Crítica:TEATRO - 'NO SON TODOS RUISEÑORES'

Los chicos con las chicas

Un Lope tardío escribió una vez más una comedia de equívocos, de amoríos, de disfrazados: metió sus ripios de siempre ¿ojos-enojos-antojos? y de cuando en cuando un soneto admirable, o un poema para ser famoso. Yolanda Pallín, autora, y Eduardo Vasco, director ya frecuente, han pensado en dar la obra en una parte importante -algo menos de hora y media- vestida en el tiempo actual. Y dicha por los jóvenes estudiantes y ya actores de La Abadía, más que con arreglo a la prosodia que requiere el texto, con una dicción más aproximada al día de hoy. Es gracioso, y nada más.Se pasa por encima del ana...

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Un Lope tardío escribió una vez más una comedia de equívocos, de amoríos, de disfrazados: metió sus ripios de siempre ¿ojos-enojos-antojos? y de cuando en cuando un soneto admirable, o un poema para ser famoso. Yolanda Pallín, autora, y Eduardo Vasco, director ya frecuente, han pensado en dar la obra en una parte importante -algo menos de hora y media- vestida en el tiempo actual. Y dicha por los jóvenes estudiantes y ya actores de La Abadía, más que con arreglo a la prosodia que requiere el texto, con una dicción más aproximada al día de hoy. Es gracioso, y nada más.Se pasa por encima del anacronismo profundo: en la vida actual ciertos melindres, ciertos respetos, cierta timidez, cierto sentido del honor y de la minoría de la mujer no son corrientes, incluso están en vías de extinción: el traje y la música de los chicos y las chicas no corresponden con los pudores de la acción ni con los circunloquios del texto.

"No son todos ruiseñores", de Lope de Vega

Versión de Yolanda Pallín. Intérpretes, Fernando Sendino, Montse Díez, Lucía Quintana, José Luis Patino, Francisco Rojas, Antonio Molero, Nuria Mencia. Audiovisuales: Andrés Beladiez. Escenografía y vestuario: Tatiana Hernández. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Dirección: Eduardo Vasco. Teatro de La Abadía.

Se acepta y gusta como ejercicio de escuela, y se puede aplaudir a quienes hacen el esfuerzo y apuntan hacia más allá. En efecto, se les aplaudió en la noche de invitados y compañeros, y me pareció que muy especialmente la encantadora y grata Nuria Mencia produjo más entusiasmo: incluso se la ovacionó una escena muy bien hecha. El director ideó algunas situaciones teatrales bien hechas, generalmente con la ayuda de la iluminación, que es la que viste una obra de decorado muy secillo.

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