FRACASO DE LA CUMBRE DE SEATTLE

Los escollos que la OMC no fue capaz de salvar

Las diferencias entre Europa y EE UU y el temor de los países pobres a la globalización hunden la Ronda del Milenio

ENVIADO ESPECIALLas delegaciones de los 135 países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) llegaron el 30 de noviembre pasado a Seattle con la expectativa de lanzar las más ambiciosas negociaciones desde la Ronda Uruguay, y las más simbólicas: las primeras del tercer milenio.

La mayoría llegó a la ciudad estadounidense para hablar de dos temas pendientes, la agricultura y los servicios. El resto de países, con la idea de embarcarse en una gran ronda que durara más allá del 2003 (la fecha prevista para acabarla) si fuera necesario, y que incluyese nuevos temas, como la pro...

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ENVIADO ESPECIALLas delegaciones de los 135 países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) llegaron el 30 de noviembre pasado a Seattle con la expectativa de lanzar las más ambiciosas negociaciones desde la Ronda Uruguay, y las más simbólicas: las primeras del tercer milenio.

La mayoría llegó a la ciudad estadounidense para hablar de dos temas pendientes, la agricultura y los servicios. El resto de países, con la idea de embarcarse en una gran ronda que durara más allá del 2003 (la fecha prevista para acabarla) si fuera necesario, y que incluyese nuevos temas, como la protección de los derechos laborales y el medio ambiente, la seguridad alimentaria y las ayudas a los países menos desarrollados.

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EEUU y Japón llegaron con la idea de defender sus propios intereses a toda costa, y una vez éstos asegurados, atender los restantes. La Unión Europea (UE) llegó para lanzar una ronda donde se negociaran a la par todos los temas, los pendientes y los nuevos. Pero muchos miembros de la OMC no vieron esto como un gesto filantrópico de los europeos, sino como un intento de sacar contrapartida en otros terrenos a las concesiones que Europa tendría que hacer, pues todo el mundo le exigía desmantelar el sistema de subvenciones a la agricultura.

Los países en vías de desarrollo, que representan el 75% de los miembros de la OMC, llegaron con mucha cautela. Vinieron con el objetivo de que se les diera más tiempo para cumplir con los compromisos de la Ronda Uruguay antes de comprometerse a una mayor liberalización del comercio, a que se revisaran el funcionamiento y todas las reglas de la organización.

También arribaron temerosos de que esos temas nuevos que se iban a poner sobre la mesa de negociaciones se les volvieran en su contra. Al final, todos se fueron como habían llegado, los ricos y los pobres, y la sensación que quedó es que los últimos eran los más beneficiados con el fracaso de las negociaciones, pues si llegaron con poco y se firmaban los acuerdos tal y como estaba previsto, se iban a ir con menos todavía.

Según las declaraciones de la mayoría de los delegados de todo el mundo, de países en vías de desarrollo o industrializados, Seattle fue el primer fracaso que no fue perjudicial para nadie. Los siguientes temas fueron la esperanza y las piedras en el camino hacia el lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones del comercio mundial.

Los temas pendientes

- Agricultura: El sistema de subvenciones agrícolas de la UE ha sido el tema más polémico de la cumbre de la OMC en Seattle. Un asunto que, por áspero, ya había quedado aparcado en la anterior Ronda Uruguay, la más larga negociación sobre el comercio mundial jamás vista hasta el momento. Casi ocho años de negociaciones que permitieron conformar el actual sistema del comercio mundial y que dio paso a la creación de la OMC.Estados Unidos se embarcó hacia la cumbre de Seattle con el objetivo de desmantelar todo el sistema de ayudas a la agricultura que la UE posee y cuya última reforma dentro de la Unión había sido a principios de este año. Los estadounidenses, apoyados por un grupo de 18 grandes exportadores agrícolas encabezados por Australia y respaldado por Brasil, Argentina, Canadá y Nueva Zelanda, no deseaban que Seattle se convirtiera en el punto de partida de una nueva ronda de negociaciones en el nuevo milenio sin que se estableciera de antemano un compromiso de la UE y Japón para erradicar las ayudas a la agricultura, tanto a la producción dedicada a consumo interno como a las exportaciones.

