Un lujo ampurdanés

La renovación de los vinos ampurdaneses tuvo el impulso definitivo cuando Arturo Suqué, señor del castillo de Perelada, se decidió por la calidad. Razones había para sacar a esta zona vitivinícola catalana del letargo. Existe una gran variedad de terruños con características edafológicas tan diversas como para albergar lo mismo pizarras que cantos rodados. El clima benigno recibe dos influencias: mar y tramontana, viento que seca y enloquece. No son tierras para la uniformidad en el tratamiento. Al contrario, su riqueza se expresa en la personalidad de sus pagos. Así lo entiende su hijo Javie...

La renovación de los vinos ampurdaneses tuvo el impulso definitivo cuando Arturo Suqué, señor del castillo de Perelada, se decidió por la calidad. Razones había para sacar a esta zona vitivinícola catalana del letargo. Existe una gran variedad de terruños con características edafológicas tan diversas como para albergar lo mismo pizarras que cantos rodados. El clima benigno recibe dos influencias: mar y tramontana, viento que seca y enloquece. No son tierras para la uniformidad en el tratamiento. Al contrario, su riqueza se expresa en la personalidad de sus pagos. Así lo entiende su hijo Javier, embarcado en una aventura prodigiosa: recuperar el viñedo de Sierra Garbet, que el fuego arrasó. En bancales de llicorella, la viña recuperada mira al golfo de Rosas y sus racimos de syrah, cabernet, merlot y garnacha se llenan de luz en un proceso de lenta maduración. Ahora sale este fantástico Finca Garbet, tinto poderoso, de gran concentración, que se beneficia de la brisa marina para conquistar un aroma hondamente frutoso, infiltrado de notas minerales. Sensual, carnoso, tiene un final tánico de luminoso terciopelo.