38º FESTIVAL DE CINE INDEPENDIENTE DE GIJÓN

Dos excelentes muestras de cine asiático mantienen el interés del certamen

'Chuck & Buck', de Miguel Arteta, primer y decepcionante filme estadounidense a concurso

Los astutos programadores gijoneses parecen tenerlo claro: el buen cine con intenciones de interrogación y con modos alternativos está lejos de Europa, incluso de Estados Unidos, y hay que buscarlo en el Lejano Oriente. Dos películas chinas, una de producción continental, Río Suzhou, de Lou Ye, y otra de Hong-Kong, Little Cheung, de Fruit Chan, aunque cofinanciadas ambas con dinero europeo, demostraron ayer el alto nivel actual del cine chino, con propuestas en las que realismo y la poesía se dan la mano en fecundo maridaje.

Por el contrario, decepcionó un tanto Chuck & Buck, de ...

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Los astutos programadores gijoneses parecen tenerlo claro: el buen cine con intenciones de interrogación y con modos alternativos está lejos de Europa, incluso de Estados Unidos, y hay que buscarlo en el Lejano Oriente. Dos películas chinas, una de producción continental, Río Suzhou, de Lou Ye, y otra de Hong-Kong, Little Cheung, de Fruit Chan, aunque cofinanciadas ambas con dinero europeo, demostraron ayer el alto nivel actual del cine chino, con propuestas en las que realismo y la poesía se dan la mano en fecundo maridaje.

Por el contrario, decepcionó un tanto Chuck & Buck, de Miguel Arteta, a la que no salva el talento de sus actores, Mike White, creador de la serie televisiva Dawson crece, y Chris Weitz, guionista de Hormigaz... y director de American pie.Lleva razón Todd Haynes, el imaginativo director independiente americano de Poison o Velvet Goldmine, a quien se dedica este año una completa retrospectiva, cuando afirmó ayer en rueda de prensa: "Obviamente, me interesa mucho más el cine asiático, el de Hong Kong, que el cine independiente de mi país".

Mientras Chuck & Buck naufraga tras un comienzo incluso interesante -un hombre cerca de la treintena que se resiste a salir de la infancia busca al perdido amigo de sus doce años, con quien había tenido sus primeros escarceos sexuales-, por falta de espesor temático y por la ausencia de un mínimo sentido poético que haga plausible una aventura de esta naturaleza, Lou Ye logra exactamente lo contrario, con elementos parecidos: poco dinero y una intensa voluntad de discurso propio. Y, eso sí, a cambio, Lou Ye emplea una cámara que ocupa el lugar del personaje narrador, con la que capta una sencilla aunque bella historia de amor e identidades confusas, un peculiar sentido de la narración y el ritmo.

Es Río Suzhou, título que remite al río sucio que atraviesa Shanghai en el que transcurre parte de la acción, un texto apasionante, ante el cual el espectador confunde siempre la procedencia del punto de vista: quién cuenta, desde dónde; quién es esa mujer-sirena que se pone melancólica sin motivos aparentes, qué historia de amor vemos, la de quien narra o la de quien es propuesto como personaje. Este galimatías aparente se despliega con sencillez, de forma que el espectador, aunque dude, jamás puede desprenderse del medido vigor de las imágenes y de la comedida y pudorosa poesía que destilan.

Little Cheung cierra una trilogía inédita en España, la que su director, Fruit Chan, ha dedicado a la devolución de Hong Kong a China, en 1999. El realizador cantonés cierra su ciclo histórico con una hermosa relación entre un niño oriundo de la aún colonia y una niña chino-continental, emigrante ilegal. Y lo menos que se puede decir de su filme es que logra atrapar, como el Won Kar-wai de Chungking Express, todo el frenesí de la vida cotidiana hongkonesa, la dureza del feroz aprendizaje para la vida y el amor que cotidianamente se vive en sus populosas calles. Little Cheung y Río Suzhou se apuntan desde ya como favoritas de cara al palmarés.

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