La intransigencia de la postura de EEUU y sus aliados puso entre la espada y la pared a la UE y esto hizo que los 135 miembros de la OMC, tras meses de negociaciones en Ginebra (sede de la organización), arribaran al centro de convenciones de Seattle con una sensación anticipada de derrota. Tal y como quedaron las cosas en este tema, el mayor beneficio es para la UE, puesto que aún cuando la Ronda Uruguay le obliga a derribar su sistema de subvenciones agrícolas, ha evitado la inmediatez que le iba a exigir la ronda que se podría haber lanzado en Seattle. Los que más pierden son los países exportadores de productos agrícolas, que querían un aumento de su comercio exterior con la UE.

Las negociaciones sobre el tema agrícola continuarán en Ginebra y los países de la OMC, según el mandato de la Ronda Uruguay, tienen hasta el 2003 para resolver sus disputas en torno al mismo. En ese año se acaba la llamada claúsula de paz y tras esa fecha cualquier país podrá demandar a otro ante la OMC por prácticas proteccionistas o de competencia desleal por cuestiones de comercio agrícola.

Teniendo en cuenta la cantidad de disputas que rodean a este sector, se teme una avalancha de reclamos ante la organización, por lo que el objetivo prioritario es agilizar la liberalización de este sector antes de que ello suceda.

- Pesca: Dentro de las negociaciones de aranceles no agrícolas o industriales, el sector pesquero y de productos forestales fue muy discutido. En ambos puntos, la postura de Japón fue irreductible y ni hablar quería de bajar sus aranceles, algo en lo que EEUU ha estado insistiendo desde hace bastante tiempo. La principal reinvindicación de España dentro de la postura de la Unión Europea era la de que el sector de la pesca no se negociara de forma global junto a otros temas.

España, al tener la flota más grande de Europa, sospechaba que si la UE hacía algún tipo de concesión en el tema de aranceles no agrícolas incluiría a la pesca en ésta. España, apoyada sin demasiado ahínco por otros países pesqueros como Portugal, Italia y Francia, defendió la especificidad de la pesca. Nada se perdió aquí puesto que nada se avanzó en las negociaciones.

- Servicios: El avance en la liberalización del sector servicios era el segundo tema pendiente desde la Ronda Uruguay, que duró casi ocho años y finalizó en 1994. El tema no fue polémico debido a que la mayoría de los servicios están en proceso de liberalización y sólo se trataba de continuar esta política, principalmente en los sectores bancarios y de las telecomunicaciones. La apertura del sector servicios es flexible en el marco de la OMC y no supone un gran esfuerzo para sus miembros.

EEUU, el más interesado en ello, no insistió demasiado debido a que su reciente acuerdo bilateral con China ya le garantiza que sus bancos y empresas podrán desembarcar sin problemas en el país asiático debido a que éste se comprometió en ese pacto a un mercado de gran interés para las multinacionales estadounidenses.

Los temas nuevos

- Inversiones: La UE y EEUU impulsaron en conjunto (aunque resguardando sus propios intereses) este tema, que pretendía facilitar el acceso de las inversiones extranjeras a otros países. La idea era que al incorporar este punto de la OMC, una empresa europea o estadounidense presente en un tercer país podía llegar a demandar a éste ante la organización si obstaculizaba de algún modo su expansión en ese mercado.La propuesta fue rechazada por casi todos los países en vías de desarrollo ante el temor de una invasión imparable de empresas extranjeras que dominen sus mercados y en sectores que éstos consideran estratégicos para su soberanía.

- Contratación pública: En relación con el tema anterior, la UE trajo a Seattle una propuesta que consistía en abrir las licitaciones públicas de todos los países a la competencia extranjera. La oposición fue también por parte de los países pobres y por las mismas razones mencionadas anteriormente.

- Competencia: Este fue el caballo de batalla de Japón en la cumbre de Seattle y la espina de EEUU. El país asiático pedía la revisión de las medidas para combatir la competencia desleal sosteniendo que muchos países las utilizaban con fines proteccionistas. La alusión era muy clara para EEUU por las subidas de aranceles a las importaciones japonesas de acero, debido, según los estadounidenses, a que Japón también incurría en prácticas desleales al vender un producto por debajo de su precio de fabricación.

