Entrevista:JAVIER ARANCETA | Premio Grande Covián 2007

"En algunas comunidades se deben tomar medidas preventivas por la obesidad infantil"

Javier Aranceta (Bilbao, 1952) recibió el pasado 27 de abril el Premio Grande Covián 2007 a la trayectoria docente e investigadora en el campo de la nutrición. Llegaba así el reconocimiento a uno de los principales investigadores de la obesidad infantil en España, como refleja su cargo como coordinador del grupo de trabajo de epidemiología de la Estrategia NAOS (Nutrición, Obesidad y Actividad Física), dependiente del Ministerio de Sanidad. Doctor en Medicina y Cirugía y en Nutrición, profesor en las universidades del País Vasco y Navarra, Aranceta aboga por "el derecho y el deber" de la inter...

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Javier Aranceta (Bilbao, 1952) recibió el pasado 27 de abril el Premio Grande Covián 2007 a la trayectoria docente e investigadora en el campo de la nutrición. Llegaba así el reconocimiento a uno de los principales investigadores de la obesidad infantil en España, como refleja su cargo como coordinador del grupo de trabajo de epidemiología de la Estrategia NAOS (Nutrición, Obesidad y Actividad Física), dependiente del Ministerio de Sanidad. Doctor en Medicina y Cirugía y en Nutrición, profesor en las universidades del País Vasco y Navarra, Aranceta aboga por "el derecho y el deber" de la intervención pública en el ámbito de la alimentación. "El grado de obesidad infantil en España alcanza en la actualidad niveles preocupantes", advierte el también director de la Unidad de Nutrición Comunitaria del Ayuntamiento de Bilbao.

"La Administración tiene el derecho y el deber de velar por la salud de los ciudadanos sin privarles de su libertad"
"No tenemos tiempo de acercarnos a los fogones y echamos mano de platos precocinados. No sé si pensamos en las repercusiones"

Pregunta. En algunos de sus libros, como Desayuno y equilibrio alimentario o Nutrición infantil y juvenil, se percibe una preocupación creciente por el aumento del índice de obesidad en la población infantil.

Respuesta. En estos momentos, la situación es preocupante, hasta el punto de que en comunidades como Murcia, Andalucía o Canarias considero que se deben tomar medidas preventivas. En estas regiones, el 20% de los niños tiene problemas de obesidad y, si hablamos de sobrepeso, el porcentaje de afectados se duplica. Afortunadamente, no padecemos la intensidad de Estados Unidos o Gran Bretaña, pero nos dirigimos a sus índices. En España, en los últimos 15 años, el porcentaje de obesidad en la infancia se ha multiplicado por dos.

P. ¿Por qué insiste en la necesidad de una prevención rigurosa de la obesidad infantil?

R. Las enfermedades cardiovasculares o la diabetes se gestan en la edad pediátrica. Las primeras embestidas de estas dolencias están condicionadas por la alimentación en la niñez y en la adolescencia. Y, por otra parte, los niños con sobrepeso se escapan del ejercicio físico y se relegan a actividades sedentarias, como el ordenador o la televisión, sin olvidar que compensan sus insatisfacciones con el consumo de bollería industrial o golosinas, en una espiral que conduce en muchas ocasiones a la marginación social.

P. ¿Cómo se ha llegado a este punto? Nunca como ahora las administraciones públicas habían velado tanto por la alimentación de los ciudadanos.

R. Estamos pagando las políticas públicas de las primeras décadas del siglo pasado, cuando se impulsó el consumo de proteínas. En los años veinte, las enfermedades más comunes, desde Andalucía hasta Alemania, procedían de la carencia de proteínas en la dieta. Una vez que se superó esa etapa crítica, mantuvimos la dinámica de considerar sano el comer en abundancia, al mismo tiempo que el trabajo en general reducía su carga física. Así que hemos pasado de impulsar políticas por la subsistencia a recomendar continencia.

P. ¿Cómo se encuentra España en la actualidad? ¿Son necesarias las políticas públicas en el ámbito de la alimentación? Se lo pregunto por los recientes reproches a las advertencias de Sanidad contra productos de una cadena de hamburgueserías.

