Reportaje:

Las secuelas neurológicas del "éxtasis"

Los estudios científicos en humanos muestran la toxicidad de esta droga sobre el sistema nervioso

El incremento de las urgencias hospitalarias y consultas psiquiátricas, junto con los recientes resultados de la investigación, están mostrando los efectos nocivos sobre la salud del éxtasis (nombre común de la droga de diseño MDMA). Mientras en ciudades como Barcelona las urgencias por consumo de éxtasis se han multiplicado por cinco en los últimos seis años, la investigación sobre los efectos en humanos, iniciada hace dos años, no ha llegado aún a resultados definitivos, aunque ya se han identificado algunos daños cerebrales. El estudio más concluyente, publicado en la revista The Lancet, of...

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El incremento de las urgencias hospitalarias y consultas psiquiátricas, junto con los recientes resultados de la investigación, están mostrando los efectos nocivos sobre la salud del éxtasis (nombre común de la droga de diseño MDMA). Mientras en ciudades como Barcelona las urgencias por consumo de éxtasis se han multiplicado por cinco en los últimos seis años, la investigación sobre los efectos en humanos, iniciada hace dos años, no ha llegado aún a resultados definitivos, aunque ya se han identificado algunos daños cerebrales. El estudio más concluyente, publicado en la revista The Lancet, ofrece la primera evidencia directa de la posible neurotoxicidad de la MDMA sobre el sistema nervioso central.

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Entre los consumidores de drogas, el éxtasis (metilendioximetaanfetamina, o MDMA) ha mantenido una cierta reputación de sustancia segura, o al menos de bajo riesgo, pese a que las evidencias científicas sobre su toxicidad son cada vez más numerosas. Hasta el momento se han descrito dos tipos de efectos adversos: efectos tóxicos agudos y trastornos psiquiátricos. Entre estos últimos se han descrito trastornos como la psicosis paranoide, la depresión, el estado de ansiedad, las crisis de pánico y los déficit cognitivos o de memoria.Entre los efectos tóxicos sobre el organismo, variables según la dosis, destacan hipertensión arterial, arritmias cardiacas, asistolias, colapso cardiovascular, insuficiencia renal aguda, convulsiones, manifestaciones tóxicas en el hígado e hipertermia.

Con respecto a los trastornos psiquiátricos, resulta difícil precisar si la droga interviene como factor desencadenante o facilitador, ya que la revisión de los casos conocidos pone de manifiesto la existencia de una elevada tasa de policonsumo de drogas (mezclas con alcohol u otras sustancias psicoactivas) o la presencia de antecedentes psiquiátricos en los consumidores de MDMA.

En los estudios científicos sobre los efectos tóxicos en humanos de la MDMA se continúan realizando pequeños avances. La última polémica, en este campo de investigación, ha surgido a raíz de un estudio realizado por el equipo estadounidense de Una D. McCann y publicado en The Lancet, en el que se señalan los posibles daños en una zona neuronal del cerebro de los consumidores habituales de esta droga. En este último estudio, la investigación se ha centrado en las alteraciones celulares que posiblemente están detrás de los efectos que produce el éxtasis.

Ilegal por su toxicidad

La MDMA es un derivado de la anfetamina que fue sintetizada en 1912 y patentada en 1914 por su posible interés comercial como fármaco anorexígeno (inhibidor del apetito). En 1985, el éxtasis fue declarado ilegal al aparecer los primeros datos sobre los efectos tóxicos de esta droga a través de estudios realizados en ratas. Estos trabajos mostraban la capacidad de la MDMA para producir una degeneración selectiva de las neuronas que utilizan como neurotransmisor la serotonina, relacionada con los sistemas del sueño y el apetito.

