Cartas al director

400 españoles asesinados

El 24 de marzo de 1976, hace 30 años, los militares argentinos, una vez más, daban un golpe de Estado; lo venían haciendo desde 1930, cuando el fascismo se ponía de moda, pero esta vez era distinto, esta vez habían decidido eliminar "a los enemigos" de manera definitiva, para siempre. El fin justificaba los medios, se trataba, según ellos, de "salvar a la patria", y entonces todo se permitió, bendecidos por la jerarquía católica y la Casa Blanca: asesinar, torturar, robar, secuestrar niños, mentir...

Más de 50 ciudadanos españoles desaparecieron y otras 350 personas, hijos y nietos de e...

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El 24 de marzo de 1976, hace 30 años, los militares argentinos, una vez más, daban un golpe de Estado; lo venían haciendo desde 1930, cuando el fascismo se ponía de moda, pero esta vez era distinto, esta vez habían decidido eliminar "a los enemigos" de manera definitiva, para siempre. El fin justificaba los medios, se trataba, según ellos, de "salvar a la patria", y entonces todo se permitió, bendecidos por la jerarquía católica y la Casa Blanca: asesinar, torturar, robar, secuestrar niños, mentir...

Más de 50 ciudadanos españoles desaparecieron y otras 350 personas, hijos y nietos de españoles. Casi todos fueron arrojados, vivos aún, al río de la Plata desde aviones militares, tras ser minuciosamente torturados, siguiendo la experiencia francesa que se aplicó en Argelia cuando la lucha por la independencia de aquel país.

Durante siete años los golpistas aplicaron sistemáticamente, con mucha organización -eran hombres de orden-, una política basada en el terror. Uno de los generales golpistas, Ibérico Saint Jean, no dudó en decir: "Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, luego a quienes permanezcan indiferentes y, por último, a los indecisos". Pocas veces una política genocida fue explicada en tan pocas palabras, todo un programa de gobierno. Otro general, Ramón Díaz Bessone, que dirigió durante la dictadura el Cuerpo II del Ejército y fue además ministro de Videla, no fue menos explícito al explicar el motivo de la desaparición de 30.000 personas: "¿Cómo puede sacar información si usted no aprieta, si usted no tortura? ¿Usted cree que hubiéramos podido fusilar a 7.000? Al fusilar tres no más, mire el lío que el Papa le armó a Franco".

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El Gobierno de Zapatero ha decidido asistir a quienes inicien causas para conocer el paradero de estas personas (Rajoy dice que Zapatero no se ocupa de las personas).

Treinta años después, estos crímenes no han sido olvidados. Estos genocidas no han leído a Borges: "Sólo una cosa no hay, el olvido". Se olvidaron de matar a las madres y a las abuelas de los desaparecidos. Grave error.

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