Cartas al director

La elección

Nació como niño número 6.000, y le tocó. La estadística, testaruda, dio en el clavo. Una carita preciosa y un futuro corto, duro y marcado por una enfermedad sin cura, la distrofia de Duchenne. Muchos rezos, apoyo bíblico y recordatorios del santo Job, pero con el sufrimiento a cuestas, los padres, en este mundo tan episcopal, han de militar en el mismo bando de los que vetan a la manipulación de embriones como método para buscar alternativas terapéuticas. En un mundo sin presiones religiosas se puede evitar, pero es necesario enfrentarse a viejos y nuevos obstáculos: una fecundación ...

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Nació como niño número 6.000, y le tocó. La estadística, testaruda, dio en el clavo. Una carita preciosa y un futuro corto, duro y marcado por una enfermedad sin cura, la distrofia de Duchenne. Muchos rezos, apoyo bíblico y recordatorios del santo Job, pero con el sufrimiento a cuestas, los padres, en este mundo tan episcopal, han de militar en el mismo bando de los que vetan a la manipulación de embriones como método para buscar alternativas terapéuticas. En un mundo sin presiones religiosas se puede evitar, pero es necesario enfrentarse a viejos y nuevos obstáculos: una fecundación in vitro, un desarrollo embrionario dirigido, y, según dicen algunos, enmendar a Dios seleccionando sólo los embriones sanos.

Todo ello con una de dos posibles finalidades: evitar el sufrimiento y contribuir a la felicidad de las personas o, por el contrario, tocarle las narices a monseñor Cañizares entre otros. Ustedes deberán escoger la opción correcta.

Para los creyentes de corazón es un momento de júbilo en el patio de las almas porque darán vida a un ser con todas las posibilidades de ser feliz que, por poder, hasta podría ser obispo. Para los no tan creyentes, ciencia bien aplicada y enhorabuena al hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

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