Reportaje:

Lejos del 'corralito'

La crisis argentina duplica el número de inmigrantes del país austral empadronados en la capital

'Se dice que los mexicanos descienden de los aztecas; los peruanos, de los incas, y los argentinos, de los barcos'. Osvaldo Parrondo, miembro de la asociación Acción Solidaria con el Pueblo Argentino (ASPA), describe así el origen emigrante de su país. Una tierra que en el siglo pasado fue destino de muchos europeos, sobre todo españoles e italianos, y que ahora, con el corralito (depósitos bancarios inmovilizados) y la grave crisis económica y política, sufre una sangría de población. En los últimos meses Madrid ha vuelto a ser, como en los años setenta por motivos políticos y en los o...

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'Se dice que los mexicanos descienden de los aztecas; los peruanos, de los incas, y los argentinos, de los barcos'. Osvaldo Parrondo, miembro de la asociación Acción Solidaria con el Pueblo Argentino (ASPA), describe así el origen emigrante de su país. Una tierra que en el siglo pasado fue destino de muchos europeos, sobre todo españoles e italianos, y que ahora, con el corralito (depósitos bancarios inmovilizados) y la grave crisis económica y política, sufre una sangría de población. En los últimos meses Madrid ha vuelto a ser, como en los años setenta por motivos políticos y en los ochenta por la hiperinflación, el destino de numerosos inmigrantes del país austral.

'Quien viene es fundamentalmente la clase media de ciudades como Buenos Aires, Mendoza o Rosario, porque la gente más humilde no puede ni pensar en comprarse un pasaje de avión, y menos ahora que ya no hay paridad entre el peso y el dolar. Allá todavía no han surgido las mafias que traen a España a inmigrantes de bajos recursos desde otros países', añade Parrondo, un argentino hijo de españoles afincado en Madrid desde hace tres décadas. 'Una vez aquí, aunque sean licenciados, muchos trabajan en la hostelería o cuidando niños y ancianos; el que emigra sabe que nadie le espera con un pan debajo del brazo', matiza.

Ahora son 6.127 los argentinos empadronados en la capital, frente a los 3.169 que había el 1 de enero de 2001. El aumento se ha notado sobre todo a partir del estallido social de diciembre, con el corralito y las caceroladas. Desde enero, cada mes se han empadronado 400 nuevos argentinos frente a los 200 mensuales del semestre anterior. Otros destinos son Barcelona y Valencia.

La mayoría entra como turista. 'Hay muchos en situación irregular, aunque algunos logran la residencia comunitaria por ser hijos de españoles o nietos de italianos', apostilla Parrondo.

Emiliano Chederese, de 25 años, se considera un privilegiado: 'Soy de la última hornada de argentinos que consiguió permiso de residencia: pude acogerme a la regularización de 2001', dice. Él llegó en noviembre de 2000. 'Tener los papeles es como tener la gracia divina, y para los que llegan ahora está resultando muy difícil', explica este descendiente de libaneses, españoles e italianos, criado en Buenos Aires y licenciado en comunicación social. 'Yo ya veía que mi país iba mal; un día tenías trabajo y al otro estabas fuera, así que cuando me ofrecieron un empleo en una agencia de comunicación de Madrid no lo dudé'.

Pero el pasado 26 de marzo se quedó sin el empleo por el que había cruzado el océano y desde hace dos semanas trabaja de camarero. 'Afortunadamente, el mito de que si emigras a España te forras cada vez está menos extendido en mi país. Aquí tenemos que tener mucha humildad y los pies sobre la tierra; luego, yo creo que si trabajas y le echas voluntad consigues salir adelante', reflexiona este joven, que descarta volver a Argentina y al que le gustaría poder comprarse en el futuro una casa en Lavapiés, donde vive de alquiler con su novia.

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'Ya sé que los argentinos, sobre todo los porteños, tenemos fama de soberbios, de creernos Dios, y es verdad que en Buenos Aires hubo un sector que dio la espalda al resto del país, a la gente pobre y a los problemas sociales. Pero de ésta quizá acabemos consiguiendo un país mejor', plantea esperanzado.

