"Una salvajada sin sentido"

Tras la 'cacería' de 100 vacas, la Junta de Castilla y León suspende la matanza de las reses abandonadas

"¿Qué cazador es ése que acorrala a un ternero de semanas y le mete un tiro entre ojo y ojo? Es como quien mata a un niño indefenso". Son las palabras fuertes de Toño González, de 48 años, hijo y nieto de cazadores del valle del Sil, en el Bierzo. "Matar vacas a tiros es aberrante, no huyen, son animales lentos, torpes, enormes... No me entra en la cabeza. ¡Lo bonito que es recechar un corzo!". Al otro lado de la montaña llamada El Morredero, al suroeste de León, en el coto de Llamas de Cabrera, unos colegas de Toño ostentan desde hace una semana un macabro récord de vacas y terneros ti...

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"¿Qué cazador es ése que acorrala a un ternero de semanas y le mete un tiro entre ojo y ojo? Es como quien mata a un niño indefenso". Son las palabras fuertes de Toño González, de 48 años, hijo y nieto de cazadores del valle del Sil, en el Bierzo. "Matar vacas a tiros es aberrante, no huyen, son animales lentos, torpes, enormes... No me entra en la cabeza. ¡Lo bonito que es recechar un corzo!". Al otro lado de la montaña llamada El Morredero, al suroeste de León, en el coto de Llamas de Cabrera, unos colegas de Toño ostentan desde hace una semana un macabro récord de vacas y terneros tiroteados. Casi 100 en dos fines de semana. "Una salvajada sin sentido", como ha sido calificada por ganaderos, ecologistas, cazadores y muchas personas que pudieron ver las macabras escenas por televisión.

Algunos vecinos aseguran que se sigue matando animales, de manera más discreta

Los animales fueron abatidos por cazadores del lugar, empujados a patadas por empinadas cuestas, malheridos, agonizando entre los espesos matorrales de roble, a la larga espera de un tiro de gracia. Aún ayer, sábado, una semana después de la masacre, se recogían con tractores y camiones cadáveres de animales diseminados por el monte para ser trasladados a la planta incineradora de Rebisa, en Cabreros del Río.

Algunos vecinos del lugar, que prefieren silenciar su nombre, reconocían a este periódico que se sigue matando animales, aunque de una manera más discreta y sin vigilancia de la Guardia Civil.

El permiso para la matanza con rifles cargados con munición de 7,5 milímetros partió del jefe territorial de Medio Ambiente del Gobierno regional, del PP, José Luis Blanco, a requerimiento del director general de Producción Agropecuaria. La cacería se realizó durante los dos últimos fines de semana, en presencia del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) y de veterinarios del Gobierno regional, en un ambiente festivo y relajado -debido a la escasa dificultad de la hazaña-, y concluyó con una comida campestre servida por el hostal La Torre, del pueblo cercano de Puente de Domingo Flórez.

La Delegación de la Junta en León guarda silencio sobre la decisión del funcionario. Los miembros del Seprona cumplieron su trabajo de vigilancia, aunque para algunos guardias civiles era más que evidente que lo que allí veían no les gustaba. Por la insistencia de esta periodista, uno de los agentes remató el pasado día 1, de al menos 13 balazos, a una res que había sido tiroteada horas antes por un cazador que se negó a gastar más munición ante los mugidos agónicos del animal.

Los cazadores del coto de Llamas de Cabrera, que preside Alberto Álvarez, y algunos invitados de la capital, lamentan la suspensión del resto de cacerías previstas para los próximos fines de semana, sin entender aún por qué se ha armado "este lío tan gordo".

"Es la única manera de matar a esas vacas que no son de nadie; deben morir porque son salvajes. Nosotros sólo hicimos un favor a la Junta", dice con enfado Alberto Álvarez, titular del coto alquilado a la junta vecinal por poco más de un millón de pesetas al año. Detrás de estas palabras subyace el interés de los cazadores por despejar "su monte" de obstáculos y asegurarse de que las vacas no "pateen" el coto y las siembras de cereal para perdices, codornices, jabalíes y corzos.

Para Miguel Fierro, presidente de la Asociación de Cazadores de León, sus compañeros de La Cabrera "pecaron de pardillos saliendo a pegar tiros y prestándose a una labor que tenía que haber hecho la Junta, con más rigor y más tacto para evitar las repugnantes imágenes".

África Prada nació hace 60 años en Llamas de Cabrera, un pueblo que hoy tiene 8 vecinos, de los cuales 3 son propietarios de vacas que pastan en más de 5.000 hectáreas. África, junto con su hermano Lisardo y su sobrino Leonardo, son los herederos de los animales en discordia: unos 250 hasta hace dos semanas. Su hermano Ángel murió el 28 de noviembre de 1995 dejando el ganado al cuidado de su familia. La punta, de unas 80 vacas del país, se reprodujo desde entonces, sin que hubiese venta de terneros, hasta llegar a esta situación.

La familia Prada vive desde hace años en Ponferrada, pero se traslada varias veces a la semana a Llamas para "echar un ojo a los animales". Tanto África, de 60 años, como su hija Elvira, de 31, con un hijo de corta edad, cobran sendas pensiones de viudedad, de 50.000 pesetas cada una. Lisardo es un jubilado de 71 años, y el joven Leonardo, de 25, no tiene trabajo en la actualidad. La familia asegura que no ha podido abordar el saneamiento de las reses por una precariedad económica.

