 17 años y soy homosexual. Quiero estudiar Política Internacional y trabajar como diplomático".ISABEL MUÑOZ

Homosexualidad

Todavía se persigue en 70 países; en algunos se castiga hasta con la muerte. Al menos 23 países desarrollan leyes que discriminan a las mujeres, según estima Amnistía Internacional. Otros 15 mantienen legislaciones discriminatorias contra los migrantes y 14 legislan contra las minorías. Suecia. Figura entre los primeros países en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo de 2008.

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