Emiliano Tichauer, de 22 años, siempre pensó que acabaría viviendo lejos de Argentina. 'Desde hace un lustro la cosa se venía pudriendo en mi país, así que hace año y pico, con el dinero ahorrado de un trabajo, me vine a probar suerte', cuenta. 'En Madrid no tenía a nadie, vine como un kamikaze con mi mochila, me busqué un hostal barato y me fui a un cibercafé a consultar las páginas web de ofertas de empleo. Aun estando sin papeles enseguida encontré trabajo en una consultora de Internet, y ahora colaboro en producciones de cine publicitario; es algo que me gusta, pero muy inestable: a veces tienes mucho trabajo y otras veces no paras de mirar al techo. En septiembre empecé a tramitar la ciudadanía alemana porque mi abuela era de allí', concluye, y recuerda que algunos de los que en su partida le dijeron que estaba loco ahora le llaman para pedirle sitio en su casa.

'Nosotros fantaseamos más'

A ninguno de los Emilianos, amigos entre sí, les ha costado adaptarse a Madrid. Les resulta familiar, aunque haya diferencias. Por ejemplo, la forma de expresarse. 'Nosotros fantaseamos más al hablar que los españoles, que van más al grano. Damos más vueltas al carrusel para llegar al mismo sitio, vendemos más, es lo que nosotros llamamos chamuyar', explican divertidos. Chederese confiesa que a veces hay amigos españoles que le piden, por favor, 'que no valdanice', en relación a la retórica manera de hablar del directivo del Real Madrid Jorge Valdano.

A Carolina Tofé, de 27 años, lo que más le choca de Madrid es 'la rigidez de algunas normas y la burocracia'. Ella emigró primero a EE UU para estudiar comunicación y trabajar. Pero el endurecimiento de las leyes migratorias norteamericanas tras el 11-S le hizo regresar a Argentina. Lo que vio allí en diciembre de 2001 tampoco le pareció esperanzador. Era el momento en que los presidentes duraban días en el poder.

'Como tenía una tía en Madrid y pasaporte italiano por mi abuela, decidí venirme a España', dice. Durante un tiempo vivió en casa de su tía y luego se mudó a un piso compartido en Batán. Ha encontrado trabajo de camarera en un café americano. 'Cuando uno emigra tiene que empezar de lo que sea y ver después si puede crecer por algún lado. Lo que tengo claro es que no vuelvo a Argentina, porque allí ahora no se puede construir nada, es muy difícil encontrar empleo, no sabes si te van a pagar y tampoco estás muy seguro de que el sueldo te vaya a dar para vivir', afirma convencida.

Cita en el cibercafé

Los cibercafés de Madrid se están convirtiendo en lugar de encuentro para los argentinos recién llegados. Una comunidad todavía muy lejana en número de las formadas por los 100.000 ecuatorianos o los 40.000 colombianos censados en la capital. La inseguridad y la falta de expectativas en el país andino podrían llenar más aviones. Pero en Acción Solidaria con el Pueblo Argentino (ASPA) creen que el aumento de inmigrantes no será espectacular: 'No porque mejore la situación, sino porque cada vez hay menos gente con plata para poder marcharse'. La creación de ASPA es fruto de la oleada de inmigrantes del Cono Sur. En este colectivo se han integrado personas que ya colaboraban en la Asociación Argentina pro Derechos Humanos o el club argentino, y otras nuevas. 'Tenemos pocos medios, pero a través de nuestro correo electrónico, argenoles@yahoo.es, intentamos acoger a los compatriotas. Con el apoyo de Cáritas y de UGT, CC OO y USO, les ofrecemos información gratuita sobre papeles, trabajo o alojamientos; también prestamos ayuda psicológica, porque cuesta ubicarse en un país nuevo', añade Olvaldo Parrondo, miembro de la asociación. ASPA atiende también las consultas que llegan desde el otro lado del Atlántico.

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