Tribuna:

Un filósofo no convencional

Javier Echeverría no es un filósofo convencional. Siempre merodeando por la frontera del mundo académico y siempre escrutando cualquier asunto que tenga que ver con la vida cotidiana. El profesor Echeverría se ha convertido en una de las personas más autorizadas en nuestro país para hablar de Internet y de los imponentes cambios que introduce en nuestra cultura, economía y valores.Los señores del aire. Telépolis y el tercer entorno (1999) en cierto modo contiene la síntesis del conjunto de su obra y su tesis se explica en pocas palabras. El tercer entorno sería el último estadio constru...

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Javier Echeverría no es un filósofo convencional. Siempre merodeando por la frontera del mundo académico y siempre escrutando cualquier asunto que tenga que ver con la vida cotidiana. El profesor Echeverría se ha convertido en una de las personas más autorizadas en nuestro país para hablar de Internet y de los imponentes cambios que introduce en nuestra cultura, economía y valores.Los señores del aire. Telépolis y el tercer entorno (1999) en cierto modo contiene la síntesis del conjunto de su obra y su tesis se explica en pocas palabras. El tercer entorno sería el último estadio construido por los humanos en el proceso histórico de adaptación y control del entorno. El primero o natural, característico de las civilizaciones primitivas, sería seguido por el entorno urbano, una forma de organización que estaría agotándose y que durante siglos ha desarrollado y dado cobijo a estructuras tan complejas como la democracia, la ciencia y la revolución industrial.

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Telépolis, el término con el que también denomina al tercer entorno, es el nuevo horizonte en el que los humanos tendrán que aprender a convivir sin renunciar a muchos valores que hoy consideramos patrimonio incuestionable. Hay otros que, como la identidad, se verán seriamente cuestionados. En el ciberespacio cualquiera puede asumir tantas personalidades como direcciones electrónicas tenga. Las nociones de distancia y tiempo también tendrán que ser revisadas. La rapidez con la que circulan los datos alimenta viejos sueños acuñados en la Ilustración. Así son multitud los forofos de Internet que afirman que estamos a las puertas de una nueva civilización con acceso universal a una información más plural y más libre.

Pero no todo son entusiasmos y Echeverría invita a reflexionar sobre los peligros: quien tenga el control sobre las autopistas de banda ancha o los supercomputadores que regulan el tráfico de datos dispondrá de un poder desconocido. Echeverría no es un adepto a ninguna forma de milenarismo; al contrario, ve en las nuevas tecnologías todas las posibilidades de ensanchar el horizonte de las libertades.

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