El tira y afloja entre EEUU y Japón también salpicaba a la UE, puesto que las exportaciones de acero de varios países comunitarios también han sufrido un aumento de las tarifas de importación por parte de EEUU. La delegación japonesa nada se llevó de Seattle, pero en nada cedió. Se prevé que insista en este tema en las negociaciones ordinarias que se llevarán a cabo en Ginebra a partir del próximo año hasta que consiga derribar estas barreras arancelarias.

- Biotecnología: EEUU impulsó este tema a raíz del conflicto que desde hace tiempo mantiene con la UE por la carne hormonada. Los estadounidenses han mantenido siempre que con la excusa de que aún no se ha determinado científicamente el impacto de los alimentos tratados genéticamente en la salud humana, los europeos han estado dando largas al asunto para frenar la entrada de este tipo de producto del cual EEUU es el mayor exportador del mundo a su mercado.

EEUU sostiene que los alimentos transgénicos no son nocivos para la salud, según sus propias investigaciones. Durante la cumbre de Seattle, la Comisión Europea cedió a la presión estadounidense y permitió que se revisara este tema en el marco de la OMC. El malestar que causó entre los Quince esta decisión de los negociadores europeos obligó finalmente a la UE a aclarar su posición especificando que en ningún momento había solicitado un grupo de trabajo sobre el tema en la reunión, y que si este grupo iba a reunirse sería bajo unas condiciones muy estrictas.

La concesión europea también enojó a los países pobres, que vieron en esta decisión una amenaza para que EEUU también comenzara a exportar productos transgénicos a sus mercados. Europa podrá seguir oponiéndose a la entrada de este tipo de producto a pesar del traspié de su delegación en la cumbre. El tema de los alimentos genéticamente tratados fue uno de los que más rechazaron los manifestantes que acudieron a Seattle.

- Comercio electrónico: EEUU vino con la propuesta de que las transacciones vía comercio electrónico se mantuvieran sin aranceles, tal y como es ahora. En el borrador prosperó una prórroga de este arancel cero hasta el 2001, fecha de la próxima reunión ministerial de la OMC.

Como todo lo demás, la iniciativa quedó en tablas y se seguirá negociando en Ginebra. Para los estadounidenses, que dominan las ventas de bienes y servicios a través de Internet, el tema es crucial para su economía y, por tanto, uno de los intereses que más defenderán.

Los temas sociales

- Ayuda a los países pobres: La iniciativa para ayudar a los 48 países menos desarrollados del mundo partió de la Unión Europea mucho antes de que comenzara la cumbre de Seattle. Pero la propuesta, al contrario de lo que puede suponerse, no llenó de alegría a los países que supuestamente se beneficiarían de ella.Levantó las peores sospechas de que la UE había lanzado el tema para desviar la atención de éstos y otros miembros de la OMC de la discusión principal, la agricultura. Este casi medio centenar de países, la mayoría de ellos africanos y caribeños, llegó a Seattle con la esperanza de llevarse el compromiso de los países ricos de eliminar sus aranceles de importación a todos sus productos.

El tema causó una gran expectación dentro del centro de convenciones de Seattle y un gran revuelo en el centro de la ciudad. Durante los cuatro días de cumbre, se sucedieron los discursos de apoyo de los países desarrollados a esta iniciativa. Pero el tiempo pasaba y no llegaba el acuerdo oficial. EEUU y EU coincidían en que había que hacer algo, pero no lograban concretar cómo hacerlo. EEUU quería ayudarlos unilateralmente a través de su sistema de preferencias a las importaciones y con ayuda técnica, mientras que Bruselas quería un compromiso de ayuda en el marco de la OMC, rebajando los aranceles para todos o algunos productos de estos países. Al final, las promesas a los países pobres se quedaron huecas.

Sólo se acordó que Canadá encabezaría un grupo que asesoraría legalmente a los países pobres para que se manejen mejor dentro de los mecanismos de la OMC. Pero al fracasar todo en Seattle, no llegó a convenirse desde cuándo este grupo comenzaría a funcionar o si definitivamente lo hará.

- La defensa de los derechos laborales: Este tema causó muchos problemas en la cumbre y su impacto fue crucial en el resultado de las negociaciones. Fue incorporado por los europeos dentro de un grupo de nuevos temas a tratar y rápidamente apuntalado por el propio presidente Clinton al segundo día de comenzar las negociaciones.

