La guerra civil amenaza Pakistán

Mientras el Gobierno apoya a EE UU, gran parte de la población de esta potencia nuclear es fiel a los talibán

'Existe un verdadero riesgo de guerra civil en Pakistán', advierte preocupado Tamud, un estudiante de la Universidad Quaid-i-Azam, en Islamabad. 'Nos están presionando demasiado; Estados Unidos por un lado, los talibán por otro'.

Atrapados entre dos fuegos, los paquistaníes no esconden su preocupación. Los hospitales han suspendido las vacaciones de su personal, la presencia de la policía se ha intensificado y, el propio presidente, Pervez Musharraf, ha reconocido que las Fuerzas Armadas están en alerta máxima.

Tamud se dirige a una manifestación que, cosa rara estos días, no ha ...

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'Existe un verdadero riesgo de guerra civil en Pakistán', advierte preocupado Tamud, un estudiante de la Universidad Quaid-i-Azam, en Islamabad. 'Nos están presionando demasiado; Estados Unidos por un lado, los talibán por otro'.

Atrapados entre dos fuegos, los paquistaníes no esconden su preocupación. Los hospitales han suspendido las vacaciones de su personal, la presencia de la policía se ha intensificado y, el propio presidente, Pervez Musharraf, ha reconocido que las Fuerzas Armadas están en alerta máxima.

Tamud se dirige a una manifestación que, cosa rara estos días, no ha sido convocada por radicales islámicos sino por un grupo pacifista. 'La violencia engendra violencia', 'La guerra no es la solución', 'Diálogo, no armas', son algunos de los lemas que aparecen en las pancartas.

'EE UU no ha sido justo con los musulmanes en Oriente Próximo o Cachemira. Mucha gente cree que va a dejarnos en la estacada'
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La sociedad civil ha decidido dejar oír su voz. 'No sólo los islamistas tienen una opinión', asegura Azem.

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La mayoría de los paquistaníes con los que esta enviada especial ha conversado en Islamabad y Rawalpindi ven con extremada preocupación el curso de los acontecimientos. Aunque se muestran horrorizados por los atentados de la semana pasada, encuentran desproporcionada la respuesta que prepara Estados Unidos.

Por un lado, dudan de que tenga pruebas contra Osama Bin Laden. Por otro, temen el castigo sobre la población afgana. Y en eso, islamistas, moderados y seculares coinciden plenamente.

'¿No le parece injusto que por una persona se vaya a atacar con misiles a todo un país?', pregunta Shamín, una de las manifestantes pacifistas. Porque en la protesta organizada por el Comité de Ciudadanos por la Paz hay, a diferencia de las que convocan los islamistas, una amplia representación femenina.

No se producen aquí ataques contra Estados Unidos o quemas de banderas como las que se han visto en Peshawar, una ciudad cercana a la frontera con Afganistán cuya población es mucho más conservadora que la de la capital. Tampoco se cuestiona el apoyo incondicional que el presidente Musharraf ha ofrecido a Estados Unidos.

'¿Qué otra cosa podía hacer?', se pregunta Omar Khattab, un funcionario que asegura simpatizar con la decisión de su Gobierno pero teme que la retirada del apoyo a los talibán desgarre a su país.

'Estados Unidos no ha sido justo en las causas de los musulmanes en Oriente Próximo o Cachemira, por eso mucha gente cree que va a utilizarnos y que luego volverá a dejarnos en la estacada', añade, en referencia a la considerable disminución de la ayuda norteamericana tras la desaparición de la Unión Soviética.

La actitud hacia el Gobierno nacional es mucho menos comprensivo en las manifestaciones que a diario organizan estudiantes islámicos y líderes religiosos en las diferentes ciudades del país. Esas protestas, vigiladas muy de cerca por la policía antidisturbios, han crecido en los últimos días, aunque, de momento, no constituyen una amenaza para el régimen.

En una sucursal del Banco Nacional de Pakistán, los empleados aprovechan la presencia de la periodista para preguntarle si va a haber una guerra. 'Para ustedes, en Europa, tendrá consecuencias económicas, pero para nosotros, aquí, es una cuestión de vida o muerte', hace saber uno de ellos.

El mensaje de Musharraf a la nación ha calado. Pakistán, hasta ahora el principal respaldo de los talibán, ha aceptado ayudar a Estados Unidos en la captura de Bin Laden porque su 'existencia misma como nación estaba amenazada'.

Con tono grave, el general que se hizo con el poder hace dos años, pidió el miércoles por la noche la confianza de sus ciudadanos para afrontar 'la peor crisis desde la guerra de 1971' (cuando Bangladesh se separó de Pakistán).

'Sí, me impresionó el discurso, pero ya era consciente de la situación desde que la semana pasada nos suspendieron los permisos y nos pidieron estar permanentemente localizables', asegura Noreen Sauwar, una enfermera del Instituto de Ciencias Médicas, que con 400 camas es el mayor hospital de Pakistán. La medida alcanza a todo el personal sanitario.

Pero sin necesidad de una operación militar, Pakistán sufre ya las consecuencias de un estado prebélico. El temor a un ataque norteamericano ha provocado un nuevo éxodo en Afganistán. A pesar del cierre de fronteras, al menos 15.000 refugiados han logrado cruzar las montañas, según datos de las organizaciones humanitarias que les atienden. Los rumores de que los talibán están reclutando forzosamente a los jóvenes no hará sino incrementar esa cifra en los próximos días.

Policías antidisturbios paquistaníes se sitúan al frente de una manifestación contra EE UU en la ciudad de Peshawar.REUTERS

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