Todavía hay poca información científica sobre los efectos del éxtasis en humanos. Hasta ahora existen escasos estudios epidemiológicos, aunque se trata de una necesidad que viene planteándose desde la década de los setenta. Hasta hace un par de años no se han comenzado a realizar estudios controlados sobre el potencial de abuso y dependencia a esta droga. Por último, existe escasa información sistemática en la literatura científica sobre sus efectos psicofarmacológicos y sobre su posible uso terapéutico. Entre las objeciones que se realizan a esta última clase de estudios, que están basados en informes elaborados por los propios consumidores, figura la subjetividad de los participantes, que generalmente presentan una predisposición positiva hacia el consumo. También se debe considerar el desconocimiento sobre la composición química exacta del producto ingerido y la posible adulteración del mismo.

Aunque el ámbito de la neurotoxicidad es el que cuenta con un mayor número de publicaciones científicas, los mecanismos de acción a nivel neuroquímico del éxtasis todavía no se conocen suficientemente. Las conclusiones apuntan a un daño en las neuronas de serotonina, involucradas en numerosas funciones y conductas (humor, ansiedad, apetito, sueño, conocimiento) y explicarían efectos como pérdida de apetito, insomnio o falta de concentración. Estos resultados se habían confirmado en animales de experimentación (ratas, cobayas y primates), pero la extrapolación a humanos presentaba limitaciones.

Los estudios realizados en humanos sólo mostraban evidencias indirectas del daño en este sistema de la serotonina. La importancia del trabajo de McCann ha sido la aportación, por primera vez, de pruebas biológicas directas sobre las lesiones que el MDMA provoca en las neuronas serotoninérgicas. Esto ha sido posible por el desarrollo de nuevas técnicas de neuroimagen, que parecen ser un método válido para el diagnóstico clínico de la neurotoxicidad del éxtasis.

Aun así, las conclusiones extraídas de su trabajo han de ser interpretadas con cautela, tal y como se ha reflejado este año en la sección de correspondencia de la revista The Lancet, donde la comunidad científica ha analizado los errores metodológicos. En estas cartas se coincide en señalar el avance que supone la utilización de la técnica PET (positron emision tomography), que permite la cuantificación de ciertos componentes de las neuronas en el cerebro de humanos vivos, y gracias a la cual se ha podido observar una reducción del sistema transportador de la serotonina en el cerebro de los consumidores de esta droga de diseño.

Críticas metodológicas

Por otro lado, los expertos critican los aspectos metodológicos empleados porque no permiten garantizar que las alteraciones observadas se deban al consumo de éxtasis. Señalan que esta última premisa flaquea; en primer lugar, porque las estimaciones sobre el periodo de consumo de éxtasis de las personas participantes son imprecisas al estar basadas en los testimonios de los propios consumidores, y en segundo lugar, porque los consumidores habituales de esta droga acostumbran a consumirla con otros tipos de sustancias psicoactivas y se desconoce cómo esto puede afectar los resultados del estudio.

Por último, tampoco se puede descartar la posibilidad de que las alteraciones en las neuronas de serotonina sean debidas a la variabilidad individual y no a los efectos de la MDMA. Pero esta hipótesis es poco plausible, teniendo en cuenta que estas alteraciones se han visto también en animales de experimentación escogidos al azar y a los que se ha suministrado MDMA.

En cuanto a la razón por la que la MDMA causa estas lesiones en el cerebro, estudios recientes realizados en el departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, indican que la formación de radicales libres inducida por esta droga podría ser un determinante de su neurotoxicidad. Además, parece que dicha neurotoxicidad está potenciada por el aumento de la temperatura corporal que se observa inmediatamente después de la administración de la droga.

Pero, ¿los efectos tóxicos del MDMA sobre el sistema nervioso son permanentes o, por el contrario, revierten con el tiempo? Éste es uno de los interrogantes que continúan planteándose los científicos. Los estudios realizados en animales apuntan hacia la primera posibilidad, ya que se siguen encontrando alteraciones de las neuronas de serotonina siete años después de las últimas dosis. Un trabajo reciente, en esta ocasión con personas y publicado este año en Journal of Psyquiatry, señala que en determinadas regiones del córtex cerebral se puede dar una regeneración de las neuronas afectadas, mientras que en otras regiones el daño parece ser más crónico. En este trabajo también se observa que la gravedad de las alteraciones en el sistema nervioso depende del periodo durante el cual se ha consumido la droga.

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