R. En nuestro país, tenemos un perfil bueno, pero adolece de ese exceso de proteínas común a todo el mundo occidental. Yo creo que la Administración tiene el derecho y el deber de velar por la salud de los ciudadanos, sin privarles de su libertad. Debemos, y hablo en primera persona, desde mi experiencia en distintas administraciones, educar e informar de conductas de riesgo. Pero también hay que tener en cuenta que muchas de estas conductas de riesgo se pueden escenificar cuando hay posibilidad de acceso y hay personas que no tienen sentido crítico para decidir. Así que parece lógico que la Administración tome medidas.

P. ¿A qué se refiere?

R. Le voy a poner un ejemplo que creo que no suscitará recelos. Se han prohibido las máquinas expendedoras de bollería industrial en los colegios de Primaria. En este caso, la Administración cumple con su deber con unas personas que no tienen capacidad de decisión. Si el Gobierno se preocupa de velar por el medio ambiente, no veo por qué no se ha de atender la alimentación.

P. ¿Llevaría a su hijo a un establecimiento de comida rápida si se lo pidiera?

R. Afortunadamente, no me he encontrado nunca en ese dilema, porque a mi hijo, que ya tiene 21 años, no le gusta ese tipo de lugares ni la comida que en ellos se ofrece. Es más, hemos tenido más de un problema en los cumpleaños del colegio, porque a él no le gustan ese tipo de establecimientos donde se suelen celebrar esas fiestas. Y ahora es él quien nos vigila. Su grado de implicación con lo que se le ha explicado de niño es total.

P. Hay que predicar con el ejemplo.

R. El ejemplo es básico. Desde el momento en que dos personas deciden ser padres, ya han de procurar mantener una buena alimentación. Muchos problemas se pueden evitar desde la etapa intrauterina. Y luego, los niños aprenden con el detalle más nimio, desde la compra en el mercado a la mirada crítica a los anuncios de televisión.

P. Usted insiste mucho en la necesidad de un buen desayuno.

R. Es una de las comidas principales del día y la que recibe menos atención porque hay que salir al colegio, siempre con prisas. Por eso, recomiendo prepararlo la víspera, con la fruta, los cereales y las tazas preparadas. Como si fuera un momento especial que se comparte con el adulto que está encargado de esa comida.

P. ¿Tan trascendental es esta comida?

R. El relajo resulta fatal. La obesidad no se gestiona de un día para otro. Año a año vamos acumulando cinco o seis gramos de grasa al día y al final nos damos cuenta de que pesamos 15 o 20 kilos de más.

P. Los programas de cocina invaden las cadenas de televisión. ¿Incide de algún modo esta divulgación gastronómica en nuestros hábitos alimentarios?

R. Nunca ha habido tanto cocinero en la televisión y se ha cocinado menos. No tenemos tiempo de acercarnos a los fogones y echamos mano de platos precocinados con excesiva ligereza. No sé si pensamos en las repercusiones.

P. Usted se ha preocupado también de la alimentación de los mayores.

R. Son la reserva gastronómica en España. Comen mucho mejor que nosotros. Estamos cambiando a peor, hacia la desestructuración de la dieta, con lo que ello implica.

P. Entonces, somos lo que comemos.

R. Sin ninguna duda. La dieta es el sustrato más importante de nuestras potencialidades. No cabe duda de que tenemos un referente genético, pero nos tenemos que orientar por nuestra alimentación diaria. Yo entiendo que muchas veces resulta más fácil comerse un pastel de nata que una macedonia de frutas, pero también hemos de saber a qué conduce cada uno de estos postres. Afortunadamente, en los restaurantes cada vez aparece más oferta de frutas en los postres.

P. ¿La dieta mediterránea es la más recomendable?

R. Yo hablaría de dietas mediterráneas. Y dentro de éstas, creo que la mejor es la que se escenifica en el Norte de España, desde Navarra hasta Galicia, porque cuenta con un plus importante de pescado, además de un mayor consumo de verduras y lácteos. Por otra parte, en esta dieta norteña también se consume más vino que cerveza, otro valor añadido importante.

Javier Aranceta, en su despacho municipal en Bilbao.SANTOS CIRILO

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