Elogio del desvío
El ascensor que sube hasta la cuarta planta del CCCB, donde se celebra la conferencia de Cees Nooteboom, parece un ataúd futurista. La casualidad ha querido que suba junto a él. Lleva una gabardina y una bufanda. Le acompaña una mujer, morena, elegante, con aspecto de haber recorrido muchos free shops de aeropuerto. Nooteboom, uno de los mejores escritores de su tiempo, parece cansado. Arrugas, canas y una mirada que tiende a descender hacia unos zapatos tan elegantes como su prosa. Empieza su conferencia. Primero en castellano, leyendo la espléndida narración 'El ojo del huracán', que ...
El ascensor que sube hasta la cuarta planta del CCCB, donde se celebra la conferencia de Cees Nooteboom, parece un ataúd futurista. La casualidad ha querido que suba junto a él. Lleva una gabardina y una bufanda. Le acompaña una mujer, morena, elegante, con aspecto de haber recorrido muchos free shops de aeropuerto. Nooteboom, uno de los mejores escritores de su tiempo, parece cansado. Arrugas, canas y una mirada que tiende a descender hacia unos zapatos tan elegantes como su prosa. Empieza su conferencia. Primero en castellano, leyendo la espléndida narración 'El ojo del huracán', que abre su último libro publicado en España, Hotel nómada. Su voz, grave pero cálida, impone un silencio que respetamos todos menos algún que otro teléfono móvil de pitido ridículo.
La lectura es monocorde, con dunas de entonación que prometen horizontes que enseguida son desmentidos por nuevas e inexistentes montañas, como las de esa Holanda que Nooteboom inventó para uno de sus personajes. Luego, y en inglés, el escritor revisa circunstancias y anécdotas relacionadas con dos vocaciones que se complementan: escribir y viajar. El movimiento se convierte en gimnasia espiritual, adicción metafísica que se materializa en sellos de pasaporte, habitaciones de hotel y una biografía con puertos y distancias. El mundo a cuestas y una mirada para comprenderlo. Y siempre, como método, dejarse tentar por el desvío, única salida del laberinto.