La despedida del líder del Nuevo Laborismo
Acosado desde hace años por su seguro sucesor, Gordon Brown, desgastado por la guerra de Irak y cada vez más impopular en política nacional, Tony Blair anunció ayer la desde hace tiempo anticipada fecha de su jubilación tras 13 años de líder laborista y 10 de primer ministro británico: será el 27 de junio.
Su inquebrantable alianza con George W. Bush en la llamada guerra contra el terrorismo empezó a marcar el principio del fin de Tony Blair. Su legado parece condenado a quedar, quizá para siempre, a la sombra de Irak.
W. O. | Londres
El arquitecto del Nuevo Laborismo deja un legado discutido pero con muchas facetas
El conflicto de Irak
La Cámara de Representantes de EE UU tenía lista para votar anoche una nueva ley de financiación de la guerra de Irak, cuya originalidad radica en que concede el dinero solicitado por el presidente por etapas y sujeto a fuertes condiciones al Gobierno iraquí, aunque no impone una fecha precisa para la retirada de tropas.
La guerra de Israel contra Hezbolá en el sur de Líbano de julio pasado ha desatado otra batalla que ahora dirige el primer ministro, Ehud Olmert, para salvar su carrera política. El jefe del Ejecutivo trató de echar balones fuera en su testimonio ante la comisión que investiga la contienda y responsabilizó al jefe de las Fuerzas Armadas del fiasco. "El Ejército decepcionó seriamente", afirmó.
El líder centrista, François Bayrou, dio ayer un paso más en su intento de introducir una tercera fuerza en Francia. A pesar de que 22 de los 29 diputados de su partido se han aliado con la mayoría gubernamental, los miembros del Consejo Nacional de la Unión Democrática Francesa (UDF) votaron ayer por la creación del Movimiento Demócrata. Nicolas Sarkozy, por su parte, fue proclamado ayer ganador de las presidenciales.
Desde el primer momento, la visita de Benedicto XVI a Brasil se está caracterizando por la ausencia de retórica de los protagonistas de la estancia de Joseph Ratzinger en Suramérica. Ayer, en su primer cara a cara en privado, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, señaló al pontífice que su objetivo es "fortalecer un Estado laico y que la religión sea un instrumento para temas espirituales y sociales".