'Rusia podrá entrar en la OTAN si se convierte en un país democrático'

Las relaciones ruso-norteamericanas no dependen de lo que diga George W. Bush, sino de que Rusia esté o no entre los objetivos de los misiles norteamericanos, opina Alexéi Arbátov, vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso), en una entrevista con EL PAÍS. Arbátov es especialista en desarme y miembro del partido liberal Yábloko.

Pregunta. ¿Qué opina del tratado que Bush y Putin firmarán en Moscú para reducir las cabezas nucleares estratégicas a 1.700- 2.200 por cada parte?

Respuesta. Será un documento romántico, sin ningún acuer...

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Las relaciones ruso-norteamericanas no dependen de lo que diga George W. Bush, sino de que Rusia esté o no entre los objetivos de los misiles norteamericanos, opina Alexéi Arbátov, vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso), en una entrevista con EL PAÍS. Arbátov es especialista en desarme y miembro del partido liberal Yábloko.

Pregunta. ¿Qué opina del tratado que Bush y Putin firmarán en Moscú para reducir las cabezas nucleares estratégicas a 1.700- 2.200 por cada parte?

Respuesta. Será un documento romántico, sin ningún acuerdo sobre procedimientos de desmontaje y destrucción, aunque aporta cierta previsibilidad. En diez años Washington no tendrá 6.000 cabezas nucleares como ahora, ni 12.000 como hace 10 años, sino un nivel parecido al que la URSS y EE UU tenían a finales de los años sesenta, en plena guerra fría. Considerando que se trata de una reducción tras un aumento, es un progreso. Pero que Rusia y EE UU se queden con 2.000 cabezas nucleares en las fuerzas estratégicas quiere decir que ambos se apuntan mutuamente, porque en el resto del mundo no hay tantos objetivos contra los que puedan usarse las armas nucleares estratégicas.

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P. ¿Ha dejado de ser el desarme el eje del diálogo ruso-norteamericano?

R. Ahora hay otros temas que son más importantes: el terrorismo, los conflictos regionales, las relaciones económicas, el extremismo islámico. El desarme se ha relativizado, pero la relación entre nuestras fuerzas estratégicas sigue basándose en la filosofía de la disuasión mutua.

P. ¿Sigue asegurada la destrucción mutua?

R. Eso era antes, cuando había muchas más cabezas nucleares y se contemplaban niveles gigantescos de devastación. Ahora, tal vez no se puede hablar de destrucción mutua asegurada, pero las relaciones de disuasión continúan existiendo. En los sesenta se consideraba que para la destrucción asegurada se necesitaba como mínimo que EE UU pudiera aniquilar en un ataque de respuesta dos tercios de la industria y un tercio de la población de la URSS. Ahora puede que se trate del 10% de la industria y el 5% de la población. La naturaleza de las relaciones bilaterales no depende de lo que diga Bush en el césped de la Casa Blanca, sino de que Rusia esté o no en la lista de los objetivos de EE UU y de que en el ordenador a bordo del misil haya un programa de vuelo para atacar a la población rusa.

P. ¿Llegará Rusia a estar en la OTAN con un papel como el Reino Unido o Francia?

R. A Rusia le conviene el papel del Reino Unido y Francia en tanto que miembro de pleno derecho en la OTAN, pero resultaría muy difícil limitar de este modo el papel de Rusia, por ser éste un país que está fuera de Europa desde el punto de vista de los recursos, fronteras y problemas de seguridad. A largo plazo, Rusia puede ingresar en la OTAN si cambia su política interior y se convierte en un país democrático con una economía de mercado civilizada. No creo que la OTAN pueda aceptar un país con democracia dirigida y un capitalismo criminal-corporativo. Y también depende de la OTAN. Por el momento hay dos obstáculos: la política exterior y militar de la OTAN, por una parte, y la política interior de Rusia, por la otra. Mientras no se superen, la relación tendrá un carácter táctico y no muy firme.

P. ¿Acaso Turquía es un país democrático?

R. Turquía no se ajusta a los estándares europeos, pero ingresó en la OTAN durante la guerra fría, cuando se aceptaba a cualquiera que estuviera contra la URSS.

P. ¿Qué espera de la cumbre OTAN-Rusia del 28 de mayo en Roma?

R. Los primeros intentos de comenzar a tender puentes. La evolución de Rusia hacia la democracia y un sistema de economía de mercado civilizado no es posible sin una relación cada vez más estrecha con la Unión Europea y sin una relación con la OTAN.

P. ¿Depende el acercamiento de Rusia y la OTAN de la voluntad de Putin y Bush?

R. La voluntad es necesaria, pero no suficiente. A Rusia no la aceptarán en la OTAN mientras Putin lleve la política interior que lleva. Si Putin cambia el rumbo político interior con la misma celeridad que cambió el exterior tras el 11 de septiembre, entonces tal vez en los próximos dos o tres años se acelere el proceso de integración en la OTAN y, en perspectiva más distante, en la UE. El deseo no es suficiente. Putin también deseaba apasionadamente resolver el problema de Chechenia y no puede.

P. ¿Impulsará la cumbre de Moscú la reducción de los arsenales tácticos?

R. No habrá ningún impulso. Las armas tácticas son tentadoras para los terroristas, porque existen en grandes cantidades y nadie sabe si están bien guardadas. Europa, que debería estar interesada en su desaparición, es muy pasiva. Europa debería proponerle a Rusia la creación de una zona desnuclearizada en Europa Central y del Este. Así estaríamos seguros de que ninguno de los nuevos países de la OTAN tienen armas nucleares tácticas en su territorio y ellos de que tampoco las hay en Bielorrusia y Ucrania o Kaliningrado.

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