"Ha habido muchas envidias y amenazas. No me siento ayudada ni apoyada por nadie", recrimina África Prada, que denuncia también de forma anónima el interés de un ganadero del pueblo colindante de Odollo en que las vacas "sin papeles" sean eliminadas para que sus "asturianas del valle" tengan más pasto. Cada vaca nodriza puede costar entre 540 y 720 euros, dependiendo si está preñada o no. La Junta arbitra unas ayudas por ejemplar de unos 320 euros "en caso de estar todos los papeles en regla", aseguran los sindicatos agrarios.

En los escarpados montes de La Cabrera, cientos de cabezas de ganado bovino pastan durante todo el año, igual que las vacas de África y su familia, incluso mezcladas con ellas. "Nunca ha habido enfermedad alguna, y si muere una vaca se entierra", dice Luis Guerra, presidente de la Junta Vecinal de Llamas.

En el cuartel de la Guardia Civil de Puente de Domingo Flórez, al que pertenece Llamas, no hay ningún tipo de denuncia por agresividad contra las vacas de África. Tampoco en el Ayuntamiento de Benuza. El funcionario de la Junta que firmó el permiso de caza se apoyó en que las vacas estaban "asilvestradas" y eran "peligrosas", con lo que justificó su actuación por la Ley de Caza.

El PSOE ha interpuesto varias denuncias ante la UE y la propia Junta, así como una cascada de comparecencias de los consejeros de Medio Ambiente y Agricultura y de la recién nombrada ministra, para explicar una medida del Ejecutivo regional "cruenta y salvaje". En opinión del procurador socialista Antonio Losa, "no se puede tolerar tan poca cabeza de quien gobierna".

La Asociación Nacional para la Protección de los Animales (ANPBA) ha formulado una querella ante el fiscal general del Estado por la cacería y ha pedido al presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, la dimisión inmediata de la consejera de Medio Ambiente, Silvia Clemente, que ha venido sosteniendo que el asunto es del área de Agricultura, pero que ayer reconoció que el procedimiento "no es el adecuado, aunque su objetivo era salvaguardar la salud pública de la zona". El consejero de Agricultura, José Valín, mantuvo ayer que no hay por el momento ninguna fórmula de actuación para el futuro respecto a las vacas. "Se consultará con expertos, que decidirán qué se hace para sacrificarlas", se señaló desde su gabinete de prensa.

José Antonio Turrado, secretario regional del sindicato agrario ASAJA, opina que "el Ejército puede intervenir para recoger las vacas por métodos no cruentos. No es la primera vez que equipos de rescate de la Guardia Civil recogen animales aislados por nevadas".

"Estas vacas no están saneadas, pero no están enfermas. Se les hacen las pruebas de la campaña oficial de saneamiento ganadero, se les proporciona un documento de identificación bovina, se les implanta un crotal y se donan a una organización sin ánimo de lucro o institución benéfica, como el convento de Grajal de Campos. En todo caso, nos oponemos a que una vez capturadas sean sacrificadas y destruidas por el simple hecho de ser unas vacas sin papeles", añade Turrado.

Dos terneros, temporalmente indultados por la Junta de Castilla y León, el pasado viernes 7 en el monte de Llamas de la Cabrera. Dos vacas muertas en la cacería del pasado sábado, día 1.LUIS DE LA MATA

Carne ecológica

Para Matías Llorente, portavoz del sindicato UGAL-UPA, "no hay ningún problema con las vacas de La Cabrera. Los mismos políticos que te obligan a aturdir un cerdo antes de su sacrificio hacen eso; ellos si que están aturdidos. Son vacas domésticas, charolesas, pardo alpinas, y no embisten. Todo esto es una aberración muy grande. Si no hubieramos visto las imágenes en la televisión no nos lo hubieramos creído. Y luego la juerga de los cazadores... Han acabado con la única carne ecológica 100% de la provincia".

Decenas de ganaderos de todo el país se han ofrecido a los sindicatos agrarios para reunir las vacas "sin ningún tipo de riesgo", algo que el Gobierno regional encargó sin éxito el mes de octubre a la empresa Tragsa y cuyo coste fue de 12.000 euros según la Junta, y 84.000 euros según otras fuentes. Tragsa sólo consiguió acorralar a tres animales en una jornada de trabajo.

Varios veterinarios y zoólogos leoneses, incluido el decano de la Facultad de Veterinaria, Francisco García Marín, opinan que las vacas de La Cabrera son ganado "suelto", "pero de ahí a que sean salvajes y silvestres...". Pancho Purroy, ecologista y catedrático de Zoología, habla de la "indecencia" de la administración regional y de los cazadores.

Hasta el sábado habían entrado en el crematorio de Rebisa 86 vacas, pero ningún ternero. Un sindicalista agrario denunciaba ayer que los animales de menos de 200 kilos los matan y se los llevan a sus casas, a los arcones congeladores, la gente de la Junta que está allí y, sobre todo, los cazadores.

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