California, en vanguardia

En otoño del pasado año, los votantes californianos aprobaron en referéndum una inversión de 3.000 millones de dólares (unos 2.400 millones de euros) de fondos públicos en investigación con células madre, diez veces de lo que dedican los fondos federales a este tipo de investigación. La enorme inversión tiene un claro objetivo: desarrollar la clonación terapéutica.

La idea de California, que presume de marcar las tendencias en EE UU, consistía en esquivar las restricciones de Washington, que ha limitado la financiación de los experimentos, y ponerse a la cabeza de la vanguardia científi...

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En otoño del pasado año, los votantes californianos aprobaron en referéndum una inversión de 3.000 millones de dólares (unos 2.400 millones de euros) de fondos públicos en investigación con células madre, diez veces de lo que dedican los fondos federales a este tipo de investigación. La enorme inversión tiene un claro objetivo: desarrollar la clonación terapéutica.

La idea de California, que presume de marcar las tendencias en EE UU, consistía en esquivar las restricciones de Washington, que ha limitado la financiación de los experimentos, y ponerse a la cabeza de la vanguardia científica.

La iniciativa se adoptó porque cuenta con amplio respaldo en la sociedad, gracias al altavoz de Hollywood: el actor Michael Fox, que sufre de Parkinson, ha sido uno de los defensores incansables, junto a la viuda de Christopher Reeve, fallecido por las lesiones que se produjo en la columna vertebral al caerse de un caballo. Otro poderoso apoyo ha sido el de la ex actriz Nancy Reagan, viuda de Ronald Reagan (el ex presidente murió de Alzheimer).

El único problema es que el proyecto se ha complicado: California es una potencia económica nacional e internacional, pero sus finanzas públicas están en crisis. La Cámara de Representantes del Estado, que quiere controlar en parte las investigaciones, ha retrasado el lanzamiento de la emisión de bonos necesaria para el plan, que prevé la inversión de 300 millones de dólares anuales durante diez años.

La situación de penuria "es terriblemente frustrante", ha dicho Bob Klein, que preside la agencia creada por votación popular para gestionar la investigación y cuyo hijo es diabético.

Los congresistas sufren la presión popular y también la de la comunidad científica: las universidades californianas se han lanzado al mercado de expertos y han robado cerebros y estudiantes por todo el país para participar en el gran esfuerzo de investigación.

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