La idea inicial era acabar con los abusos sobre los derechos de los trabajadores ligando el asunto al comercio internacional, pero tal propuesta cayó como un saco de piedra para los países menos desarrollados. Encabezados por India, Egipto y Pakistán, los Estados pobres veían en esta iniciativa una tomadura de pelo por una parte y una amenaza por otra.

Lo primero, porque el presidente de EEUU firmó, el segundo día de la cumbre, una declaración en la que su país se comprometía a combatir los abusos en el trabajo infantil cuando el país norteamericano no había firmado ninguno de los tratados de protección de los derechos laborales impulsados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En segundo, porque los países pobres empezaron a temer que los países ricos iban a utilizar el argumento de la falta de respeto a esos derechos como medio para sancionarles comercialmente. Se propuso la creación de un grupo de trabajo conjunto entre la OIT y la OMC para ayudar a paliar los abusos laborales, pero tal empresa quedó en nada.

- Medio ambiente: Otra propuesta que en principio llevó la UE y causó gran impacto en la reunión debido al fuerte apoyo popular que recibió en las calles de Seattle. EEUU también la abanderó. En el borrador de lo que después no se acordó en la cumbre se hacía una mención específica a que la OMC reconoce la importancia de "enlazar la liberalización comercial y el desarrollo sostenible con la protección del medio ambiente (...) En este sentido, las negociaciones deberán tener en cuenta en todo momento la preservación del medio ambiente".

En ese texto, la OMC reconocía el derecho de los países miembros de adoptar las medidas necesarias para proteger sus recursos naturales, aunque advertía que tales medidas no podían tener nunca un objetivo proteccionista encubierto. La inclusión de la ecología en el marco de la OMC no causó ninguna gracia entre las delegaciones de los países en vías de desarrollo que, al igual que en el caso de la protección de los derechos laborales, veían en este punto una amenaza a sus intereses.

Estos países también sospechaban, en este caso, que los países ricos utilizarían esta herramienta para aplicar sanciones comerciales y temían, sobre todo, que fuera un instrumento al servicio del oportunismo electoral de los primeros mandatarios del mundo desarrollado.

La revisión de los viejos acuerdos

- Plazos para la liberalización: Los países en vías de desarrollo insistieron durante los cuatro días que duró la conferencia de Seattle en que los países ricos les alargaran los plazos para el cumplimiento de los acuerdos de Marraquesh, los finales de la Ronda de Uruguay, firmados en 1994. Estos países argumentaban que el periodo en que ellos debían liberalizar sus sectores era demasiado breve para poder cumplirlos sin salir perjudicados.En el borrador del texto final de la ronda, el que no salió, los miembros de la OMC reconocían que para muchos países había sido problemática la puesta en marcha de la liberalización comercial y que lo hecho no había dado los resultados esperados, es decir, aumentar el desarrollo económico de esos países. Otra declaración de buenas intenciones que, de momento, quedó en menos que eso.

- Transparencia de la OMC: Esta iniciativa de los países en vías de desarrollo estaba fundada antes de que llegaran a Seattle y mucho más aún tras su partida. Durante los cuatro días de reunión, los países africanos y caribeños se sintieron marginados de las negociaciones de los puntos más importantes. En la anterior cumbre de la OMC en Singapur, en 1996, estos países habían dejado constancia de que los mecanismos de negociación de la organización, así como su sistema de resolución de conflictos comerciales era oscuro y enrevesado. Los países pobres, sin recursos, muchos de ellos sin siquiera embajada ante la OMC en Ginebra, y sin técnicos negociadores bien preparados, se sentían amedrentados por los delegados de las grandes potencias dentro de la OMC. En la cumbre de Seattle no hacía falta ser delegado de un país pobre para sentirse perdido. Dado el caos informativo de la OMC, era extremadamente difícil y agotador saber, incluso para un negociador, la evolución de las posturas de cada uno de los miembros o bloques negociadores. Muchos periodistas y miembros de Organizaciones No Gubernamentales de la UE y EEUU estaban más actualizados en cómo iba el proceso que los delegados de muchos países pobres.

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