Entrevista:GRACIA QUEREJETA | 55º Festival de Cine de San Sebastián

"Es probable que para mí la familia sea el gran tema"

Siete mesas de billar francés nació en un viaje de tren Alicante-Madrid. Una idea telegráfica que cabía en el sms que Gracia Querejeta le envió a su guionista, David Planell, y que, más o menos, decía: "Dos mujeres muy diferentes condenadas a entenderse ante la ruina emocional y económica que las amenaza". En el mensaje cabía un dato más: "Unen sus fuerzas para sacar adelante un negocio".

Tras meses de escritura, el argumento se convirtió en la historia de amor-odio entre la hija y la amante de un hombre que acaba de morir dejando un negocio en ruinas. Mujeres solas, un local vac...

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Siete mesas de billar francés nació en un viaje de tren Alicante-Madrid. Una idea telegráfica que cabía en el sms que Gracia Querejeta le envió a su guionista, David Planell, y que, más o menos, decía: "Dos mujeres muy diferentes condenadas a entenderse ante la ruina emocional y económica que las amenaza". En el mensaje cabía un dato más: "Unen sus fuerzas para sacar adelante un negocio".

Tras meses de escritura, el argumento se convirtió en la historia de amor-odio entre la hija y la amante de un hombre que acaba de morir dejando un negocio en ruinas. Mujeres solas, un local vacío, el fantasma del patriarca y un equipo de jugadores de billar huérfano.

Siete mesas de billar francés es la quinta película de Gracia Querejeta (Madrid, 1962) y la tercera con la que participa en la sección oficial del Festival de San Sebastián, donde competirá el próximo martes 25. "Mi padre tenía un billar francés en su casa y yo sabía jugar un poco", recuerda la cineasta. "Madrid estaba lleno de billares de barrio, hoy inexistentes. Mis nociones eran más bien nulas, pero me atrajo la idea de un juego en decadencia. Así que nos pusimos en contacto con la federación nacional y con la de Madrid y nos documentamos bien".

"El cine es mi manera de vengarme del pesimismo que nos invade en la vida"
"Siempre habrá drama en lo que cuento, pero cada vez necesito reírme más de las cosas"
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Con su nuevo largometraje la realizadora vuelve a las tripas de su mejor cine: el que habla de los lazos familiares y sus complejas formas. "Es probable que para mí la familia sea el gran tema", añade la directora de Cuando vuelvas a mi lado, "quizá porque en ningún otro sitio el intercambio emocional es tan brutal y constante y porque quizá en ningún otro sitio se encuentran a la vez tantas satisfacciones y frustraciones".

Sentada en un bar cercano al parque del Retiro, cerca de su casa de Madrid, Querejeta habla de sus personajes y de sus actores. Cree que el tándem formado por la hija -Maribel Verdú ("la niñata que se quitó de en medio")- y la amante -Blanca Portillo ("la que se tragó los años de vacas flacas")- es uno de los grandes valores de una película que define como coral.

En ella se cruzan edades (del niño Víctor Valdivia a la anciana que interpreta Amparo Baró) y profesiones (fontaneros, taxistas, zapateros, policías, enfermeras...). Un mundo de adultos siempre al borde del descalabro. "El personaje de Maribel Verdú lo pierde todo pero ante la adversidad decide hacer lo único que se puede: tirar hacia delante. Pensamos que no somos fuertes pero la realidad es que lo somos, y mucho más de lo que nos creemos".

Gracia Querejeta habla entonces del padre muerto que mueve los hilos en la sombra. "En términos generales, y psicológicos, hay que matar al padre, enfrentarse tarde o temprano a los miedos y trascender la figura materna y paterna. Yo creo que la vida, afortunadamente diría yo, te acaba poniendo delante de la puerta que no querías abrir. Y es entonces cuando tienes que dar el portazo, cuando también sale lo mejor de nosotros".

Siete mesas de billar francés tiene algo de cine épico, el rescate de uno mismo como última gran hazaña. "Yo quiero salvar a los personajes de sus miserias y de sus horrores", explica la directora. "El guionista William Goldman decía que escribía para vengarse. Para mí es lo mismo, yo escribo para superar mis miedos y mis fantasmas. Y el cine es mi manera de vengarme del pesimismo que nos invade en la vida". Reconoce entonces que sus películas han tenido una evolución "lógica": "Siempre habrá drama en lo que yo cuento, pero es cierto, cada vez necesito más reírme de las cosas".

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