LLÁMALO POP

Patria querida del rock

Qué estimulante la sincronicidad. Aparecen dos historias del rock asturiano: un libro, No se salva nadie, y un documental, Los años eléctricos. En realidad, No se salva nadie (Norte Sur Records) es más modesto: va de 1979 a 1980, cubriendo rock y pop. Su autor, Rafa Balbuena, se disculpa por ignorar el heavy y el movimiento celta.

¿Y da para tanto, oigo preguntar? Desde luego: Langreo acoge a Stukas, caso único de grupo en activo desde 1961, aunque a veces camuflado como orquesta verbenera. En la citada década, hubo allí un piélago de propuestas: se recogen f...

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Qué estimulante la sincronicidad. Aparecen dos historias del rock asturiano: un libro, No se salva nadie, y un documental, Los años eléctricos. En realidad, No se salva nadie (Norte Sur Records) es más modesto: va de 1979 a 1980, cubriendo rock y pop. Su autor, Rafa Balbuena, se disculpa por ignorar el heavy y el movimiento celta.

¿Y da para tanto, oigo preguntar? Desde luego: Langreo acoge a Stukas, caso único de grupo en activo desde 1961, aunque a veces camuflado como orquesta verbenera. En la citada década, hubo allí un piélago de propuestas: se recogen fichas de unos 130 grupos. Otro asunto es la durabilidad: se incluye un compacto de 22 canciones y duele que muchas sufrieron producciones pobres y los vicios propios de los estudios de los ochenta.

Los años eléctricos, dirigido por José Braña y Chus Neira, ha sido emitido por la televisión autonómica, TPA. Es un proyecto panorámico y llega hasta hoy, con menciones de Melendi o El Sueño de Morfeo. Su gran protagonista es Jorge Ilegales Martínez, hondero de frases contundentes, aunque las cámaras se ocupan más de los noventa y el Xixón sound; cierto que también se recoge una aguda crítica de aquella ola noise por parte de Fran Gayo, el hombre de Mus.

El documental aclara algunos misterios. Por ejemplo, Tino Casal: unos impagables clips de los setenta revelan que siempre fue un adelantado de las modas, pero que su música no tenía alas. Y el fracaso de Los Locos. Allí estaban Paco Loco Martínez, ahora principal productor del indie nacional, y Carlos Redondo, que murió ejerciendo de cantante de Felpeyu.

Significativo que allí terminara la voz de Cebo para otros brazos: el folk ha ido comiendo terreno al rock en el Principado. Ambas historias son valiosas y enriquecen nuestra visión del tormentoso devenir del rock español.

Son también sintomáticas de la fragmentación de España en lo cultural. En los últimos años, han salido todo tipo de historias parciales del rock en regiones, provincias, ciudades: podemos incluso saberlo todo sobre los grupos nacidos en Talavera de la Reina.

Sin embargo, al caer fuera de la industria de las particularidades, no existe una historia nacional del rock, un libro manejable que cuente lo que ha sonado aquí desde que se formaron Los Estudiantes.

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