Crítica:REVISTA DE TEBEOS

La cantera gallega

Ya se sabe de la suculencia de los alimentos y caldos gallegos. Mucho se ha escrito de sus beneficiosos efectos, pero queda en el debe de investigadores futuros determinar cuál de sus componentes genera unas ganas tremendas de ponerse a dibujar tebeos. Eso siempre que no se quiera recurrir a las meigas para explicar el dinamismo y fuerza de los movimientos tebeísticos de esta comunidad, que han conseguido que, hoy por hoy, sea el principal crisol de nuevos autores y proyectos relacionados con la historieta. El último que nos llega es el salto a la profesionalidad del fanzine BDBanda, j...

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Ya se sabe de la suculencia de los alimentos y caldos gallegos. Mucho se ha escrito de sus beneficiosos efectos, pero queda en el debe de investigadores futuros determinar cuál de sus componentes genera unas ganas tremendas de ponerse a dibujar tebeos. Eso siempre que no se quiera recurrir a las meigas para explicar el dinamismo y fuerza de los movimientos tebeísticos de esta comunidad, que han conseguido que, hoy por hoy, sea el principal crisol de nuevos autores y proyectos relacionados con la historieta. El último que nos llega es el salto a la profesionalidad del fanzine BDBanda, justo ganador de todos los premios que han dado a conocer a autores gallegos y que comenzará una nueva singladura como revista de tirada nacional, en ediciones en gallego y castellano. El proyecto liderado por Kiko Da Silva incluye una selección de autores intachable, que balancea juventud con veteranía: Albert Monteys, Javier Olivares, Sergi García y David Rubín, Miguel Robledo, Carlos Vermut, Christophe y Kalo, Felipe Hernández Cava y Segi, Carlos Portela y Fernando Iglesias, Jacobo Fernández, Miguel Porto y Víctor Rivas. La revista, de periodicidad semestral, aparecerá en el próximo Salón del Cómic de Barcelona y tiene el reto de hacerse un hueco entre el público infantil y juvenil.

Pantalla panorámica

Comer palomitas mientras se lee un tebeo es para muchos aficionados lo más parecido a una herejía, ya se sabe, papel y dedos aceitosos son mala combinación. Pero hay que reconocer que algunos tebeos deberían poder leerse en pantalla panorámica, con sonido 5:1 y una bolsa gigante de palomitas. Buen ejemplo de esta tendencia puede ser Adam Strange, de Andy Diggle y Pasqual Ferry (Planeta DeAgostini Comics), un tomo que recupera un personaje clásico de la ciencia-ficción de los cincuenta, émulo de Flash Gordon, y lo actualiza al siglo XXI, convirtiéndolo en protagonista de una épica space-opera al mejor estilo de Lucas, con todos los ingredientes clásicos: batallas de naves espaciales, planetas de galaxias muy, muy lejanas y mucha diversión. Un entretenido guión que el español Pasqual Ferry se encarga de ilustrar con una espectacular potencia visual.

En una línea "oscuro fin de milenio" encontramos Sleeper, de Ed Brubaker y Sean Philips (Norma Editorial), una miniserie que consigue un efectivo cóctel de superhéroes, historia de espionaje y género negro, mezclados con inteligencia para contar una historia de agentes perdidos en organizaciones que conspiran por el poder mundial. Un tópico que Brubaker sabe reelaborar para enganchar al lector en su juego de mentiras y misterios.

Aunque si lo que se busca es un homenaje en toda regla a los héroes de siempre, la elección es fácil: Tom Strong (Norma Editorial). El británico Alan Moore, el guionista de historieta más influyente de las últimas décadas, decide desmarcarse de todas las tendencias actuales de los tebeos comerciales para reivindicar el "sentido de la maravilla" de la novela popular de los años veinte y treinta con esta nueva versión del clásico Doc Savage.

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